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El café de Ocata
- ¿Cómo haces reír a Dios?
- No lo sé.
- ¡Haciendo planes!
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El café de Ocata
Recoge la prensa un estudio sobre la relación entre resultados escolares en PISA y deberes que, como suele pasar en estos casos, se puede interpretar de maneras opuestas. Asegura, por ejemplo, que los estudiantes que más deberes tienen son los de Shanghai y, como los resultados de Shangai son estratosféricos, la conclusión lógica debería ser que para estar arriba del todo, los deberes son imprescindibles. Lo mismo podríamos deducir si examinamos las horas que dedican a los deberes en los Estados Unidos los alumnos de procedencia oriental, los anglosajones, los hispanos y los negros.
Si de este estudio se puede deducir cualquier cosa, es porque es un estudio sesgado que afirma, por ejemplo, que los alumnos de Corea del Sur no tienen deberes. ¡Claro que no! ¡Se pasan las tardes en academias asistiendo a clases de refuerzo! También asegura que los finlandeses no hacen deberes en casa. Algún día tendremos que hablar de la calidad de las actividades extraescolares en Finlandia y su incidencia en los resultados del país.
Pero, en fin, los titulares de la prensa nos dicen que hacer deberes no sirve para nada, que es exactamente lo que quieren oír los que aseguran que los deberes incrementan las diferencias sociales, ya que a los niños ricos los padres pueden ayudarles, mientras que los pobres tienen que hacerlos solos. Esta es una de las mayores tonterías pedagógicas que se pueden decir, pero se dicen con la convicción de que se esta defendiendo la equidad. En pedagogía se pueden decir impunemente tonterías desde la atalaya de la superioridad moral.
Miren ustedes: los niños que pertenecen a familias culturalmente ricas, están SIEMPRE haciendo deberes: se mueven en un medio lingüístico sofisticado, tratan con los amigos de sus padres que son especialistas en diferentes campos, tienen en casa libros (el número de libros que hay en casa es el mayor predictor del éxito escolar de los niños), revistas, periódicos... van a exposiciones, teatros; viajan por el extranjero... Por eso los niños de Barbiana -¿recuerdan?-, que eran niños pobres que hacían lo posible por dejar de serlo, constataban que los ricos siempre están repitiendo en casa los contenidos de la escuela, mientras que los pobres sólo repiten curso.
Una cosa diferente es valorar qué tipo de deberes mandamos (¡se mandan unas cosas...!) y, sobre todo, cómo los corregimos.
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El café de Ocata
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El café de Ocata
I
Si de verdad creyéramos que todos somos iguales, no tendríamos inconveniente en designar por sorteo a los principales cargos públicos. Pero hasta los antiguos atenienses sometían el sorteo de cargos públicos a importantes restricciones. En primer lugar, no todos los ciudadanos eran elegibles. Había un filtro previo que era respetado escrupulosamente. En segundo lugar, a los elegidos por sorteo se los sometía a un riguroso interrogatorio. Por lo que cuenta Aristóteles en La constitución de Atenas, había que despejar cualquier duda sobre dos importantes cuestiones: si trataban bien a sus padres y si pagaban sus impuestos. Una vez superada la "comisión de investigación", juraban públicamente y con gran solemnidad que desempeñarían el cargo que les había tocado en suerte con justicia, de acuerdo con las leyes y sin aceptar ningún regalo.
IISólo los ingenuos creen que las leyes viven en los códigos legales. O viven en la conducta de los ciudadanos, o están muertas. Esto viene a cuento de lo que dice Kant en Sobre la paz perpetua (mi ejemplar está publicado por Espasa-Calpe en Madrid en 1933): La constitución convierte a una muchedumbre en un pueblo. Ese es el papel de la Constitución. La Constitución es una causa final, no una causa eficiente. Por lo tanto, allá donde no hay un pueblo, ¿se puede decir que haya una Constitución?
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El café de Ocata
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El café de Ocata
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El café de Ocata
Las emociones no alteran los hechos.
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El café de Ocata
Entre las cosas más interesantes que he leído sobre Sócrates se encuentran las pocas líneas que le dedica el gran Pedro de Valencia (Zafra, 1555 - Madrid, 1620) en La Academia o del criterio de la verdad (1596):
“No era Sócrates hombre que emprendiese las cosas sin arte y dejase de encaminarlas a la práctica. Así pues, dejando aparte la curiosa especulación e indagación de la naturaleza y de los fenómenos celestes, propúsose aplicar la razón a la práctica de la vida, reformando a la par sus costumbres. Ciertamente consta que fue diestro y peritísimo artífice de ambas disciplinas. Pero juzgando tal vez como los Académicos posteriores, que era el método más acomodado a la enseñanza “la disputa por entrambas partes”, valíase de él casi siempre, y no afirmaba con resolución cosa alguna, sino que andaba en busca de la verdad, y que nada sabía. Con esta convicción o disimulo, hizo que sus discípulos, secuaces y admiradores, o no comprendiesen claramente su sentencia o la entendiesen de diverso modo, según el ingenio de cada cual, resultando de aquí que ninguno de los amigos y familiares de Sócrates conviniese con los demás en la tradición de la filosofía lógica y moral; como quiera que en esto influyó también la ambición de gloria y el anhelo de hacerse conocidos y famosos por diferentes caminos."Y no menor discordia surgió entre ellos en cuanto a la filosofía natural que Sócrates había dejado intacta. Y así como, desde muy antiguo, disputóse en la física sobre “los principios de las cosas”, no de otra manera se contendió en la lógica sobre el “juicio, o, más bien, el criterio de la verdad”, y en la ética sobre los “fines de los bienes y de los males”.
