“Con la felicidad acontece igual que con la verdad: no se la tiene, sino que se está en ella. Sí, la felicidad no es más que un estar envuelto, trasunto de la seguridad del seno materno. Por eso ningún ser feliz puede saber que lo es. Para ver la felicidad tendría que salir de ella: sería entonces como un recién nacido. El que dice que es feliz miente en la medida que lo jura, pecando así contra la felicidad. Sólo le es fiel el que dice: yo fui feliz. La única relación de la conciencia con la felicidad es el agradecimiento: ahí radica su incomparable dignidad.”
(Th. W. Adorno, Minima Moralia)
Janne Teller empezó a escribir Nada pensando en adolescentes como los que protagonizan el libro. Sin embargo, el gran debate sobre la búsqueda del sentido de la vida y los límites morales que en él se plantea cobró tal entidad que ha despertado también el interés de lectores adultos. Nada se ha convertido así en un libro de referencia a la hora de reflexionar sobre la búsqueda de sentido y los valores de nuestra sociedad.
El primer día de clase Pierre Anthon abandona el aula, decide subir a un ciruelo y no bajar de él nunca más porque ha descubierto que nada importa. Sus compañeros intentan convencerle de que se equivoca, pero ningún argumento es suficiente para hacerle cambiar de opinión. Así comienza la trama de Nada, de la escritora danesa Janne Teller, publicado en español por la Editorial Seix Barral.
A partir de ese momento, los adolescentes convierten este propósito en un compromiso de grupo que les lleva a adoptar comportamientos fanáticos, más allá de los limites morales de la sociedad.
El grupo y su objetivo se vuelven más fuertes que ellos mismos y les mueven a ser capaces de renunciar a aquello que más valoran.
Su renuncia se simboliza a través de un objeto que cada uno aporta a un mismo montón cuya finalidad es expresar el sentido de la vida, demostrar a Pierre Anthon que todo tiene sentido.
Los dilemas morales y las renuncias de cada uno de estos jóvenes cuestionan al lector y le invitan a preguntarse acerca de aquello que considera esencial en la vida, su sentido, los valores propios de su entorno y aquellos que le parece más importante vivir y transmitir a los demás.
Una lectura que no puede dejar indiferente y ayuda a provocar en el aula debates éticos muy reveladores.
Página 2 – Entrevista: Janne Teller
Sobre la autora
Jane Teller es una escritora y ensayista danesa. Estudió Economía y, durante años, trabajó en la resolución de conflictos humanitarios tanto para la Unión Europea como para Naciones Unidas.
Desde 1995, se dedica a la literatura. Además de Nada, ha escrito La isla de Odín, Guerra, Europa y Ven.
Amando Fernández-Savater |
“En Kentish Town, un área principalmente obrera, la media de la expectativa de vida es 70. A dos millas de distancia se encuentra Hampstead. La media de la expectativa de vida allí es 80. Sin embargo, puedes ir andando de un sitio a otro en media hora. Esto es una desigualdad fenomenal. El tratamiento que hacen los media de los temas de salud es muy de derechas e individualista. Se trata del enfermo que merece serlo – eres lo que comes. Es el eco de viejas y perniciosas ideas acerca del pobre que se merece serlo.”
“¿Quién lleva a nuestras pantallas el problema de la desigualdad social como factor de las desigualdades en salud?”
