Sigmund Freud |
Proust y amigos |
Le debo una anotación a un compañero. Desde hace ya mes y medio aproximadamente. Surgía la deuda en una sesión de evaluación, en la que los alumnos de un grupo de 4º de ESO me pedían que la participación en clase fuera una más de las cosas que “cuentan para nota”. Algo que se ha debatido mucho por ahí, tanto en conversaciones informales como en blogs filosóficos y educativos. Y algo que sería decididamente apoyado por algunas corrientes pedagógicas. Sin embargo, es una propuesta que no puedo compartir: valoro la participación de los alumnos como un ingrediente indispensable en clase, pues rompe el monótono soliloquio del profesor. Es sin duda un elemento que dinamiza la clase, que hace los aprendizajes más participativos y personales y que contribuye de una forma decisiva a involucrar a los alumnos en el aula. Siempre dejo participar a los alumnos, desde 4º de ESO a 2º de bachillerato, y si las clases están invadidas de pasividad intento sacar a colación alguna cuestión que pueda motivar la discusión, y de paso actualizar la reflexión o las ideas que se estén abordando durante la clase. Pero todo esto no puede llevarme a convertir esta valoración en un punto más a tener en cuenta para la nota, pues estaría condenando a un tipo de personalidad que no siempre se elige: el tímido.
Vivimos en una sociedad llena de ruido. Hablamos, hablamos y hablamos sin parar. Y cuando no lo hacemos con la voz, tiramos de teclado: la comunicación vía móvil, redes sociales o cualquiera otra herramienta está a la orden del día. Todo esto termina convertido en tendencia, hasta el punto de ir arrinconando a quien, porque simplemente es así, no desea compartir su opinión. Por los motivos que sea: porque ya ha sido expresada, porque no cree que vaya a interesar a otros o simplemente porque “le da cosa”. Por mucho que traten de imponernos un patrón psicológico, las prácticas educativas han de aceptar que las personalidades son múltiples y plurales, que hay quienes hablan más y quienes hablan menos, y que calificar la participación es poner una piedra en el camino de quien, porque es así, tiende a guardarse sus opiniones. Tenemos las televisiones y las radios llenas de sabelotodos, que opinan lo mismo de la crisis de los pepinos que de la inflación, el ascenso de podemos o la puesta en marcha de un cohete a la luna. Hablar, hablar y hablar. Una moda a la que contribuye con su nefasto grano de arena, más bien pedrusco, modas psicológicas de dudosa validez, como el coaching o los libros de autoayuda.
Tienes que superar tu timidez. No seas tímido, habla. Cuéntanos cómo te sientes. Este tipo de consejos no se limitan a tener con frecuencia un efecto contraproducente, sino que a mayores sitúan a los alumnos ante una valoración negativa de uno de sus rasgos de personalidad. Dando por hecho que todos los chavales de 15 o 16 años tienen que ser dicharacheros, comunicativos, participativos. Intervenir en una clase para contar la visión personal de cualquier asunto no puede convertirse en obligación, y no implica necesariamente que se obtenga un mayor provecho de esa clase. Tan importante, o seguramente más, es la actitud de escucha, y la capacidad de repensar por uno mismo las ideas que se exponen, sin necesidad de estar pendiente de formular el pensamiento propio de formal oral para lograr el punto correspondiente a la participación. La actitud participativa tiene aspectos positivos, qué duda cabe, pero no creo que se pueda instrumentalizar para entrar dentro de ese cálculo que tantos y tantos alumnos dominan a la perfección: qué tengo que hacer para aprobar. El alumno tímido e introvertido tiene derecho, pienso, a que los sistemas de evaluación no penalicen un rasgo de su forma de ser. Y más allá: a que la sociedad le permita integrarse sin obligarle a superar su timidez. Sin profesores, pedagogos, especialistas o padres que les digan ¡Participa”.
Codi d'Hammurabi |
Charlie Hebdo es una revista que a los musulmanes no nos gusta, ya que se dedica a la burla de una figura religiosa con lo cual nos desinteresa totalmente.
Yo personalmente creo que se puede reír de cómo actúan los musulmanes, que tipos de musulmanes hay, que cuando le conviene si soy musulmán y cuando no, no lo soy, etc…
Uno puede reírse de la manera en que los musulmanes interpretan el Islam, pero siempre y cuando con un cierto respeto hacia ese público, porque decir que el Corán es una porquería, mucho respeto aquí yo no veo, pero hay figuras sagradas como es Mohamed, que la paz este con él, y es pecado dentro de la religión reírse de esta figura tal como puede ser Dios u otro ser religioso (profetas) que tampoco debemos reírnos nosotros, luego si ellos se ríen, el día del Juicio tomaran su merecido; pero eso no justifica que tú debas matar a un no-creyente.
