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El café de Ocata
Habla Ignacio Peyró en ese (entre otras muchas cosas) tratado de pedagogía que ha escrito con el nombre de Pompa y circunstancia, del "esnobismo inverso", que es el propio del esnob que cree que toda pretensión o afirmación de excelencia –intelectual, estética, formativa o biográfica- resulta de mal gusto por herir la susceptibilidad ajena y, ante todo, por atentar contra el igualitarismo.
No es el primero en observar este fenómeno, tan característico de nuestro tiempo. El 9 de junio de 1964, Mary McCarthy escribe a Hannah Arendt desde París: "Me da la impresión, quizá subjetivamente, que el gusano de la igualdad (...) está dejando de lado las 'diferencias de clase' entre lo sano y lo insano, lo bello y lo feo, lo bueno y lo malo. Concretamente, me doy cuenta de que me siento culpable y rara en presencia de un psicótico, como si yo, en nombre de la igualdad, tuviera que ocultar mi salud mental. Lo mismo me pasa con alguien que es estúpido, me mortifica hablar con una persona así, tengo miedo de decir algo que pueda sacar a la luz su estupidez".
El día 23, Hannah Arendt le contesta a su amiga desde Nueva York: "Este comparar constantemente es realmente la quintaesencia de la vulgaridad. Si no caes en este hábito espantoso, inmediatamente te acusan de arrogante, como si al no compararte te estuvieras situando por encima de todos."
Efectivamente, la actual conciencia democrática es refractaria a las ideas de autoridad, élite o excelencia. Tanto es así que incluso las modernas jerarquías hacen todo lo posible para ganar su legitimidad fingiendo que, en realidad, no son tan diferentes del ciudadano medio. ¿Quién aceptaría hoy definir la autoridad como el derecho a ser obedecido? La demanda de igualdad ha sustituido en el ranking de valores a la antigua demanda de virtud, aparentemente, un poco obsoleta. En esta misma dirección, Michael Young, profesor emérito del Instituto de Educación de la Universidad de Londres, declaraba no hace mucho tiempo que hay profesores que, para no frustrar a sus alumnos, no se atreven a decirles que se han equivocado.
Queremos ser iguales. Pero no sé si está muy claro lo que entendemos por igual. Tengo la convicción de que se trata de algo diferente de lo que entendieron las generaciones pasadas. Si atendemos a las efectivas reclamaciones de igualdad, lo que observamos es que nadie quiere ser igual a los demás. Lo que se reclama es un igual derecho a ser diferente, porque entendemos la diferencia como la máxima expresión de la libertad y de la autenticidad.
Hace unos meses circulaba por Internet la noticia de que una asociación deportiva de Ontario animaba a los niños a jugar al fútbol sin balón para evitar que haya perdedores. "Queremos -declaraba el promotor de la idea- que nuestros hijos aprendan que el deporte no tiene nada que ver con la competición, sino con la imaginación. Si imaginas que eres un buen jugador de fútbol, entonces lo eres". La noticia parecía perfectamente verosímil, aunque era falsa. Pero lo noticiable residía, a mi parecer, en su verosimilitud.
Desde que Nathaniel Braen publicó La Psicología de la autoestima, en 1969, hemos hecho todo lo posible para ocultar el fracaso en la escuela. Hay muchos maestros convencidos de la existencia de una relación directa entre el incremento de la autoestima de un alumno y de sus resultados. Sin embargo, abundan los estudios que muestran una relación negativa. Tengan en cuenta lo siguiente: (1) cuando más defienda alguien la importancia de la autoestima para el aprendizaje, menos conoce los estudios relevantes sobre esta cuestión y, (2), cuando más relevantes son estos estudios, menos obvia se muestra esta relación.
El elogio indiscriminado produce más efectos negativos que positivos. El niño que oye continuamente que es muy inteligente, se convierte fácilmente en un narcisista con miedo al riesgo, porque no quiere defraudar las esperanzas que los adultos depositan continuamente en él.
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El café de Ocata
Mira que hemos perdido tiempo intentando aclararnos sobre lo sublime: que si una inquietante extrañeza y que si bla-bla-blá. Lo sublime, amigos, es esto: la perfección exacta de este aceite que me ha enviado desde Jaén la profesora Isabel María Ayala Herrera y que le da pleno sentido a aquella sentencia de -creo- Epicuro: Cuando vayas al mercado, no olvides volver con un amigo nuevo. Yo fui a Jaén y volví a casa con la amistad de Isabel. ¡Bendita sea!
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El café de Ocata
Resulta que, según Mariano Sigman, las neurociencias dicen muchas cosas. La verdad es que ya nos venían advirtiendo los neurocientíficos de verdad que para retener, hay que insistir. Pero no son las neurociencias las que orientan a algunos innovadores sino lo que bien podemos llamar la pedagogía hedonista... o sibarita. Pienso en lo que escribe Séneca en su
De ira a propósito del sibarita Mindíride, que al ver a uno que levantaba mucho la azada mientras cavaba, prohibió, entre quejas de cansancio, que se realizara este trabajo ante su vista.