La traducción es de Menéndez Pelayo. Hay otras más modernas, pero la de don Marcelino tiene su qué.
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El café de Ocata
Lo peor es que ningún nuevo docente del siglo XXI me podrá explicar el #1. Y, por supuesto, tampoco el resto de los puntos. De lo que no hay duda es de que es mucho más
cool que el profesor del siglo XX.
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El café de Ocata
Aunque sabía de la existencia de Francisco Sánchez (Tuy, 1551 - Toulouse, 1623), reconozco que nunca me había detenido a leerlo. Debo agradecer a don Marcelino Menéndez Pelayo que me lo haya presentado y, sobre todo, que haya azuzado la intensidad de mi lectura (la filosofía al fin y al cabo es una intensidad) al asegurar que no hay páginas, en todo el siglo XVI, escritas con mayor libertad filosófica que las del
Quod nihil scitur de este librepensador gallego.
Juzguen ustedes mismos:
"Innato es en los hombres el deseo de saber, pero a pocos es concedida la ciencia. Y no ha sido en esta parte mi fortuna diversa de la del mayor número de los hombres. Desde mi primera edad fui inclinado a la contemplación de la naturaleza y a inquirir menudamente sus secretos. Y aunque al principio mi espíritu, ávido de saber, solía contentarse con cualquier solución, no se pasó mucho tiempo sin que la saciedad me obligase a arrojar tan indigesto alimento. Comencé entonces a buscar algo que mi mente pudiese comprender con exactitud, y en cuyo conocimiento pudiese reposar, pero no encontré nada que llenase mis deseos. Revolví los libros de los antiguos, interrogué a los doctores presentes: unos me respondieron una cosa; otros, otra; nadie me daba respuesta que verdaderamente me satisficiese [...]. Entonces me encerré dentro de mí mismo y comencé a poner en duda todas las cosas como si nadie me hubiese enseñado nada, y empecé a examinarlas en sí mismas, que es la única manera de saber algo. Me remonté hasta los primeros principios, y cuanto más pensaba, más dudaba; nunca pude adquirir conocimiento perfecto. [...] Volví a acercarme a los maestros y les pregunté por la verdad. ¿Y qué me contestaron? Cada uno de ellos se había construido una ciencia con sus propias imaginaciones [...]. Los infelices los creen, vuelan a coger los libros de Aristóteles, los leen y releen, los aprenden de memoria, y es tenido por más docto el que mejor sabe recitar el texto aristotélico. Si les niegas algo de lo que allí se contiene, te llaman blasfemo; si arguyes en contra, te apellidan sofista. ¿Y qué les vas a hacer? Si quieren vivir eternamente engañados, que vivan en buena hora. No escribo para tales hombres, ni me importa que lean o no lean mis escritos. No faltará entre ellos alguno que, leyéndolos y no entendiéndolos (porque el asno, ¿qué sabe del son de la lira?) querrá herirme con venenoso diente. [...]. Yo me dirijo tan sólo a aquellos que están acostumbrados a no jurar en las palabras de ningún maestro y a examinar las cosas por sí propios, sin más criterio que los sentidos y la razón. [...]. Mi juicio será libre, pero no será irracional. [...]. En la república de las letras, en el tribunal de la verdad, nadie, nadie juzga, nadie tiene imperio, sino la verdad misma. [...]. Y no por eso te prometo la verdad, porque yo la ignoro lo mismo que todos los demás; pero te prometo inquirirla en cuanto yo pueda, para ver si sacándola de las cavernas en que debe estar encerrada, puedes tu perseguirla en campo raso y abierto. Pero tampoco tengas muchas esperanzas de poder alcanzarla nunca, ni menos detenerla; conténtate, como yo, con perseguirla. Este es mi fin; este es mi objeto. [...] No esperéis tampoco de mi un estilo culto y adornado. ¡Ojalá pudiera yo escribir así! Pero entretanto que me pusiera a escoger las palabras y a buscar giros elegantes, la verdad se me escaparía de entre las manos. Si buscas elocuencia, pídesela a Cicerón, que la tenía por oficio; yo, bastante bien habré escrito si escribo la verdad. Eso de las bellas palabras quédese para los poetas, para los cortesanos, para los amantes, para las meretrices, para los rufianes, aduladores, parásitos y otras personas semejantes a éstas y que precian en mucho el bien hablar. Lo que a la ciencia le basta y lo único que en ciencia se requiere, es la propiedad de lenguaje. Tampoco me pidas mucha autoridad ni gran reverencia con los maestros, porque esto más bien sería indicio de ánimo servil e indocto, que de un espíritu libre y amante de la verdad. Yo sólo tengo por guía a la naturaleza. La autoridad manda creer; la razón demuestra; aquélla es más a propósito para la fe, ésta para la Ciencia".