“¿Saben una cosa? Esta noche me ha ocurrido algo de lo más asombroso. Venía hacia aquí, de camino a la conferencia, y crucé por en medio del aparcamiento. Y no se van a creer lo que sucedió: vi un coche con la matrícula ARW 357. ¿Se imaginan? De todos los millones de matrículas que hay en todo el Estado, ¿qué probabilidades había de que yo viera ésa en particular esta noche? Increíble…”
Ron Mueck 10 |
Estamos estos días adentrándonos en clase de psicología en el escabroso y siempre difícil mundo de la enfermedad mental. La primera tarea: acotar el término. Y en eso andábamos cuando por los azares de la conversación propia de la clase, terminábamos hablando de la psicología clínica o de la psiquiatría como actividades bien diferentes a las del resto de ramas de la medicina. Con la salvedad, por supuesto, de que la psicología no es, en nuestros días, una parte de la medicina sino una disciplina autónoma e independiente. La cuestión es que no podemos evitar cierta reacción a la psicología, por no hablar de la psiquiatría: si una tarde, tomándose un café, un amigo le cuenta a otro que ha estado en la consulta de un psicólogo se activan ciertas alarmas en el interlocutor que no se activarían en ningún caso si la visita se hubiera realizado a un dentista. Claro, se podrá decir, porque no tiene nada que ver tener un problema en los dientes con “estar mal de la cabeza”. Una forma como cualquier otra no sólo de perpetuar ciertos mitos y supersticiones sobre la enfermedad, sino de poner más obstáculos a la normalización de la psicología como uno más de los lugares a los que acudir en caso de necesidad.
¿Cuál es el motivo de este “rechazo social” a la enfermedad que deriva en el psicólogo o en el psiquiatra? No creo que pueda aludirse a la “gravedad” de la enfermedad. La visita al psicólogo no despierta la compasión o la empatía de otras dsciplinas como la oncología. Más bien habría que hablar de distanciamiento, ya que difícilmente se puede compartir algo, tendemos a pensar, con quien empieza a tener problemas con sus emociones, su autoestima, o su manera de enfocar la vida. Como si se pensara que algo no funciona bien, no en alguna parte de nuestro cuerpo, sino en nosotros mismos. Es una marca cotidiana de un cierto renacer del dualismo antropológico, tan desterrado de la filosofía y la propia psicología desde hace ya décadas. Es el propio “yo” el que está en juego cuando acudimos a una consulta aquejados de una depresión, de anorexia o de un trastorno de hiperactividad. Algo que va más allá del dolor físico: bien puede ocurrir que quien acuda al psicólogo no sienta dolor alguno, pero sea incapaz de continuar con su vida en los términos en que se ha venido desarrollando hasta entonces. Siendo más graves otras muchas enfermedades, nuestra intuición clasifica las mentales como de una categoría especial.
Si la explicación no está solo en el tipo de enfermedad o en su gravedad quizás tengamos que mirar a la sociedad. Algo que saben muy bien los propios psicólogos y los psiquiatras: existen criterios sociales que son necesarios para el diagnóstico de algunas enfermedades. De manera que la sociedad, con sus mecanismos de normalización, crea la enfermedad y a la vez estimula la repulsa hacia la misma: una más de las muchas paradojas que caracterizan nuestra civilización. Aquellos que no encajan con el resto se ven obligados a buscar la ayuda de especialistas, pero luego el “gran grupo” se lleva las manos a la cabeza, preguntándose qué le ha podido ocurrir al enfermo para tener que ir a consulta, por lo que eso de “mirar raro” es lo menos que puede recibir el paciente si cuenta por ahí sus dolencias. Difícil de comprender, puesto que en algunos casos los síntomas van asociados directamente a formas de vida tan actuales como insanas: presión por encontrar un puesto de trabajo, objetivos de “éxito” inalcanzables, formas de vida destructuvas… Y mientras nos dedicamos a repetir el patrón y extenderlo nos alarmamos de que haya quien requiere de atención psicológica. La sociedad enfermiza que repudia a sus componentes enfermos: o cambiamos nuestra manera de vivir, o aceptamos que la gente acuda al psicológo. Pero mantener ambas variables bien puede calificarse de un trastorno social grave.
Marc Augé |
Volver a los diecisiete después de vivir un siglo
Es como descifrar signos sin ser sabio competente,
Volver a ser de repente tan frágil como un segundo
Volver a sentir profundo como un niño frente a Dios
Eso es lo que siento yo en este instante fecundo.
Se va enredando, enredando
Como en el muro la hiedra
Y va brotando, brotando
Como el musguito en la piedra
Como el musguito en la piedra, ay si, si, si.