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El café de Ocata
He comenzado a preparar una conferencia que con gran placer daré en Alicante, porque hay cosas que deben ser hechas con tiento:
Revisando papeles y señales de libros ya leídos, no dejo de topar con maravillas como, por ejemplo, estos versillos de Quevedo:
Permite que yo seael olmo desa vid, y que con lazos,dándote mil abrazos,tejida en laberintos mil te veas,que en lo que toca a besos, comedido,menos de los que das al jarro, pido. Hoy ha sido también un buen día, a pesar de que se ha levantado a media mañana una extraña niebla que parecía más propia del Támesis que del Mediterráneo y que dejaba en el ambiente un toque de irrealidad. Pero el día ha sido bueno porque he comido con José Luis López Bulla y Jordi Nadal, de Plataforma Editorial, en La Cuina dels Capitans, en el puerto del Masnou. Ha contribuido a mejorarlo la llegada de esta invitación, que les paso a todos ustedes. Por cierto, falta un nombre importante... pero todo a su debido tiempo.
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20:44
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El café de Ocata
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8:23
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El café de Ocata
"Un intelectual de los viejos tiempos, José Bergamín, próximo a Herri Batasuna, se lo dijo a Fernando Savater poco antes de morir en 1983 bajo un gobierno socialista elegido democráticamente: «Desengáñate; lo que este país necesita es otra guerra civil, pero que esta vez ganen los buenos»
Juan Francisco Fuentes: Transición, democracia y nihilismo
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El café de Ocata
Jacques es Jacques Mornard, es decir, Ramón Mercader. ¿Y Pedro? No estoy seguro. Quizás Eitingon, a quien Ramón conocía con este nombre cuando durante la guerra civil española formó parte del comando dirigido por el ruso.
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El café de Ocata
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El café de Ocata
Juan Manuel de Prada le dedica su Raros como yo de este sábado (ver ABC Cultural) a un raro que merece como pocos este calificativo, al "descabalado, disperso y un tanto delirante, Felisberto Hernández". "En París (a donde había viajado gracias a una beca que le consiguieron Supervielle y Roger Callois)se enamora de María Luisa Heras [sic], una modista española con la que también se casa, para no variar, y de la que se divorcia para volver a vivir con su madre en la pensión pulgosa de siempre".
De Prada se olvida de un pequeño detalle: María Luisa Heras es la ceutí África de las Heras, una de las agentes más importantes de la historia del KGB.
Comenzó a colaborar con los soviéticos en Barcelona durante la guerra civil y en la URSS tuvo una destacada actuación como guerrillera actuando tras las filas alemanas. En abril de 1944 le concedieron la Orden de la Estrella Roja, la medalla del Guerrillero de primer grado, la Medalla de la Defensa de Moscú y la Medalla de la Victoria. Pocas mujeres alcanzaron un medallero más excelso que el suyo y pocas, también, lo tuvieron más merecido. Inmediatamente después asistió a varios cursos para completar su dominio del ruso y de las técnicas de espionaje. En enero de 1946 fue enviada a París, vía Berlín, donde se hizo pasar por María Luisa de las Heras, una exiliada política española. Alquiló un apartamento en el número 82 de la calle Lauriston, en la orilla derecha del Sena, donde montó un taller de modista. Siempre fue muy buena con la aguja de coser. No tardó en ganarse una cierta reputación y atender a una clientela distinguida. Su objetivo en París era Felisberto Hernández, de convicciones marcadamente anticomunistas. Parece que se conocieron en el Pen Club, el 13 de diciembre del 47, con ocasión de la presentación de Filisberto en la sociedad literaria parisina por parte de Jules Supervielle. Gracias a Felisberto obtuvo los documentos legales que le permitieron desplazarse a Uruguay. Embarcó en Burdeos en el transatlántico Kerguelen el 3 de diciembre de 1948 y desembarcó en Montevideo el 27 de diciembre. Ya podía dedicarse a la misión que le habían encomendado en Moscú: la creación de una red de espionaje en el Cono Sur. Al principio, Felisberto y África vivieron en apartamentos separados, pero próximos, en la calle Juan Manuel Blanes. Se casaron el 14 de febrero de 1949 y a partir de entonces comenzó una historia de la que nos desentenderemos nosotros. Baste decir que África no se casó para ser feliz, sino para tener una buena cobertura para sus operaciones de espionaje. Y mientras la cobertura fue necesaria, permaneció casada. Dos años. Sudoplatov -una alta figura del KGB- dice estuvo trabajando con Rudolf Abel. Si esto es cierto, hemos de tener en cuenta que la red de espionaje que consiguió tramar Abel, con conexiones en Nueva York, California, Brasil, México y Argentina, fue decisiva para la obtención de los secretos atómicos norteamericanos. África acabó sus días como “profesora particular” de agentes a los que daba clases en su propio piso en Moscú, en el Sadóboye Koltsó, cerca del metro Smolenskaya.
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El café de Ocata
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El café de Ocata
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El café de Ocata
–¿Cómo es que Cristo perdonó a todos? –pregunta Kornílov.