En segundo lugar, la yihad, la palabra que significa el esfuerzo, como bien dice la gente la yihad está en Islam, escrito en el Corán ‘, pero aquí hay una diferencia entre lo que entiende la gente por yihad’
Les está permitido a quienes son atacados, porque han sido tratados injustamente. -Alá es, ciertamente, poderoso para auxiliarles-. |
También tenemos que apreciar que este libro fue escrito en el año 632 y libera a gente que malinterprete las palabras del Misericordioso. Lo que realmente hacen es cometer un crimen y lo disfrazan como si hubiese sido a causa del Islam.
EJEMPLO: ’’presuntos miembros de Boko Haram secuestraron a 40 jóvenes y niños’’
Hay dos tipos de yihad que designa Mohamed, que la paz este con él, la yihad mayor es el término que utiliza Mohamed, que la paz este con él, qué significa la mejora del musulmán a los ojos de dios, rezando, haciendo el ramadán, etc…
Ahora hablemos de la yihad menor, es un esfuerzo físico, con eso que quiero decir, si tú cumples una serie de requisitos: (Anécdota)
-Una vez un joven preguntó al profeta: ¿Puedo ir a hacer la yihad?
-El profeta le respondió: ¿Hay alguien que pueda cuidar de tus padres?
-Le dijo: No soy hijo único.
-Entonces el profeta le dijo: No, quédate y cuida tus padres y esa es la verdadera yihad para ti.
No estar casado/a (no tener hijos y mujer u hombre al que prestar atención), no estar estudiando, unas ciertas condiciones que no son no contempladas a la hora de adentrarse en la yihad y otra serie de requisitos más…
Puedes ir a hacer la yihad, con esto no me refiero únicamente atacar a gente que este invadiendo tu país y tú debas echarlos, sino que también se puede ayudar a esa población mediante medicina, escolarizando niños/as del país, dando ayuda sanitaria, etc.
La mayoría de musulmanes que deciden ir a la hacer la Yihad no pueden ni levantarse a rezar el Fajr (rezo que se efectúa cuando el sol sale), o pedirles hacer la peregrinación (Al-Hajj), eso es un erróneo sentimiento hacia Allah.
Pero la Yihad únicamente es posible llevarla a cabo si ese país al cual tú viajas está en guerra o con necesidad de ayuda extrema. Ejemplo en Siria, mueren más de 25 niños y niñas al día y luego mueren 12 personas en Francia y causa un caos, con esto no quiero decir que esto no sea grave, pero miremos más allá.
Finalmente, me gustaría decir que los hermanos Kouachi y Amedy Coulibaly por el atentado que cometieron según ellos creían estar luchando por Dios, pero no, no son ni serán musulmanes, por qué lo qué hicieron no me parece, ni es razonable. En este atentado ‘’en nombre de Dios’’ según ellos. Mataron a un musulmán, un policía argelino, musulmán, llamado Ahmed Merabet.
Laussana Bathily que trabajaba en la tienda de judíos de alimentos kosher (fue un héroe según dicen los testigos que estuvieron), intentó ayudar a los trabajadores y clientes que estaban, les propuso huir, primero metió a una familia en un congelador (sin corriente, apagado) para que no fuera descubierta y el resto les propuso saltar hacia un monta-cargas para huir, solo él se atrevió a saltar.
Con el motivo del atentado, millones de musulmanes salieron para manifestarse, porque no querían que se considerara que todos somos radicales.
Je suis Ahmed de allí mi título, del musulmán Ahmed Merabet la paz este con él, y mi más sentido pésame.
forges |
Poco a poco, salvo excepciones, vamos interiorizando y asumiendo valores como la igualdad entre hombres y mujeres. En el ámbito educativo, laboral, social, cultural. Aunque aún queden algunos “rezagados”, es incuestionable que uno de los logros de las últimas décadas es la reducción de la desigualdad. Y aunque aún queda mucho por hacer, hay razones para pensar que estamos ante un proceso irreversible. Cuestiones todas estas que salen en las clases a extinguir de 4º de ESO: la “maldita” Educación ético-cívica sirve, entre otras cosas, para esto. Y el caso es que de los ejemplos que se discuten, se va repitiendo uno en el que chocamos con barreras infranqueables. Un ámbito que, curiosamente, presume precisamente de integrar valores morales. Me estoy refiriendo al deporte. Si miramos hacia atrás, se han producido cambios importantes: ya nadie se escandaliza por que una mujer pretenda correr una maratón, y estamos acostumbrados a que, de ciento en viento, los medios de comunicación estén obligados a dedicar unos minutos al deporte femenino. Sería escandaloso que no lo hicieran cuando aparecen triunfos de carácter internacional, aunque sean en deportes minoritarios. Visto así, parecería que el deporte ha hecho mucho en favor de la igualdad y que ha abierto sus puertas de para en para a la mujer.