Estas palabras fueron escritas en 1576. Descartes escribió su Discurso del método en 1637.
Don Marcelino, además de jalear "el verbo de la emancipación filosófica proclamado por Francisco Sánchez" (otra muestra de su acendrada carcundia, claro) llama la atención sobre una característica que comparte con Kant: "el tedio de pensar".
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El café de Ocata
Cuando a Emmanuel Joseph Sieyès le preguntaron por su protagonismo en la Revolución Francesa, respondió: "La sobreviví".
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El café de Ocata
"Si algo tengo de filósofo -confiesa don Marcelino-, será en el sentido etimológico de la palabra, esto es, como amante, harto platónico y desdeñado, de las ciencias especulativas. En cuanto a sus aplicaciones, al régimen de la vida y a la gobernación de los pueblos, declaro que ni mis hábitos intelectuales, ni el género de educación que recibí, ni cierta invencible tendencia que siempre me ha arrastrado hacia la pura especulación y hacia el arte puro, en suma, a todo lo más inútil y menos político que puede darse, a todos los sueños y vanidades del espíritu, me han permitido adelantar mucho, ni trabajar apenas por cuenta propia, limitándome a admirar de lejos a los que han acertado a poner la planta en ese firme terreno de las realidades éticas, económicas y jurídicas".
Unas páginas más adelante nos ofrece don Marcelino esta declaración de principios: “La autoridad se queda para otras esferas; en filosofía nadie poesee sino aquello que personalmente ha investigado y en propia conciencia reconocido.” Es que hay reaccionarios muy de vanguardia.
Don Marcelino Menéndez Pelayo, De los orígenes del criticismo y del escepticismo
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El café de Ocata
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El café de Ocata
Es tanto lo que depende del azar que los hombres, simplemente, no podemos aceptarlo.
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El café de Ocata
Me da a mi que nuestro Menéndez Pelayo era menos menendezpelayista de lo que comúnmente se piensa. Él tiene claras sus ideas y sabe en cada momento donde pisa, cosa que es de mucho agradecer en estos tiempos en que la penumbra y la confusión se consideran más luminosas que la certeza, pero a veces deja traslucir una clara simpatía por aventureros del espíritu que se encuentran en el lado oscuro de la fuerza. El caso más notable que he encontrado es el de Miguel Servet, sobre quien don Marcelino estuvo tan interesado que llegó a reunir una amplia biblioteca.
Ya me dirán ustedes cómo hay que tomar esta sucinta y apasionada presentación de Servet en sus Ensayos de crítica filosófica:
"Espíritu aventurero, pero inclinado a grandes cosas, pasó como explorador por todos los campos de la ciencia, y en casi todos dejó algún rastro de luz. Inteligencia sintética y unitaria, llevó el error a sus últimas consecuencias, y dio en el panteísmo, como solían dar los herejes españoles e italianos de aquellos tiempos, cuando discurrían con lógica. Teólogo herético, predecesor de la moderna exégesis racionalista, filósofo neoplatónico, médico, geógrafo, editor de Tolomeo, astrólogo perseguido por la Universidad de París, hebraizante y helenista, estudiante vagabundo, controversista incansable a la vez que soñador místico; extremoso en todo, voltario e inquieto, errante siempre, como el judío de la leyenda, espíritu salamandra, cuyo centro es el fuego (...), la historia de su vida y de sus opciones excede a la más complicad novela."
Confieso que he tenido que confirmar el significado intuido de "voltario": "De carácter inconstante". Viene de "vuelta", claro. Me quedo con la palabra.
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El café de Ocata
Me gusta la envenenada sutileza con que Menéndez Pelayo trata a sus enemigos.
Para muestra, un botón: "El culto de la verdad exige de nosotros demostraciones y no dicterios. Si algún día, en los hervores de la primera mocedad, traspasé algo los límites de la moderación en las controversias, hoy me pesa de ello, y no quiero contribuir ni en poco ni en mucho a la propagación de los perversos hábitos literarios que van haciendo incompatible el oficio de escritor con el de persona culta y bien criada."
Ahí queda eso.
Menéndez Pelayo, Ensayos de crítica filosófica.
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El café de Ocata
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El café de Ocata
"Hay en Cordoba un Cristo de los faroles. De alli viene la luz mas que de Strauss..."