–Cristo podía perdonar y absolver –contesta el padre Andréi–. Por eso lo llamamos redentor. Es Dios, después de todo. ¿Por qué tuvo que morir, sufrir? ¿Hemos pensado en ello? (…) La moraleja de esta fábula es sencilla: ni siquiera Dios se atrevió, escuche bien, a perdonar a los hombres desde el cielo. Porque el valor de un perdón como ése sería nulo. No, desciende de tu Sinaí, métete en el pellejo infame de un esclavo, vive y trabaja 33 años como carpintero en una ciudad pequeña y sucia, soporta todo lo que un hombre puede soportar de otros hombres, y cuando… te laceren con látigos, te arrastren luego con una cuerda y te crucifiquen desnudo en un poste, expuesto a la vergüenza y al escarnio, pregúntate desde lo alto de ese maldito árbol: ¿amas a los hombres como antes o no? Y si dices: “Sí, los amo como antes. ¡Tal como son! ¡De todos modos los amo!”, entonces, ¡perdona! Pues tu perdón tendrá una fuerza tan terrible que quienquiera que crea que puede ser perdonado por ti será perdonado. Porque no es Dios en el cielo quien les perdonó el pecado, sino un esclavo crucificado. ¡Esto es lo que significa la fábula de la redención!
–¿Podría usted perdonar a Judas?
–¿Por qué no? ¿Quién era Judas, a fin de cuentas? Un hombre que había sobrevalorado terriblemente sus fuerzas. Tres cuartos de los traidores son mártires fracasados.
Dombrovski en Salmonetes
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El café de Ocata
La cosa se presentaba bien. Mi mujer se iba a Pamplona y yo me quedaba de Rodríguez durante estos días. El lunes aún pude disfrutar de una cena en la Barceloneta con mis amigos lacanianos (desengáñense, la amistad es un vicio), pero la noche del lunes al martes vi de repente reducida drásticamente mi autonomía a un radio no mayor de 10 metros de la taza del váter. Un virus, dicen. Pero los hombres no estamos hechos para estar malitos sin poder lamentarnos. La soledad es esto.
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El café de Ocata
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19:12
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El café de Ocata
La empatía es la capacidad de identificarse con alguien y de compartir sus sentimientos. Lo que nunca está claro es si ese "alguien" con el que creemos identificarnos es algo más que una imagen aproximada del alguien real.
(B., estoy escuchando el preludio de la sinfonía número 4 de Charles Ives).
Para asegurarnos nuestra identificación con alguien, previamente debiéramos entenderlo bien, pero tampoco está claro qué quiere decir esto. ¿Significa entenderlo de manera objetiva y precisa, de manera superior a como él se entiende subjetivamente a sí mismo o significa entenderlo exactamente de la manera como él se entiende a sí mismo?
¿Pero acaso alguien se conoce a sí mismo?
"De lo que se trata en la vida", escribe Phillip Roth en su Pastoral americana -y Roth de estas cosas sabía mucho- "no es de entender bien al prójimo. Vivir consiste en malentenderlo, malentenderlo una vez y otra y muchas más, y entonces, tras una cuidadosa reflexión, malentenderlo de nuevo. Así sabemos que estamos vivos, porque nos equivocamos".
Insisto: ¿Por qué habríamos de entender al otro si no nos entendemos a nosotros mismos? Quien no tenga alguna zona de su alma en penumbra, que levante la mano.
"Nadie me conoce mejor que yo mismo", nos confesó el gran San Agustín, "y, sin embargo, no puedo estar seguro de lo que haré el día de mañana."
Conclusión: la empatía es la forma beata de la incomprensión.
Nota: cuando ustedes vean aparecer muchos posts en este café, es que estoy de Rodríguez.
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El café de Ocata
Últimamente parece de gran altura moral sentir vergüenza de ser europeo, a pesar de que no hay nada más europeo que sentir nostalgia de lo que no se es, sea Atenas, Jerusalén o, en otro tiempo, Moscú. Curiosamente, muchos de estos nostálgicos lo que parecen lamentar de Europa es que no se comporte como un hotel en el que todos tendríamos derecho a ser servidos de manera eficiente y de acuerdo con nuestros valores, sin sentirnos obligados a dar nada a cambio. O sí: A cambio de sus demandas ofrecen su desafección.
¿Cómo no sentirse incómodo con la manera errática y vergonzosa con que los líderes europeos están encarando la crisis de los refugiados? Pero deberíamos preguntarnos también si, al actuar así no están pensando en las medidas que obtendrán el mayor consenso entre la ciudadanía europea, porque la política democrática no se hace con el bien, sino con el consenso (para bien y para mal).
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El café de Ocata
Nuestros abuelos no iban a misa a que les hablaran de Dios, sino a que les explicaran el mundo, que era lo que de verdad les urgía. Desde el púlpito se les explicaba el orden de las cosas, de manera que salían de la iglesia convencidos de que cada cosa estaba en su lugar y de que habían un orden en el mundo.
Pero nosotros sabemos que el negociado de la explicación del mundo no se encuentra en los púlpitos, sino en las cátedras de las universidades.
