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El café de Ocata
“Antiguamente no había figuras de letras con que escribir, y para cumplir esta necesidad de entenderse los hombres en ausencia, usaban pintar una culebra deleznable para designar el tiempo, y por la envidia una serpiente, y por escribir el rey pintaban una abeja haciendo miel en la colmena.”
- Cristóbal de Villalón, El Scholástico (uno de los libros que me llevaría a una isla desierta).
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El café de Ocata
... que sepamos hacer de la necesidad, virtud.
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El café de Ocata
Para mí, el libro del año, desde un punto estrictamente biográfico, ha sido
El tiempo regalado de Andrea Köhler. Veo, además, que aparece en varias listas de "libros del año". Quiero agradecer desde aquí a los meticulosos y certeros artesanos de Libros del Asteroide el regalo que me hicieron al pedirme que firmara un prólogo que, en el transcurso de su escritura, acabó tomando forma de epílogo. El libro lleva ya adelante su quinta edición entre el eco de
las reseñas favorables.
Que un ensayo sobre la espera haya tenido tanto éxito en estos tiempos de novolatrías e impaciencias, podría querer decir que necesitamos compensar las prisas con las pausas, las innovaciones con las permanencias, las carreras con los paseos, el vértigo del movimiento con la pausa de la contemplación, etc.
He escrito más de una vez que una de las características de nuestro tiempo es la confusión entre lo bueno y lo nuevo; que hemos cargado axiológicamente lo nuevo hasta el punto de que está usurpando el venerable sitial que le teníamos reservado a lo bueno. Sin embargo, este libro me ha hecho pensar sobre las permanencias antropológicas de una manera un poco más optimista. Y por eso, sobre todo, le doy las gracias también a Andrea Köhler.
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El café de Ocata
Esto es lo que sugiere el sardónico Voltaire en su Diccionario filosófico:
"Plutarco nos refiere que oyó decir a un tal Agnotemis, el cual a su vez lo había oído decir al rey Antígono, que Aristóteles envió una botella de agua de Nonacris, ciudad de la Arcadia; que ese agua era tan fría que mataba de repente a los que la bebían; que Antipatra envió dicha agua en un casco de pezuña de mulo y por esto llegó fresca a Babilonia, que Alejandro la bebió y que murió al cabo de seis días, víctima de continua fiebre".
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El café de Ocata
Algún día tendré que recoger mis más notables entrevistas en los medios. Cuando lo haga, la de esta tarde ocupará uno de los primeros lugares. La cosa ha ido, más o menos, así:
- ¿Cómo quieres que te presente?- Yo soy maestro.- ¿Pero no eres también pedagogo?- Sí.- Pues te presentaré como pedagogo.- Tú me has preguntado cómo quería ser presentado.- Me interesa saber qué opinas de los deberes escolares.- Que los hay buenos y malos.- ¿Pero no crees que hay excesivos?- No conozco a ningún maestro empeñado en amargar la vida a sus alumnos. Sí conozco a unos que ponen mejores deberes que otros.- Hay padres que están en contra.- Hay dos clases de padres. Unos son los quieren que sus hijos sean felices; otros, los que saben lo que quieren.- ¿Qué opinas de la prohibición de los deberes?- ¿Han prohibido también las extraescolares? - No- Entonces es un brindis al sol.- ¿Por qué?- 9 de cada diez niños españoles hace actividades extraescolares. ¿No son deberes? Además, los niños de familias ricas siempre, siempre están haciendo deberes, porque viven en un medio de continuos estímulos intelectuales. ¿Hay que prohibir esos estímulos a los pobres?
He dicho -y resaltado- una cosa más: que lo que más me gusta de los deberes es la palabra "deberes".
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El café de Ocata
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21:57
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El café de Ocata
Escribo esto con la satisfacción de haber encontrado en un blog de mikrologías que sigo con aprecio -aunque me falte el conocimiento cara a cara con su autor- una afinidad electiva compartida: la de
Nicolás Ramiro Rico.
Los que vivimos fuera de la Academia podemos permitirnos el lujo del huroneo -o del escarabajeo, que diría Unamuno-, guiados por una brújula caprichosa, y detenernos allá donde nos plazca y decir, sin complejos, "esto nos gusta" (lo que no gusta es mejor, en la mayoría de los casos, callarlo), aunque la Academia lo ignore.