Rémi Brague
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El café de Ocata
Estábamos, el rabino Yosef Geisinski y yo, en la lujosa boutique de Nespresso en Lausanne comentando los asesinatos perpetrados por palestinos en una sinagoga en Jerusalén, cuando de repente apareció una mosca, cosa completamente inesperada en un lugar donde George Clooney no tolera ninguna excentricidad. El rabino Yosef Geisinski siguió su vuelo un rato y me preguntó: "¿Qué pasará si cae en un café?" "Prefiero no pensarlo", le dije. "Te voy a sugerir algunas respuestas -me dijo-, y me dices qué piensas." Yo asentí y comenzó el juego.
- Si la mosca cae en la taza de un italiano, se armará un escándalo.
Estuve de acuerdo.
- Si se trata de un alemán, pedirá otra taza de café, esterilizada, si es posible.
Estuve de acuerdo de nuevo.
- Si se trata de francés, sacará la mosca de la taza y se tomará su café.
- ¡Bien hecho!
- Si se trata de un chino, se comerá la mosca y tirará el café...
Expresé mi acuerdo con mi silencio.
- Si se trata de un ruso -continuó-, se beberá el café con la mosca, creyendo que recibe un trato de favor.
No pude evitar sonreír.
- Si se trata de un israelí, venderá el café al francés, venderá la mosca al chino, venderá una nueva taza al italiano, se tomará un té, y con todo lo que ha ganado, tratará de desarrollar un sistema para evitar que este tipo de incidentes vuelva a suceder...
Asentí con la cabeza.
- Y si se trata de un palestino, acusará a los israelíes de haber dejado caer la mosca en su café, protestará ante la ONU contra esta agresión, pedirá una subvención a la Unión Europea para una nueva taza de café, utilizará el dinero para comprar explosivos y hará volar el restaurante donde los italianos, franceses, alemanes, rusos y los chinos están intentando explicar a los israelíes que deben ofrecer su taza de té a los palestinos.
Me reí. Sin saber por qué. O, tal vez, sabiéndolo demasiado bien. No cayó ninguna mosca en nuestros cafés, pero nos enteramos de que los socialistas franceses están dispuestos a reconocer al Estado palestino.
Roland Jaccard
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El café de Ocata
Cuando Dios creó al primer hombre en solitario, se dijo: "No es bueno que el hombre esté solo" y le creó una mujer de la tierra como él, a la que llamó Lilit. Enseguida empezaron a pelearse el uno con el otro. Ella decía: "Yo no me acuesto debajo", y él replicaba: "Pues yo tampoco, que a ti te corresponde estar debajo y a mi encima". Ella sostenía que los dos eran iguales, puesto que los dos procedían de la tierra, pero como Adán no estaba dispuesto a escucharla, ella pronunció el Nombre inefable y echó a volar por el aire del mundo.
- Señor del mundo -le dijo Adán a Dios- la mujer que me diste ha huído de mí.
Dios envió a tres ángeles Sen'oy, San'senoy y Seman'guelof para hacerla regresar. Le dieron alcance en medido del mar, en las aguas tumultuosas, pero ella no quiso volver.
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El café de Ocata
Me tiene admirado el plan de estudios de Ben-Sirá, lo encuentro peculiar, pero no tanto como los planes de estudios actuales.
- El primer año aprendió (es decir, memorizó y estudió) el Pentateuco.
- El segundo año, el Micrá, el Misná, el Talmud y un gran número de leyendas.
- El tercer año, los detalles mínimos de la aplicación de la ley y de las enseñanzas de los escribas.
- El cuarto año, lógica, astronomía y aritmética.
- El quinto año aprendió lenguas, en concreto la de las palmeras, de los ángeles, de los diablos y de los zorros.
- Sus estudios culminaron el séptimo año, sin dejar nada, por pequeño que fuese, sin estudiar.
Un plan de estudios que garantice el dominio del habla de palmeras, ángeles, diablos y zorros merece todo mi respeto. Se puede dudar de su utilidad práctica, pero échese una mirada a la formación de nuestros alumnos antes de juzgar demasiado severamente a Ben-Sirá.
Ben-Sirá alcanzó tanta sabiduría que era capaz de saber los granos de trigo que había en un celemín simplemente con una mirada, dominaba el arte de depilar las cabezas de las liebres y, sobretodo, supo rechazar el trono de Israel.
¡Ben-Sirá, Ben-Sirá! ¿Dónde te habías metido que yo no te conocía?
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El café de Ocata
Así pues, aunque la madre de Ben Sirá no conoció varón, el padre de Ben Sirá fue Jeremías, el profeta, cuya extraordinaria vida comenzó antes del parto, pues en el momento en que su madre estaba en cuclillas para parir, él gritó desde sus entrañas que no pensaba salir hasta que no lo llamaran por su nombre.
- Sal y se te dará el nombre de Abraham- le dijo su padre.- No, que ese no es mi nombre- contestó la criatura.