Mucho me temo, sin embargo, que puede ser más correcto el análisis opuesto. Una idea preconcebida asocia deporte y esfuerzo físico, y otra sostiene que las mujeres son físicamente más débiles que los hombres. Tenemos entonces el cóctel perfecto para que la mujer viva a la sombra del hombre en el deporte. No sólo porque no se la sigue ni se informa sobre sus logros, sino fundamentalmente porque parte de una división que se considera natural: la separación de hombre y mujeres a la hora de competir. Es algo que todos asumimos como dado, pero que podría al menos replantearse. Pongamos el caso del deporte colectivo: ¿Por qué no obligar a que todos los equipos jueguen con una proporción determinada de hombre y mujeres en sus equipos? La primera respuesta que nos viene a la cabeza: menuda estupidez. Ellas no estarían a la altura porque no corren o golpean con la misma intensidad. La competición perdería en vistosidad y espectáculo. Quién querría ver, por ejemplo, un partido del siglo en el que jugaran cinco mujeres junto a Casillas, Ronaldo, Iniesta y Busquets. La competición perdería su sentido, quedaría desvirtuada.
De fondo, en el debate están contraponiéndose dos grupos de valores: un juego integrador e igualitario frente a una competición gobernada por la fuerza o, por qué no, el dinero. Es muy curioso que en las categorías inferiores existan equipos mixtos y no sea así en las superiores. Lo cual nos dice: en aquellas es verdad eso de que lo importante es jugar. Cuando nos hacemos mayorcitos lo importante es ganar. De esta forma, el deporte es uno de esos reductos extraños en los que las diferencias entre hombres y mujeres no sólo se manifiestan de una forma palpable, sino que incluso se justifican y argumentan. Y a lo mejor no es una locura plantearse la opción de redefinir las reglas del juego, de buscar fórmulas imaginativas que integren a la mujer en el mismo, no sólo en los deportes colectivos, sino también en los individuales. Termina el Dakar y todos vemos en la tele que Laia Sanz logra la novena posición, la mejor lograda por una mujer en toda la historia. ¿Será acaso imposible que un día una mujer logre la victoria? El que se dice el rally más duro del mundo no distingue el sexo de quien conduce, pero por lo visto sí es clave para dar patadas a un balón o meter una pelota por un aro. Si se educa a la mujer para competir de forma diferenciada, estamos enseñándola que es físicamente inferior, poniendo un límite ya en la infancia. Normal que de mayorcitos digamos que el deporte femenino no es comparable al masculino. ¿No sería preferible un deporte menos competitivo pero más igualitario? Quizás uno de los frentes aún pendientes en la lucha por la igualdad.
Alexander Luria |
Lev Vygotski |
Campesino, treinta años:P: El algodón puede crecer solo donde hace calor y el clima es seco, en Inglaterra hace frío y humedad, ¿puede crecer allí el algodón?
R: No lo sé.
P: Piénselo.
R: Yo solo estuve en Kashgaria, no sé otra cosa.
P: ¿Pero de mis palabras se puede sacar alguna conclusión?
R: Si la tierra es buena allí, crecerá el algodón, pero si es mala y húmeda, no crecerá. Si es como en Kashgaria, también crecerá. ¡Si la tierra allí es blanda, claro que crecerá!
P: Todos los osos son blancos allá donde siempre nieva. En Novaya Zemlya siempre hay nieve. ¿De qué color son los osos allí?
R: Solo he visto osos negros y no hablo de lo que no he visto.
P: Pero, ¿qué implican mis palabras?
R: Si una persona no ha estado allí no puede decir nada en palabras. Si un hombre tuviera sesenta u ochenta años y hubiera visto un oso blanco y me lo contara, le podría creer.
FILOSOFIA DEL SEGLE XX: DEL NEOPOSITIVISME A LA MODERNITAT
Casa Elizalde
Del 19 de gener al 23 de març de 2015.
Horari: Dilluns, de 17 a 18,30 h.
Espai: Sala 2.2 - SEGON PIS
Professor: Joan Méndez
Preu del curs: 74.60 € (IVA inclòs)
El curs presenta una visió panoràmica dels grans corrents i pensadors del segle XX, analitzant les seves aportacions teòriques, així com les implicacions pràctiques que han tingut en diversos àmbits.
Programa:
1. Neopositivisme i Cercle de Viena
2. Fenomenologia i Existencialisme
3. La preocupació anal&iacu
... (... continúa)Sobre violència i religió arran dels recents atemptats, vegeu un esplèndid article, ple de referències empíriques (en anglès).