Nicolás Ramiro Rico es un pensador libre de la universidad que podríamos llamar franquista si supiéramos bien lo que significa hoy la última metamorfosis semántica de esta palabra, pero es también la prueba también de que en cada párrafo de algunos pensadores de aquella universidad encontramos más libertad y hondura intelectual que en las obras completas de algunos profesores universitarios que hacen del antifranquismo su excusa para no pensar más que consignas.
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El café de Ocata
... se acaba el año y llegan los Reyes:
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El café de Ocata
Esto lo cuenta la filósofa española -nacida en Alcaraz- doña Oliva Sabuco (1562-1620) y creo que merece ser recordado precisamente en el día de hoy. Ahí va:
"Dos embajadores romanos, capitales enemigos, siendo mandados por el senado ir juntos a aquella embajada, en saliendo de Roma y llegando a las primeras matas, dijo el uno: "Pues es así que hemos de ir juntos, dejemos la enemistad en estas matas y a la vuelta la tomaremos (palabra de amigo generoso)." Y dijo el otro: "Sea así." E hicieron su viaje con tan buena amistad y conversación como si fueran muy grandes amigos; y volviendo de su viaje, cuando llegaron a las matas, dijo el uno: "En estas matas dejamos la enemistad; ¿hémosla de tornar a tomar?" Respondió el otro: "No, quédese ahí."
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El café de Ocata
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18:53
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El café de Ocata
"Un hombre, después de atacar e insultar a alguien que se había atribuido falsamente el título de filósofo, no por practicar la verdadera virtud sino por vanagloria, añadió que reconocería si era un verdadero filósofo solo si soportaba con calma y paciencia las injurias que le dirigiera.
Durante cierto tiempo, el segundo dio muestras de paciencia y tras recibir los insultos, dijo en tono casi de triunfo:- ¿Te das cuenta de que soy un filósofo?A lo que el primero contestó muy sarcásticamente:- Me habría dado cuenta si hubiese permanecido callado.
Boecio, Consolación de la filosofía.
Estoy preparando una conferencia en la que defenderé que uno de los rasgos distintivos del filósofo genuino es su reticencia a decir todo lo que sabe. O sea: el filósofo siempre tiene algo que callar.
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El café de Ocata
Marco Aurelio comienza sus Meditaciones por donde hay que comenzar las cosas serias, por los agradecimientos.
Pasa revista a todos los que le han permitido ser, no tanto emperador de Roma como un hombre adulto que sabe contemplar el horizonte de su vida sin vergüenza ni temor, destacando a su padre adoptivo y a su maestro.
A su padre adoptivo, el emperador Antonio Pío, le debe "el amor al trabajo y la tenacidad", y a su maestro, el filósofo estoico Rústico, haber aprendido a leer con precisión, a no contentarse con una comprensión a la ligera de las cosas y a no asentir rápidamente a los argumentos de los que hablan demasiado.
Leo el párrafo, cierro el libro y divago. Tengo muchas e importantes cosas que agradecer a muchas personas, ciertamente, pero entre ellas no acabo de encontrar a un Rústico.
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El café de Ocata
Heinrich Heine visitó con un amigo la sobrecogedora catedral de Amiens. Mientras admiraban la imponente fachada, el amigo le preguntó: "¿Por qué ya no construimos cosas como ésta?"
Heine le respondió: "Querido Alphonse, los hombres en aquellos días tenían convicciones; nosotros, los modernos, tenemos opiniones, y se requiere algo más que una opinión para construir una catedral gótica".
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El café de Ocata
Todo iba mal en China. A la larga sequía le siguió el hambre, y al hambre las enfermedades y el descontento generalizado. Los astrólogos anunciaban nuevas catástrofes.
En tiempos inmemoriales se había recurrido alguna vez a un recurso extremo en casos tan desesperados como el presente, pero era, sin duda, muy extremo: El sacrificio del emperador. Sólo la sangre del emperador tenía el poder de modificar el destino de su pueblo. Pero el emperador era demasiado débil. Por eso, cuando a palacio ya no llegaba el agua corriente y comenzó a escasear el vino en la mesa de los nobles, sus propias mujeres le recordaron su deber. Pero él era demasiado débil. Sólo cuando la comida de palacio comenzó a racionarse (para todos excepto para él, evidentemente), tomó una decisión. Ordenó a su barbero que un día, sin previo aviso, lo degollara. Eso sí el tajo debía ser limpio, certero y rápido. “Mátame, te lo ordeno, cuando menos lo espere”.