Su padre fue diciéndole todos los nombres de todas las tribus y de todas las gentes notables de su generación, pero la criatura seguía negando que aquel fuera su nombre.
Aún estaría sin nacer si no se hubiese presentado allí el profeta Elías y le hubiese dicho: "Se te llamará Jeremías."- Ese sí que es mi nombre.
Y así Jeremías salió con su nombre de las entrañas de su madre.
Continuará...
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El café de Ocata
Como lo explicaron nuestros sabios, su recuerdo sea bendito, hay tres que nacieron sin que yacieran sus madres con varón, son estos: Ben-Sirá, rab Papa y rabí Zeurá. Todos ellos fueron justos y sabios y nunca mantuvieron ninguna charla vana ni se quedaron dormidos en la sinagoga.
¿Y cómo los parieron sus madres sin marido? Fueron al baño y les entró en el útero semen de Israel quedándose preñadas y parieron sin que los hijos supieran quiénes eran sus padres. Pero Ben-Sirá sí lo supo. Era hijo de Jeremías.
Una vez fue Jeremías al baño y encontrándose allí a unos malvados de la tribu de Efraín, vio que todos ellos estaban derramando su semen baldíamente, pues en aquella generación toda la tribu de Efraín eran perversos. Cuando los vio, empezó a reprenderlos, pero ellos lo amenazaron diciéndole:
- No te moverás de aquí hasta que no hagas lo mismo que nosotros. Y si no lo haces, te sodomizamos.
Jeremías se vio obligado a hacerlo y allí quedó una gota de su semen hasta que vino su hija a ese baño y la gota se le metió en el útero.
A los siete meses parió un hijo con dientes y con habla que nada más nacer le dijo a su madre que tenían ambos el mismo padre.
Así comienzan Las andanzas y prodigios de Ben-Sirá.
Un libro compuesto en torno al siglo X en algún lugar.
Quizás en un reino hispano.
Continuará...
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El café de Ocata
Las cosas pasan.
El pasar queda...
hasta que pase.
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El café de Ocata
Sigo pensando que el limitadísimo artista que se encarga de pintar los cuadros de todos los hoteles del mundo (sólo puede ser uno, dada su asombrosa e insípida uniformidad) debería estar acusado por atentado estético a la humanidad.
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El café de Ocata
Llovía y no paraba de llover y cuando al cielo le da por ensimismarse, a mi me da por lecturas excéntricas. Así que estaba leyendo lo que cuenta Menéndez Pelayo del gaditano Moderato cuando me llamó Javier. Desde hace tiempo vengo sospechando que aunque nosotros estemos lejos, nuestros respectivos dáimones se relacionan entre sí a su antojo.
Asegura Porfirio que Moderato escribió, allá por el siglo I de nuestra era, una obra en griego compuesta por once libros que trataba sobre la doctrina pitagórica, pero de Moderato, como de tantos otros antiguos, sólo se nos han conservado las hojas muertas de fragmentos inconexos.
Era, eso sí, coetáneo de otro hispano, Higinio, de cuya fábula
Inquietud cruzando el río tantas veces he hablado en este Café, pues no en vano resume cabalmente en pocas líneas el completo
Ser y tiempo de Heidegger. Higinio parece que llegó a Roma formando parte del botín de César, pero pronto se ganó un importante prestigio y llegó a ser el bibliotecario de Augusto y el fundador y primer sacerdote de la basílica neopitagórica de la Puerta Maggiore. Me imagino -quiero imaginarme- que Moderato e Higinio tenían cierta relación, ya que estaban unidos por su origen hispano, su erudición y su mutua devoción al pitagorismo.
Por lo que entiendo de sus fragmentos, Moderato parece más un lector heterodoxo del
Timeo de Platón que un intérprete original del pitagorismo... claro que como no sabemos bien qué demonios era el pitagorismo, tampoco estamos muy seguros de qué quiere decir un intérprete del pitagorismo. Además, las malas lenguas contaban ya desde antiguo que Platón había comprado el
Timeo a un pitagórico y después de hacerle algunos arreglos, lo hizo pasar por libro propio.
Moderato admitía cuatro principios de todas las cosas:
- La materia, que en sí misma no tiene forma, pero es receptora potencial de forma, figura, distinción, cualidad, etc.
- La unidad primera (situada más allá del ser),
- La unidad segunda (que podríamos decir que se parece a las ideas platónicas.... si supiéramos qué son las ideas platónicas),
- La unidad tercera, el alma, que participa de la unidad primera y de la segunda. Moderato decía algo muy hermoso sobre el alma: Al participar de la unidad puede llegar a ser un número, pero sólo llega a serlo de manera efectiva cuando es retenida por razones (logos). En cierto sentido, entonces, sólo el filósofo tiene alma.
Vamos a ver cómo Moderato combina estos elementos entre sí para explicar el origen del mundo.
