ANNIBALE CARRACCI (1560-1609 ) TWO CHILDREN TEASING A CAT |
Con algo de retraso sobre ese “deber” inexcusable que es el cumplir con el temario, empezamos esta semana a hablar de David Hume. Y en lo que se presenta un poco el autor y la obra que ha de comentarse en las P.A.U. ha salido esa idea, tan general como por otro lado aproximada a la realidad, que asocia al pensamiento británico con el empirismo y al continental con el racionalismo y el pensamiento especulativo. Se podrá decir que se escamotea algún nombre, pero la lista de empiristas británicos es bien larga: Ockham, Bacon, Hobbes, Berkeley, Locke, Hume, Russell… y no menos racionalistas, “especulativos” o “metafísicos” pueden encontrarse en Francia o Alemania. claro que hay honrosas excepciones: el positivismo de Comte o el Círculo de Viena estarían más cercanos al empirismo británico que a la tradición continental. Pero claro, son eso: honrosas excepciones. El análisis geográfico también nos sirve para Estados Unidos, que es el país del pragmatismo. Si hay algo que hermane a Inglaterra y a EEUU, mucho más todavía que la lengua compartida, es precisamente el concepto de “utilidad”, por lo que no es una locura pensar que William James es el “hijo” filosófico de Bentham o de Stuart Mill. Más interesantes que constatar esta correlación es preguntarse por las causas de las mismas.
No hace falta ser un experto en filosofía para apuntar una causa inmediata: la propia cultura y la tradición. Podemos dar por hecho que si alguien va a formarse en filosofía a las islas británicas, recibirá una sólida base de empirismo. De la misma forma que quien decida acudir a cualquier centro superior en Europa probablemente será encaminado hacia la especulación. En otras palabras: hay tendencias formadas históricamente que se encargar de prolongarse en el tiempo, tanto a través de las instituciones educativas como de publicaciones, premios, reconocimientos, etc. La “industria académica” se encarga de replicarse a sí misma en el tiempo, asentando precisamente las diferentes “escuelas” de pensamiento. Esta explicación sociológica, sin embargo, puede satisfacer nuestra curiosidad solo en parte. Podríamos aplicar aquella conocida parte de las vías tomistas: cultura y educación explicarían cómo se transmite una forma de pensamiento, pero no las circunstancias en que surgió. La pregunta entonces podría reformularse de esta manera: ¿Por qué el primer empirista británico se hizo empirista? ¿Qué llevó al racionalismo a instalarse en el continente?
La respuesta es difícil y nos lleva en cierta forma a la perplejidad: o admitimos que haya un gen “empirista” y otro “especulativo”, cosa difícil de aceptar, o quizás tengamos que dar ciertos visos de credibilidad a la tesis que, a modo de interrogación, preside la anotación: la tierra piensa. Algo de esto está ya en la filosofía de ese especulativo que fue Hegel. De alguna forma pensamos desde el paisaje, desde las necesidades y urgencias que la tierra nos impone. El clima, el camino, la montaña y el río nos invitarían a orientar nuestras ideas en una u otra dirección. La ciudad y la calle se terminan colando entre las ideas, de la misma forma que lo harían las vivencias políticas o las condiciones económicas. El pensamiento, como la ciencia o el arte no nacerían del vacío más absoluto, sino que vendrían empujados por todos estos detalles que rodean al ser humano y que en cierta forma terminan confiriéndole una identidad, un carácter. Quizás esa orientación práctica de la vida se impone en los pensadores británicos sobre cualquier consideración metafísica precisamente porque la hora de filosofar coincide con la del té, con las representaciones teatrales de Londres o la de ir a dar un paseo por la campiña. Y nunca sabremos si esa tendencia a la especulación es descendiente directa de la admiración ante un cielo estrellado, como dijo Kant, o de un tremendo paisaje montañoso que anonada al ser humano. A lo mejor piensa la tierra más de lo que creemos, o a lo mejor somos simplemente sus humildes voceros.
Els pastors de l'Arcàdia |
"---Hum....--- decidan ustedes mismos---, la mayoría de las veces nuestra voluntad resulta errónea a causa del equívoco punto de vista que tenemos sobre nuestras ventajas. Por ello, a veces deseamos cosas absolutamente absurdas, pues a causa de nuestra estupidez, vemos en ellas el camino más fácil para la consecución de alguna presunta ventaja. Pero el día en que todo esté explicado y calculado sobre el papel (lo que es muy probable, ya que resulta repugnante pensar que haya leyes de la Naturaleza que el hombre jamás descubrirá), entonces sera cuando desaparezcan los así llamados deseos. Porque el día en que la voluntad esté completamente confabulada con la razón, será cuando razonaremos y ya no desearemos, pues será imposible desear algo que no tenga sentido para la razón"
¿Y si resumimos la vida en la Tierra en un solo año?