Claro que entre el mundo que se explica en las universidades y el mundo abandonado por los curas (ahora se limitan a decirnos que seamos buenos en el seno de un mundo que no explican) está nuestro mundo, el de la vida, ese mundo en el que tenemos que actuar para dar respuesta con nuestra pobre inteligencia a los problemas impostergables que nos salen al paso. Como ya no tenemos la ayuda de la iglesia y la de la ciencia nos pilla lejos, debemos salir del paso como podemos. A salir del paso como se puede se le llama prudencia.
La prudencia es la virtud que debería sustituir a la religión y a la ciencia a la hora de regir nuestros pasos. Pero nuestra insensata prudencia no da para tanto.
El nihilismo es lo que acaba surgiendo cuando nos vemos obligados a sustituir la ciencia (la del púlpito o la de la cátedra) por la prudencia.
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El café de Ocata
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El café de Ocata
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El café de Ocata
Knowledge Matters is a campaign to make building knowledge Job One for American education.
Nearly every major educational goal—from improving reading comprehension and critical thinking to problem solving and creativity—is knowledge based. Without a solid foundation of content knowledge built from the first days of school, higher academic standards and better student outcomes will not be achieved. Fifty years of research definitively shows that knowledge is vital to language comprehension—the starting line for all other learning and analysis. Broad, shared knowledge is vital to citizenship, too, yet the curriculum of many schools has narrowed. To address this challenge, we must ensure that history, science, geography, art, music, and more are generously taught to all students, especially those least likely to gain such knowledge outside school.
Knowledge Matters
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El café de Ocata
"Los niños que se hacían los enfermos para faltar a clases, ahora quieren ir con fiebre e incluso los sábados. No tienen tareas, pero llegan a su casa tan motivados, que siguen trabajando. Los que tenían problemas de aprendizaje ahora son los líderes. Los profesores confiesan haber redescubierto su vocación".
AQUÍ
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El café de Ocata
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El café de Ocata
...We conclude that – in addition to intelligence as powerful cognitive predictor – conscientiousness is the crucial noncognitive predictor for school achievement and should be focused on when supporting students in improving their performance.
AQUÍ
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El café de Ocata
"One of the most perplexing of human phenomena is the case of person who do 'in goog faith' the sort of things which logical demonstration can easily prove to be incompatible with good faith" - John Dewey, Freedom and Culture.
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El café de Ocata
Recordad siempre que, a diferencia del cerebro de las neurociencias, vuestro alumno no es una hipótesis.
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El café de Ocata
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El café de Ocata
"If one could control the songs of a nation, one need no care who made its laws". - John Dewey
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El café de Ocata
Inesperadamente -que así llegan las cosas importantes- estoy viviendo un ménage à trois. Y confieso que disfruto. Los implicados somos mi amiga parisina B., Maurice Ravel y un servidor de ustedes. Si Eros, como decía Nono de Panópolis, es "lo que mantiene la unión", esta es una relación erótica que, por fortuna, se desarrolla en la intimidad pero sin ocultarnos de nadie.
Ya era devoto de Ravel antes de formar este trío, pero ahora la devoción se ha transformado en pasión compartida.
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El café de Ocata
Esto de las competencias fue puesto en marcha en 1973 por David McClelland con un artículo titulado Testing for competence rather than for intelligence en el que criticaba los límites de los tests tradicionales de evaluación de la inteligencia por mostrar una capacidad predictiva tan reducida que era imposible hacerse, a partir de ellos, una idea concreta de la evolución de un alumno y de su futuro profesional. Los tests de aptitudes serían mucho más fiables. Conclusión: Había que reformular el concepto de inteligencia para verla como la excelencia en la resolución de retos profesionales.
Para que este proyecto tuviera éxito, era imprescindible identificar nítidamente esos retos profesionales o, dicho en el vocabulario de McClelland, las competencias específicas. Al adentrarse en este camino, no tardó en darse cuenta de que -como ya había visto Aristóteles- las competencias no se pueden definir a priori. Su lógica nos exige verlas en funcionamiento. Del mismo modo que el buen pianista sólo es reconocible interpretando música de manera virtuosa, la competencia de, por ejemplo, un director general, debe buscarse en la práctica de los mejores directores generales. Es la práctica exitosa la que nos muestra a las personas competentes. No es la teoría competencial la que nos garantiza el éxito de una empresa.
La conclusión es, entonces, clara: el niño sólo es competente en acto resolviendo tareas infantiles, pero no sabemos si sus competencias infantiles predicen sus competencias adultas.
Insisto en que en su origen, las competencias fueron concebidas como puntos de contacto y articulación entre el mundo educativo y el laboral. En este sentido, por ejemplo, el Departamento de Educación y Trabajo de los Estados Unidos creó la Secretary's Commission on Achieving Necessary Skills (SCANS) para definir las competencias y capacidades que los trabajadores debían poseer para encontrar trabajo en el futuro. Los resultados se publicaron en un estudio titulado What Work Requires of Schools: A SCANS Report for America 2000, que contenía un listado muy complejo de competencias profesionales.