- En el principio era el Uno, la unidad primera o la Razón Universal. El Uno, y nada más. El Uno que no es una cosa (un ser), porque está más allá de toda cosa (de todo ser).
- Por las razones que fueran, esta Razón Universal quiso dar de sí al mundo, es decir, a los diferentes seres que, en su pluralidad, conforman la unidad del mundo.
- Para llevar adelante su propósito, en primer lugar, el Uno o la Razón Universal separó de su esencia única una parte de sí, la cantidad y se retiró de ella. Se autolimitó. Se automutiló.
- Esta cantidad apartada no es exactamente "una cantidad", es decir, algo que puede medirse o pesarse, sino la privación de cualquier cantidad definida. Lo mutilado no parece reducir la riqueza de la Razón Universal, sino que crea algo distinto de ella cuyo ser es un desear dejar de ser lo que es: dejar de ser distinto.
- Lo que la Razón Universal se extrajo fue la posibilidad de una alteridad imperfecta condenada eternamente a echar de menos la totalidad de la que procedía. Este echar de menos es la materia primera de la que surgirá la materia de los seres concretos.
- La privación puede colmar parcialmente su deseo de unidad aferrándose a una forma (a la unidad segunda: la idea) para dar lugar a un ser concreto (los seres del mundo). Ha de ser parcial porque la unión está sujeta a la caducidad del tiempo.
- En su provisional unión con la idea, la materia disfruta de la caducidad del límite, la forma y la proporción. Para hacer posible esta unión, Moderato hacía intervenir de alguna manera a los números.
- Los números serían la representación matemática de principios difíciles de explicar con palabras.
- Las cosas sensibles serían la unión de la cantidad ilimitada (la añoranza) y el principio segundo (la idea), que sería un principio limitante. Lo que no sabemos es si esta conformación fue realizada por algún divino demiurgo, como ocurre en el Timeo, o por otra causa agente.
- No sólo las cosas sensibles individuales podrían explicarse matemáticamente, sino que también el Universo, en su conjunto, obedecería a razones matematizables que explicarían su unidad, sus formas, su movimiento y sus proporciones,
Y, como os decía, me ha llamado Javier, el gran poeta sevillano, y hemos hablado de Moderato de Cadiz y de Higinio, de la razón que se mutila y de la materia con morriña. ¿La razón mutilada ha de ser, como parece, sólo parcialmente racional? Pero, por otra parte, la razón no parece que pueda automutilarse sin darse a sí misma alguna razón y, bajo este punto de vista, la privación añorante, ha de ser de alguna manera racional...
En fin, que hemos quedado a cenar en Madrid el día de mi conferencia sobre Sócrates, titulada, precisamente,
El filósofo ante el enigma.
Por cierto, ¿tendrá Moderato alguna calle en Cádiz?
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El café de Ocata
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El café de Ocata
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El café de Ocata
... para saber que se puede vivir sin filosofía.
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El café de Ocata
"No peleaban, sino vertían, como en el Apocalipsis, la copa de la ira del Señor"
Federico García Sanchiz, Del robledal al olivar. Navarra y el carlismo.
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El café de Ocata
Karl Kraus en su lecho de muerte, al oír la noticia de que los japoneses habían invadido Manchuria, dijo: "Nada de esto habría sucedido si hubiéramos sido más estrictos en el empleo de la coma". Es decir:
Para compensar las siniestras profecías de los bárbaros, Carlicos Jiménez me escribe desde Alghero:
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El café de Ocata
Y estoy encantado de que sea así.El ciclo sobre los lugares de la filosofía está funcionando aquí muy bien. ¿Por qué? ¡Pues vete a saber! ¿Por qué se crea una conexión mayor en unos sitios que en otros? ¿Por qué, incluso, hay un punto de emoción en mis palabras, aquí, en Lleida, que me sorprende a mí mismo? Uno habla lo mejor que puede, pero no puede crear con sus palabras las condiciones con que será recogido lo que dice. Ni tan siquiera las condiciones con que se escuchará a sí mismo.
Delante de Caixaforum de Lleida está el
Genet Blau, una librería de viejo. Hoy he entrado. Y si hubiese podido, hubiese salido de allí con un par de carretas repletas de libros. No sé si la gente lletraferida de la ciudad es consciente del valor de lo que se guarda en sus estantes.
Me he gastado una pasta. ¡Y menos mal que me había puesto un tope y he entrado decidido a no superarlo en ningún caso!Esto es lo que he seleccionado y me he traído a casa:
Don Federico decía de sí mismo que era "charlista", pero la hache es muda.
¡Del 33, ya ven, qué mal profeta era Kant!
Poco a poco sigo adelante, empeñado en ir dando forma, al menos imaginaria, a mi "Enciclopedia de las cosas que no le interesan a nadie".
Me he encontrado entre el público de la conferencia con dos navarros, Pilar Guembe y Carlos Goñi, de Obanos, además. Sus infanzones tenían como lema "Pro libertare patria, gens libera aestate". ¿Y saben qué? ¡Para nacionalistas, nosotros!