1 de enero. Empieza la vida en la Tierra.
4 de octubre. Los primeros organismos multicelulares aparecen sobre la Tierra.
29 de noviembre. Aparecen los primeros vertebrados.
15 de diciembre. Aparecen los mamíferos.
26 de diciembre. Aparecen los primates.
31 de diciembre a mediodía. Aparecen los homínidos.
31 de diciembre a las 23:45. Homo sapiens, nuestra especie, aparece
by Manel Fontdevila |
El filósofo español Julián Marías escribe el curioso dato al cerciorarse de que «La palabra “autenticidad” es una palabra evidentemente de origen helénico – y en griego, otra palabra es estlom. Estlom es una palabra que ha quedado confinada a la lengua: es interesante porque actualmente la palabra está ocupada, diríamos, por la idea de etimología. La etimología es el origen verdadero de las palabras; es naturalmente lo que muestra de dónde proceden las palabras que se usan en una lengua determinada, en el presente. Pero originariamente no es solamente esto: hay textos remotísimos, incluso homéricos, en que aparece la palabra estlom como “lo verdadero”.»[1]
Sin embargo, como en el ámbito de la falsedad, lo auténtico también tiene aristas que tienen que ver con lo metafísico, con lo ético y con lo epistemológico. Sigue Marías diciendo que «El hombre necesita interpretar la realidad. El hombre necesita, para poder vivir, saber a qué atenerse; esto es la función capital. Esto lo hace todo hombre, en toda época, pero lo hace en ciertas condiciones que justamente no son filosofía. Por una parte, se deja llevar por las interpretaciones recibidas: las creencias recibidas, los usos que encarrillan su vida y la conducen… hacen que el hombre viva normalmente sabiendo a qué atenerse, respecto de un número muy considerable de cosas y, por tanto, orienta su vida. Por otra parte, hay un momento quizá en que el hombre necesita una certidumbre, necesita también saber a qué atenerse respecto a algo que tiene un carácter total, global o realidades que no son patentes, no son manifiestas, que están latentes.»[2]
Pero qué hay de aquél compromiso que nos hace ser auténticos, cómo configurar esto en una ontología vinculada con un comportamiento de corte moral. El discípulo de Ortega aclara de la graduación de lo auténtico: «Ahora bien, la filosofía tiene grados de autenticidad: ¿desde dónde se hace la filosofía, en virtud de qué, respecto de qué problemas, en qué circunstancias, y, naturalmente, cuál es la respuesta fundamental del que hace filosofía?
Ortega escribió sobre la busca de la verdad como condición del filósofo, y se preguntaba: hay algo importante que es la veracidad y ¿en qué medida el filósofo es veraz? Lo es, en grados desiguales. En cambio, contrastaba con otros filósofos, tal vez menos geniales pero más veraces, como, por ejemplo, Dilthey. Ha habido filósofos que no han dicho más que lo que estaban viendo realmente: son grados superiores de autenticidad.»
Otro filósofo que habló del comportamiento del humano auténtico, más en concreto del filósofo auténtico fue Nietzche en su aforismo 292 en Más allá del bien y del mal. Allí dice lo siguiente: «Un ser humano que todo el tiempo se la pasa viviendo, viendo, escuchando, acostumbrándose, esperando, soñando cosas extraordinarias; es alguien que es golpeado por sus propios pensamientos, como si fuesen externos, como si viniesen desde arriba y desde abajo, como si lo golpeasen una suerte de rayos y de acontecimientos muy suyos; es él mismo quizás una tormenta que con rayos nuevos va gestando planes; un hombre fatal, alrededor del cual siempre surgen resentimientos y murmuraciones, se zanjan brechas abismales y suceden cosas molestosas y angustiantes. Un filósofo pues, es un ser que muchas veces huye de sí mismo, que muchas veces se teme a sí mismo, pero que es demasiado curioso como para no «volver en sí» una y otra vez.»
[1] Marías, Julián, Conferencia: Filosofía y Autenticidad, Madrid, 1999. Edición: Ana Lúcia Carvalho Fujikura)
[2] Ibíd.
La entrada Qué es la Autenticidad aparece primero en Blog de Filosofía - Filosóficamente.
Daniel Kahneman |
El Roto |
Carles Miralles |
El Roto Com reaccionem davant d'una agressió masclista? [multimedia.farodevigo.es] |
Noam Chomsky |