Desde esta fecha hasta el presente los listados de competencias no han hecho más que crecer y en el mundo de la teoría competencial se encuentran competencias para todos los gustos. Es inevitable que así sea por dos razones básicas:1) Porque el Factor G (la inteligencia general) continúa apareciéndonos de manera protagonista en todas estas listas.2) Porque en el fondo lo que está en juego no son las competencias, sino el modelo de hombre que tenemos presente y aquí, topamos -¡menos mal!- con la ideología.
En la escuela se ha impuesto la idea de que todos los niños son competentes. Si no en una cosa, en otra, pero todos llevarían bajo el brazo un potencial que debe ser desarrollado. Esta idea suele encontrar un aliado en la teoría de los estilos de aprendizaje. Pero si nos tomamos en serio las competencias y no nos hacemos trampas a nosotros mismos, tenemos que aceptar que cuanta más relevancia otorguemos a las competencias, más relevancia otorgamos también a los modelos y, en consecuencia, más nítidamente se nos pondrá de manifiesto lo que Sennett llama el “fantasma de la inutilidad”, es decir, el incompetente.
En las recientes listas de competencias suele ocupar un lugar privilegiado la de "aprender a aprender" o la de "adaptación a nuevas necesidades".
Yo sigo pensando que -como Vigotsky puso de manifiesto- lo de aprender a aprender tendría sentido si el contenido del aprendizaje no condicionara la manera de aprenderlo, es decir, si el objeto del conocimiento matemático no nos impusiera una manera de aprender que es muy distinta a la que nos impone el objeto del conocimiento histórico, por ejemplo. Pero aceptemos el hecho de que hay personas que se muestran más dúctiles que otras: son más capaces de readaptarse con éxito a nuevas exigencias profesionales. ¿Qué es lo que caracteriza su ductilidad?
Lo que una y otra vez descubrimos es que cuanto mayor es la inteligencia de una persona, mayor capacidad tiene para la adaptación a nuevas condiciones laborales y, por lo tanto, mayor es su rendimiento laboral y mayor también, en resumidas cuentas, su competencia para aprender a aprender. La capacidad intelectual de una persona tiene mucho que ver con su ritmo de adquisición del conocimiento necesario para desempeñar un trabajo. Llegamos así a la paradoja -paradoja para las tesis del movimiento competencial- de que los estudiantes que mejores resultados obtienen en los tests de aptitudes son, de manera mayoritaria, los que tienen mejores notas en el bachillerato convencional.
No hay manera de escapar del llamado Factor G (inteligencia general), es decir, de la inteligencia lingüística, matemática y espacial, porque si lo echas por la puerta te entra por la ventana.
Si lo anterior es cierto, entonces al mismo tiempo que nos preguntamos por las competencias del alumno, debemos hacerlo por las competencias de la escuela.
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El café de Ocata
Sugiere Lev Shestov en Apoteosis de lo infundado que el sistema es la justificación del cansancio, pues cuando un pensador pierde la capacidad y la fuerza para avanzar, comienza a asegurar que ha llegado hasta el fin. Es decir, confunde la verdad última con el límite de sus fuerzas. Llegado a este límite, mira a su alrededor y arrambla con lo que el entorno le proporciona para disponerse a elaborar una concepción del mundo.
Es decir: el filósofo que nos entrega un sistema sólo nos está ocultando su autoengaño. Si fuera un filósofo de verdad, cabal, genuino, se mantendría fiel a lo que dice ser, filósofo, y renunciaría por principio a cualquier forma de sedentarismo.
"El auténtico investigador de la vida no tiene derecho a ser un hombre sedentario", asegura Shestov. Y añade algo que hoy nos resulta un poco difícil de entender: "El orden con el que sueñan los filósofos existe sólo en las aulas".
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El café de Ocata
El lujo de poder hacer cosas como esta.
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El café de Ocata
El cuento de los estilos de aprendizaje
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El café de Ocata
No soy científico y no tengo la explicación para este fenómeno, que sin duda la tendrá, pero me he quedado boquiabierto contemplando esta exuberancia meteórica trinitaria. Curiosamente, ningún otro paseante por la playa de Ocata parecía darle la más mínima importancia al milagro de la luz. Aquí tienen la prueba de mi gozosa perplejidad. Yo estaba allí.
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El café de Ocata
... y si lo dice a él, que es un sabio estilita, va a misa:
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El café de Ocata
Y, honestamente, ¿el trabajo en equipo no está sobrevalorado? Olvídense de la teoría, ¿qué encuentran en su propia experiencia laboral?
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El café de Ocata
Sin ironías: ¿Hay algún estudio serio que demuestre que el aprendizaje por competencias hace a los alumnos más competentes?
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El café de Ocata
Hoy es de buen tono pedagógico despreciar la memoria. ¿Pero conocen ustedes a alguien que no quiera tener más memoria de la que tiene?