Y la guinda:
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El café de Ocata
Me despido de Tarragona. He acabado las cinco conferencias sobre los lugares de la filosofía. Creo que dignamente.
Les he dicho un adiós parsimonioso a las murallas de la ciudad, que a medida que la tarde declinaba parecían crecer sobre sus sombras, y a la loba capitolina, nuestra madre común,
a los gatos que merodean por entre las ruinas. No hay visitantes mas fieles de las antigüedades.
y a mi librería en Tarragona, una joya.
Y en sus estantes he descubierto uno de los primeros libros de un gran autor, Landsberg, del que ya he hablado por
aquí. ¿Cómo no admirar a alguien que, en sus
Reflexiones sobre Unamuno, dejó escrito:"No pretendamos arrebatar al español su fecundo descontento de sí". Ha sido un hallazgo emocionante, tanto que por su culpa he llegado con el tiempo justo a mi última conferencia.
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El café de Ocata
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El café de Ocata
... tiene los mismos derechos que cualquier otro hombre.
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El café de Ocata
Foto: Lluís Torrens
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El café de Ocata
comienza con la ruptura de un sueño.
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El café de Ocata
Manuscrito alemán, hacia 1410.
Library of Congress, Rosenwald 4, Bl. 5r
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El café de Ocata
Más información en Caixaforum
Madrid y
Barcelona
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18:22
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El café de Ocata
Quizás, como decía Calderón, haga falta desmentir
... a quien murmuraque se embotan los acerosen el corte de las plumas.
Pero el capitán Andrés Fernández de Andrada dejó para siempre desmentido, con su Epistola moral a Fabio, a quien se atreva a sugerir que se embotan las plumas con el corte del acero.
Más quiere el ruiseñor su pobre nido
de pluma y leves pajas, más sus quejas
en el bosque repuesto y escondido,
que agradar lisonjero las orejas
de algún príncipe insigne, aprisionado
en el metal de las doradas rejas.
Triste de aquel que vive destinado
a esa antigua colonia de los vicios,
augur de los semblantes del privado.
La colonia de los vicios es la Corte; el privado, el consejero o ministro del monarca; "augur de los semblantes del privado, un endecasílabo perfecto. El poeta en lugar de “rostros” habla de “semblantes”, porque el semblante, además de la cara, es el estado de ánimo que se asoma en cada momento al rostro. Los cortesanos están obligados, por profesión, a ser hermeneutas.
Ha sido Antonio Pérez quien me ha despertado estos versos de Fernández de Andrada, pues en uno de sus aforismos dice: "Privados llama la lengua española, quizá porque, en siendo privados, se hallan privados de la seguridad natural".
Y ya que estamos con la Epístola moral a Fabio, despertemos también sus últimos versos:
Ya, dulce amigo, huyo y me retiro
de cuanto simple amé: rompí los lazos.
Ven y sabrás al grande fin que aspiro,
antes que el tiempo muera en nuestros brazos.
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El café de Ocata
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El café de Ocata
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El café de Ocata
Higinio, fábula CCXX: Cura [Inquietud], atravesando un río, vio abundante arcilla, la cogió meditabunda y empezó a modelar un hombre. Mientras reflexiona sobre qué había hecho, se presentó Júpiter; Cura le pidió que le diera un espíritu, cosa que consiguió fácilmente de Júpiter. Queriendo Cura ponerle su propio nombre, Júpiter se lo prohibió y dijo que había que darle el suyo. Mientras Cura y Júpiter discutían, se levantó Telus [la Tierra] y dijo que se le debía poner su nombre, puesto que había ofrecido su cuerpo. Tomaron a Saturno como juez; Saturno les dio el siguiente veredicto: “Tú, Júpiter, puesto que le diste espíritu recibirás (su alma después de su muerte; Telus, puesto que le dio el cuerpo, recibirá) su cuerpo. Como Cura fue la primera que lo modeló, mientras que viva, que lo posea Cura; pero puesto que hay controversia sobre su nombre, se llamara “homo” porque ha sido hecho de “humus”".
Antonio Pérez, secretario de Felipe II:En la vida humana todo es arte. Quizás quiso decir también esto quien dijo "Militia vita hominis", porque ¿qué mayor guerra que haber de vivir con el arnés del arte a cuestas siempre?
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El café de Ocata
Cuenta Voltaire en sus Memorias que un dia La Mettrie le dijo al rey Federico II de Prusia que estaba celoso de Voltaire, por los favores que recibía. El rey le contestó: "La naranja se exprime y se tira cuando ya no tiene jugo". Añade Voltaire: "La Mettrie no tardó en comunicarme este bello apotegma, digno de Dioniso de Siracusa"
Pero el bello apotegma lo he encontrado en Antonio Pérez, secretario de Felipe II: "Los reyes usan de los hombres (decía un gran consejero, señor grande) como de naranja, que en sacándoles el zumo los arrojan de la mano".