Mi paso retrocedido cuando el de ustedes avanza
El arco de las alianzas ha penetrado en mi nido
Con todo su colorido se ha paseado por mis venas
Y hasta la dura cadena con que nos ata el destino
Es como un diamante fino que alumbra mi alma serena.
Se va enredando, enredando
Como en el muro la hiedra
Y va brotando, brotando
Como el musguito en la piedra
Como el musguito en la piedra, ay si, si, si.
Lo que puede el sentimiento no lo ha podido el saber
Ni el más claro proceder, ni el más ancho pensamiento
Todo lo cambia al momento cual mago condescendiente
Nos aleja dulcemente de rencores y violencias
Solo el amor con su ciencia nos vuelve tan inocentes.
Se va enredando, enredando
Como en el muro la hiedra
Y va brotando, brotando
Como el musguito en la piedra
Como el musguito en la piedra, ay si, si, si.
El amor es torbellino de pureza original
Hasta el feroz animal susurra su dulce trino
Detiene a los peregrinos, libera a los prisioneros,
El amor con sus esmeros al viejo lo vuelve niño
Y al malo sólo el cariño lo vuelve puro y sincero.
Se va enredando, enredando
Como en el muro la hiedra
Y va brotando, brotando
Como el musguito en la piedra
Como el musguito en la piedra, ay si, si, si.
De par en par la ventana se abrió como por encanto
Entró el amor con su manto como una tibia mañana
Al son de su bella diana hizo brotar el jazmín
Volando cual serafín al cielo le puso aretes
Mis años en diecisiete los convirtió el querubín.
Violeta Parra
Michael Sandel |
"¡Que diablo! ¡Claro que manos y pies, / Y cabeza y trasero son tuyos!/ Pero todo esto que yo tranquilamente gozo/¿es por eso menos mío?/ Si puedo ganar seis potros, /¿no son sus fuerzas mías? Los conduzco y soy todo un señor/ Como si tuviese veinticuatro patas"
Esta reflexión sobre la esencia del dinero sigue a la reflexión sobre la propiedad privada como emblema del extrañamiento del hombre respecto de su humanidad, traducida emblemáticamente para Marx es la relación entre hombre y mujer. Cuando el hombre existe sólo para su propia subsistencia de la que ve garantía en la exclusiva propiedad de ciertos bienes, es decir cuando ha enajenado su propia esencia como ser social, la relación entre los sexos es una mera proyección de la relación de privaticidad."El dinero, en cuanto posee la propiedad de comprarlo todo, en cuanto posee la propiedad de apropiarse todos los objetos es, pues, el objeto por excelencia. La universalidad de su cualidad es la omnipotencia de su esencia; vale, pues, como ser omnipotente..., el dinero es el alcahuete entre la necesidad y el objeto, entre la vida y los medios de vida del hombre. Pero lo que me sirve de mediador para mi vida, me sirve de mediador también para la existencia de los otros hombres para mí. Eso es para mí el otro hombre" (1).
"... Dios visible
que sueldas juntas las cosas de la Naturaleza absolutamente contrarias y las obligas a que se abracen; tú, que sabes hablar todas las lenguas||XLII| Para todos los designios. ¡Oh, tú, piedra de toque de los corazones,piensa que el hombre, tu esclavo, se rebela, y por la virtud que en ti reside, haz que nazcan entre ellos querellas que los destruyan,a fin de que las bestias puedan tener el imperio del mundo...!»
Entre todas las posibles maneras de hablar de la filosofía, cabe también un enfoque geográfico. Tan sólo hace falta dejar el rigor a un lado, y permitir volar la imaginación para señalar en un mapa capaz de saltar barreras temporales cuáles podrían ser las cinco capitales de la filosofía. Aquí van unas sugerencias:
P.D: falta una, quizás la más importante. Unos la llaman Atlántida. Otros Utopía. Desde otros ángulos distopías o Walden 2. Son las ciudades habitadas única y exclusivamente por ideas. Por ideales humanos, que en ocasiones pueden transformarse en lo contrario de lo que pretendian ser. Porque ocurre con el pensamiento exactamente lo mismo que con los planes de urbanismo…