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El café de Ocata
La primavera de Munich, de Jordi Amat, puede leerse de muchas maneras. Por ejemplo como una casi-biografía de Ridruejo con Gorkin al fondo, o, también, como la historia de por qué no fue posible una alternativa al franquismo que excluyera a los franquistas y a los comunistas. La única alternativa efectiva resultó ser la que incluyó a los que hasta hacía muy poco no habían sido demócratas. El hecho de que Fraga y Carrillo se dieran la mano es lo que permitió que tanto el franquismo como el estalinismo se heredarán a sí mismos en su peculiar metamorfosis interna.
Entre Fraga y Carrillo quedaban eclipsados los esfuerzos del Congreso por la Libertad de la Cultura para evitar precisamente esta imagen y, con ellos, muchas figuras políticas relevantes que en poco tiempo quedaron aparcados en los márgenes de la transición española.
Lo que el Congreso hubiera querido hubiera sido que esta foto recogiera, por ejemplo, un encaje de manos entre Gil Robles y Madariaga... o entre Ridruejo y Llopis, que abriera las puertas de España a Europa. Pero no contaba a su favor con la realidad. Como Jordi Amat resalta, con acierto, la guerra civil española resultó ser también el "conflicto prologal de la guerra fría" y España se convirtió en una pieza del gran tablero estratégico de la política internacional. En este tablero la fidelidad de Franco al anticomunismo, estaba asegurada y eso explica su abrazo con Eisenhower. Esto era lo relevante para los Estados Unidos. Pero el abrazo no disminuyó el apoyo del Congreso a los que, para entendernos, podemos llamar "los hombres de Múnich", que fue muy notable. Gastó tanto dinero en ellos que hasta el mismo Gorkin se sorprendió al conocer la cifra exacta, que quizás nosotros conozcamos algún día.
A mi parecer, este es el aspecto más interesante del libro: desvela la enorme importancia del Congreso, sobre todo a partir de 1958, en la conformación una conciencia política que fuese a la vez antifranquista y anticomunista. Jordi Amat ha abierto una enorme vía de investigación. Un filón que podría obligarnos a replantear bastantes cosas.
"En política todo lo imposible es inmoral", dejó dicho Ridruejo. Así sería, efectivamente, si supiéramos a ciencia cierta dónde se encuentran los límites entre lo posible y lo imposible. ¿Era posible que
The New York Times descubriera y publicase el apoyo de la CIA al Congreso? ¿Era posible que esta información produjese en poco tiempo el desmoronamiento de toda su estructura, que acabará convirtiendo a Gorkin en "un fósil de la guerra fría"?
Así recogía la revista TRIUNFO el informe sobre la relación de la CIA y el Congreso.Quedan sin embargo dos preguntas.
La primera: ¿El hecho de que el Congreso por la Libertad de la Cultura no fuera vencido por el comunismo, sino por la libertad de prensa, no suponía en cierta forma el triunfo de sus ideales?
La segunda: ¿Si tenemos en cuenta la cantidad de pintores, poetas, novelistas, ensayistas de primerísima fila... que fueron subvencionados por el Congreso, no le debemos algún tipo de agradecimiento?
Nota: pueden hacerme ustedes las preguntas que consideren oportunas porque de aquí a pocos días como con Jordi Amat en el puerto del Masnou y se las trasladaré a él.
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El café de Ocata
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El café de Ocata
Es este un libro para leer despacio porque más allá de las intenciones del autor -que ha hecho un magnífico trabajo-, hay en él una acusación indirecta a todos los que, puesto que hacíamos oposición al franquismo, nos creíamos bien informados. ¡Qué ignorantes éramos! Pero esa ignorancia no nos exime de culpa: fuimos culpables de nuestro grosero analfabetismo político. Fuimos culpables, por ejemplo, de sentirnos más cerca de Pasionaria que de Salvador de Madariaga; de perdonarle a Miguel Hernández sus loas al Campesino y Antonio Machado su deseo de ofrecerle su pluma a Líster a cambio de su pistola; de no querer ver el chulesco estalinismo de Neruda, de no querer saber de dónde había salido Ramón Mercader, de no tener reparos a la hora de manifestarnos al lado de un estalinista mientras desconocíamos todo de Maurin, de despreciar desde nuestra olímpica ignorancia todo cuanto sonaba a liberal, a pesar de que no teníamos ni la mínima experiencia de qué era el liberalismo; de comentar cada frase de Marta Harnecker (¡manda huevos!) y despreocuparnos completamente de Ridruejo; de no estar a la altura de quienes desde el lado de los vencedores o del de los vencidos, quisieron dejar paso a una generación libre de los rencores de la guerra. Son pecados que estamos purgando porque hay culpas de los padres que inevitablemente heredan los hijos. Fuimos culpables, en definitiva, de no saber dónde estaba Múnich y por eso no podemos explicárselo a nuestros hijos... sin la ayuda de Jordi Amat.
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El café de Ocata
"Creo que sólo cuando los españoles hagamos historia más bien que leyenda y empleemos el humilde nosotros a la hora de recontar las culpas, este país tendrá ante sí algo que se parezca a un porvenir". - Dionisio Ridruejo en el libro de Jordi Amat La primavera de Múnich.