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El café de Ocata
IAntonio Pérez: El hombre, árbol inverso a los ojos humanos: no tal, sino derecho a la verdad, si tiene su raíz, el ánimo, digo, arraigado en su lugar natural de donde procede, el cielo.
IIPlatón: los hombres somos como árboles con las raíces en el aire, apuntando hacia el cielo...
IIIVisiones de ángeles, las copas de los árbolestal vez son raíces, bebiendo los cielos;y en el suelo, las raíces profundas de un hayase les antojan silenciosas cumbres
Rilke, Vergeles, XXXVIII
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El café de Ocata
- La fortuna se ha de temer cuando más se tenga en la mano.
- Los príncipes habrían de temer a los historiadores más que a los grandes pintores las feas mujeres.
- Quien pierde la voluntad, fácilmente pierde el juicio.
- Los reyes imiten a Dios, que no descubre su grandeza con estruendo: non in commotione Dominus, non in igne Dominus; sibilus aurae tenuis.
- El miedo, veneno frío, comparado al de la cicuta.
- La esperanza, viático de la vida humana.
- Hombres hay, y suelen ser los que más valen, que perdidos son más estimados que poseídos.
- El hombre, árbol inverso a los ojos humanos: no tal, sino derecho a la verdad, si tiene su raíz, el ánimo, digo, arraigado en su lugar natural de donde procede, el cielo.
- Sepultura del ánimo, un cuerpo triste.
- No penetra tanto el corte de un cuchillo agudo, ni el sol mismo, como el ojo de un amigo.
- Un corazón muy lleno de contento suele no poder dar parte de sí a la lengua ni a la pluma.
- Gran gloria de ánimos, derramar gracias sin esperanza de fruto. A imitación de Dios, que llueve en los carrascos, en los pedregales y en los arenales.
- El amor, última filosofía de la tierra y del cielo.
- El consejo del escarmiento las más veces llega tarde.
- La elección acertada, parte de las mayores de la prudencia humana.
- El amor es como el carbunco, que se hace luz en lo oscuro. Oscuro parece este aforismo...
- No hay rueda de tormento mayor que la presencia y vista de un padre a un hijo en la confusión de algún error grande.
- Riesgo grande de perder a un amigo, probarle mucho.
- El que aprende ha de callar.
- Los reyes usan de los hombres (decía un gran consejero, señor grande) como de naranja, que en sacándoles el zumo los arrojan de la mano.
- La experiencia no se puede dejar en herencia.
- El que quiere ser maestro de sí mismo quiere hacerse médico matando enfermos.
- La fortuna juega a la pelota con los hombres.
- Vasallos todos, desde el menor hasta el mayor, del tiempo y de la fortuna.
- La naturaleza, sin distinción de personas, corre y sigue su natural victoria y general señorío sobre todos.
- En la vida humana todo es arte. Quizás quiso decir también esto quien dijo "Militia vita hominis", porque ¿qué mayor guerra que haber de vivir con el arnés del arte a cuestas siempre?
- La esperanza es el afecto de todos los humanos que más fácilmente se deja engañar.
- Los ídolos no gustan de ver delante de sí al escultor que los labró.
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El café de Ocata
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El café de Ocata
Lunes. Estación de Ocata.
Lunes. Madrid.
Lunes. Madrid.
Martes. Madrid.
Martes. Barcelona (foto de Ferran Caballero)
Martes. Barcelona (foto de Ferran Caballero)
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El café de Ocata
Por no sé qué razón los de Caixaforum nos han citado una hora antes de la conferencia. Nos han llevado a una sala VIP y nos han dejado solos. Así que hemos tenido que hablar.
Hemos hablado de Sócrates, al que ambos consideramos justamente condenado por corruptor de los jóvenes. Y hemos acordado que el gran corruptor de los jóvenes del siglo XX fue..... Me ha recomendado a Seth Benardete y le he dicho que tengo en casa su biografía y su tesis doctoral (que me la pasó Claudio). Y de Bloom... "mucho más flojo que ...." y de Fukuyama que se pasó al enemigo y ahora anda descolocado. La mujer de Kristol me ha contado cosas de cuando en Harvard eran inseparables Kristol, Kagan y Fukuyama... Kristol se ha encogido de hombros... ¡Qué le vamos a hacer! También hemos tocado el asunto de los judíos catalanes, pero de esto no quiero hablar yo. Kristol estaba interesado por mis primeras lecturas de Strauss. La primera fue La ciudad y el hombre. ¡Claro!, ha dicho él... y hemos estado de acuerdo en que entre lo mejorcico está su comentario al Banquete. Así que he aprovechado para enseñarle el Sobre el Banquete de Platón traducido por J. Carracedo y le he contado su epopeya traductora. ¿Para qué sirve, en realidad, Strauss? También hemos estado de acuerdo en esto: para enseñarte a mirar la historia desde el lado correcto. Todo lo demás viene después.