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El café de Ocata
"Siempre hemos sido vagos, abstractos, místicos" - E. Tierno Galván. Recogido por Jordi Amat en La primavera de Múnich, que estoy leyendo... Pero ya te anticipo, Jordi, que yo hubiera sido más benévolo con Gorkin, por la sencilla de razón de que, fuese cual fuese el grado de su megalomanía, tuvo generalmente razón en las cuestiones fundamentales.
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El café de Ocata
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El café de Ocata
Foucault: “Hay algo que no he comprendido nunca: el significado de la palabra donjuanismo. Yo, en una sola noche, me puedo acostar con diez personas distintas. Por lo tanto, ese hombre que coleccionaba trabajosamente sus conquistas, no veo que tenga nada de excepcional". En Pascal Bruckner, Un bon fils.
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El café de Ocata
Plato - Symposium (The Drinking Party)
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El café de Ocata
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El café de Ocata
Seguir las derivas de la innovación educativa es agotador. Ahora resulta que las nuevas tecnologías también pertenecen a la escuela antigua, al menos según se sugiere
en este artículo de El País, que es para enmarcar.
Lo que parece que se va imponiendo en la moda pedagógica de esta temporada no es tanto lo innovador como lo alternativo, por ejemplo la escuela del bosque, que se creó en Alemania a principios de siglo XX para combatir la extensión de la tuberculosis entre los niños.
Lo alternativo, sin embargo, parece tener mucho más claro lo que critica que lo que quiere, lo cual no significa que eso que critica sea real. ¿Pero qué importa si ayuda a mantener el postureo? La vulgata alternativa lleva ya mucho tiempo clonándose a sí misma, repitiéndose, en un ejercicio que no ayuda a tomarse muy en serio sus loas al pensamiento crítico, que la “la escuela tradicional, que todavía tenemos, nace con la época industrial, en la que se demandaban individuos homogéneos, con una cultura y preparación muy similar y aptos para cumplir órdenes y no cuestionarse demasiado las cosas. Con clases en las que el profesor era el único protagonista, basadas en libros de texto y en la capacidad para memorizar determinadas enseñanzas. La pedagogía alternativa propone todo lo contrario, un trabajo basado en proyectos en los que el niño es el autor de su propio aprendizaje”.
A mi me parece que esa llamada "pedagogía alternativa" lo que propone es un retorno a 1920... pero con la ideología de 1968.
El encuentro entre la escuela y la realidad se pospone hasta el momento en que aparecen las notas de corte de selectividad. Mientras tanto, la escuela se va convirtiendo en un foco de consumo cada vez mayor. Por eso no hay ni compañía tecnológica importante ni banco ambicioso que no tenga su división educativa apostando, obviamente, por la innovación.
Mientras esto es lo que pasa en las escuelas alternativas, las que utilizan libros de texto se lanzan también a la creatividad (por favor, decidme que es un montaje):
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El café de Ocata
El 5 de marzo del 53 murió Stalin. He estado dudando a lo largo del día si escribir algo sobre las muchas, muchas lágrimas que derramaron desolados los comunistas del mundo, unidos en su dolor por la muerte "del Padre de los pueblos". Finalmente me he encontrado en Un bon fils, el libro de Pascal Bruckner, con un pasaje del Journal de Drieu la Rochelle, que ha resuelto mis dudas.
En el verano de 1944 Drieu la Rochelle pasó sin problemas de la idolatría de Hitler a la de Stalin: "Ahora confío en Stalin. De hecho, de forma instintiva siempre he sido partidario de Stalin contra Trotsky. Yo estoy siempre con aquel que asume la máxima responsabilidad." Drieu la Rochelle acabó suicidándose en marzo de 1945 tras rechazar la propuesta de Malraux, que estaba dispuesto a esconderlo.
Mientras escribía lo anterior he recordado que en un post antiguo hablé de Albert Londres y de su libro Terrorismo en los Balcanes (1931), donde trata de un iluminado llamado Vanché, con palabras que se le pueden aplicar perfectamente a Stalin: "Bien mirado, Vanché no es el diablo. A fin de cuentas, sólo tiene un defecto: mata a todos aquellos que no comparten su opinión. Y ya está. Ni está loco ni es un iluminado ni es un impulsivo; es un lógico. Puesto que no puede tolerar los obstáculos, los suprime. Denle lo que desea, enseguida guardará sus bombas y sus revólveres. Él mismo lo escribe en su diario. De momento advierte que le resulta imposible parar. ¿Qué ocurriría si dejase de asesinar? ¡Bulgaria se llenaría de gente que no piensa como Vanché".
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El café de Ocata
Leyendo este libro me he quedado sin aliento. Cuando lo recupere, les contaré a ustedes mis impresiones. Hoy me limito a traducirles las primeras líneas:
"Es hora de irse a dormir. Arrodillado junto a la cama, la cabeza inclinada, las manos juntas, recito en voz baja mi plegaria. Tengo diez años. Tras un breve repaso de las faltas del día, le dirijo a Dios, nuestro Creador, un deseo. Él sabe que no me pierdo una misa, que comulgo, que Le amo por encima de todo. Le pido simplemente, le ruego que provoque la muerte de mi padre, si es posible en un accidente de coche. Un freno que falle en una cuesta abajo, una placa de hielo, un plátano. lo que a Él le parezca mejor."Dios mío, dejo en Tus manos la elección del accidente, pero haz que mi padre se mate."Mi madre llega para taparme y leerme un cuento. Me mira con ternura. Yo estoy sumido en mi piadoso fervor. Cierro los ojos y me digo a mí mismo:"Dios mío, te dejo, Mamá acaba de entrar en mi habitación"
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El café de Ocata
El creador de las escuelas libres, el pedagogo alemán Gustav Wyneken (1875-1964), es también el autor de El eros pedagógico, una de las obras que la pedagogía debe tomar cum grano salis. Teniendo como referente al Platón del Banquete, Wyneken defiende la conveniencia de crear un vínculo entre el alumno y el maestro que haga posible la sublimación del erotismo en el conocimiento. Acabó en la cárcel en 1921, acusado de pederastia, pero sus ideas no han sido nunca completamente olvidadas. Su eros pedagógico fue recogido en su forma más sublimada por Paul Goodman en Estados Unidos y por Homer Lane (el mentor de A.Ş. Neill) en Inglaterra y en su forma más estrictamente erótica por algunos grupos de la izquierda radical alemana del 68.
En uno de sus textos más significativos, Las antinomias centrales de la pedagogía, Wyneken se pregunta abiertamente si es lícito educar a un niño. Se responde que educar significa transformar un hombre en otro y eso éticamente es tan condenable como el asesinato. A su juicio, no podemos fundamentar moralmente el derecho a formar -a "violentar", según sus palabras- una persona indefensa porque educar equivaldría a esclavizar. "La educación no debe ser la impresión de un sello ajeno en el alma del niño ni la acomodación del hombre joven a cualquier norma y finalidad, sino simplemente un desarrollo y cuidado de las fuerzas y disposiciones que están durmientes en el hombre, sin ninguna intromisión de fuera, sin instilación de ideas o sugerencias ajenas ". El papel del maestro debe ser "contemplar y dejar crecer sin intervenir". Wyneken parece estar pensando en Sócrates y Alcibíades.
Para borrar la impresión de la educación capitalista en el niño, aunque fuera contra su voluntad, hubo escuelas en Berlín, como la Rote Freiheit, en las que las revistas porno estaban consideradas material didáctico y los juegos sexuales eran directamente estimulados por unos pedagogos obsesionados en evitar todo trauma infantil a los niños... al precio que fuera. Los niños debían ser obligatoriamente espontáneos y libres en la expresión de su sexualidad, porque los adultos habían decidido que la represión sexual era la causa subyacente de todas las neurosis sociales y que el control del deseo sexual era un instrumento de dominio de la sociedad burguesa y la causa de la agresividad inherente al sistema capitalista. Se abrieron jardines de infancia que hacían todo lo posible para que los niños se enfrentaran a situaciones en las que el erotismo (tal como era concebido por el adulto) fuera ineludible, poniéndolos en la tesitura de liberarse las represiones que no tenían. Así que si se interesaban espontáneamente por otras cosas o simplemente querían jugar a juegos infantiles de toda la vida, los pedagogos se empeñaban en estimular su curiosidad sexual para poder satisfacerla posteriormente.
Uno de los libros del momento, La revolución en la educación, de 1971, criticaba también la deserotització de la vida familiar puesta de manifiesto -a su juicio- por la prohibición de la actividad sexual entre los niños y el tabú del incesto. Con el objetivo de reerotitzar las relaciones humanas se crearon comunas que pretendían superar toda restricción burguesa eliminando la propiedad privada, las relaciones monógamas y el control venenoso de la vergüenza por parte "del sistema".
Los juegos sexuales entre adultos y niños se veían con buenos ojos en la Comuna 2 de Berlín, creada en el verano de 1967 como un proyecto de educación antiautoritaria, y en diferentes kindergartens privados de Frankfurt, Berlín, Hamburgo, Stuttgart... Una y otra se descubría que los niños se mostraban espontáneamente mucho más interesados por sus juegos que por su sexo, pero los adultos estaban dispuestos a desinhibirlos de las inhibiciones que no tenían.
Quien quiera más información puede acudir al capítulo 9 de la autobiografía de Daniel Cohn-Bendit, Der grosse Bazar (1975), en el que describe su experiencia como maestro en un Kinderladen de Frankfurt. O puede encontrar sus declaraciones en el programa Apostrophes del 23 de abril de 1982. Obviamente no todos los adultos de la izquierda radical y contracultural alemana eran partidarios de ignorar las fronteras naturales entre los niños y los adultos, pero haberlos, los había.
La historia no termina aquí. En 1985 Los Verdes, en su convención en Lüdenscheid, defendieron que una sexualidad "no violenta" entre los niños y los adultos debería estar permitida, sin restricciones de edad.
Por cierto, el fracaso educativo más grande de Sócrates fue el incontinente Alcibíades, el niño mimado de la democracia ateniense.