El barbero, un hombre anciano, silencioso, diligente y meticuloso, inclinó la cabeza. Sin decir nada empuñó la navaja y comenzó a afilarla como hacía cada mañana. El emperador, muy pálido, con la respiración entrecortada, cerró los ojos. Siguió con la máxima atención cada sonido producido por el barbero y cuando sintió el frío contacto del filo de en la garganta, comenzó a rezar.
Aquel día no ocurrió nada... excepto las noticias desagradables que se acumulaban. El emperador estaba tan disgustado que hasta renunció a la cuarta comida. Tuvo una noche agitada, cargada de pesadillas inquietantes. Se despertó muy temprano pensando en el barbero. Y cuando estuvo ante él volvió a sentir el mismo pánico que el día anterior. O quizás su angustia era ligeramente mayor. Pero tampoco pasó nada esta vez... si descontamos a los mensajeros que se presentaron anunciándole que el khan de Mongolia se había sublevado o a los varios criados de su confianza que aparecieron asesinados o a los dos astrólogos que se arrancaron los ojos.
A la mañana siguiente, de nuevo la agónica rutina. El contacto con la navaja le resultó sin embargo, más frío y comenzó a temblar. Pero tampoco pasó nada… excepto el anuncio de deserciones en masa en el ejército ante la llegada inminente del enemigo y que dos de sus concubinas se habían abierto las venas.
El emperador apenas probó bocado aquel día. Por la noche durmió de forma intermitente. Con los primeros rayos del alba tomó la decisión definitiva. Se bebió el último whisky que quedaba en palacio y le dio una orden seca al jefe de la guardia: “¡Que ejecuten a mi barbero. Y deprisa!”.
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El café de Ocata
El amigo Rafael Hidalgo, que es una persona a la que es imposible conocer y no querer y a quien me une la acogedora melancolía de las campanas de San Miguel de los Navarros, me ha enviado este luminoso vídeo de Julián Marias, un filósofo que él conoce bien, pues no en vano lo ha biografiado. Trata sobre la atención y dice todo lo que a mí me gustaría pensar por mi cuenta si fuese tan inteligente como él. Como no lo soy, me he de sentar a sus pies a rumiar las ideas que pueda coger al vuelo de cuantas va soltando el filósofo.
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El café de Ocata
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El café de Ocata
Cuando a la inteligencia artificial se le proporcione un cuerpo tecnológico, quizás entonces, al incorporarse, se humanice.
Si ese es el caso, si la inteligencia artificial es realmente humana, padecerá el dolor de la pieza desencajada y el miedo a la desmemoria.
Alguien tendrá que hacer entonces de terapeuta de las almas herrumbrosas de las máquinas.
¿Es imaginable un remoto futuro en el que el trabajo de los hombres consista en poner un diván psiquiátrico a disposición de las máquinas?
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El café de Ocata
El navarro Huarte de San Juan distingue en su Examen de ingenios entre las personas que son como cabras y las que son como ovejas.
Los hombres creativos y audaces son “caprichosos”, es decir, se parecen a la cabra porque nunca andan por los terrenos llanos y fáciles, sino que prefieren andar a solas “por los riscos y alturas y asomarse a grandes profundidades por donde no sigue vereda ninguna”.
Los que tienen una imaginación pobre, se parecen a la oveja, que siempre va en rebaño, y no se atreve a caminar por terrenos peligrosos y desiertos. Prefiere los caminos seguros “y que alguno vaya delante”.
Tras mostrarnos estas diferencias, que parecen irreconciliables, entre cabras y ovejas, Huarte da un giro a su argumentación y defiende que los mejores países son aquellos que han conseguido la convivencia entre estos dos espíritus dispares. “Porque así como a una gran manada de ovejas suelen los pastores echar una docena de cabras que las levanten y lleven con paso apresurado a gozar de nuevos pastos y que no estén hollados; de la misma manera conviene que haya en las letras humanas algunos ingenios caprichosos que descubran a los entendimientos óviles nuevos secretos de naturaleza y les den contemplaciones nunca oídas en que ejercitarse, porque de esta manera van creciendo las artes y los hombres saben cada día más”.
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El café de Ocata
Con diferentes bestias hizo noche
en una venta un burro de un librero,
que una carga de libros conducía,
no me acuerdo a qué feria de este reino.
Después que buenamente despacharon
los animales el sabroso pienso,
en su idioma bestial se entretenían
sobre varias materias discurriendo.
Cada bestia decía su dictamen
según su inteligencia y su talento,
conformándose todos fácilmente,
sin réplicas, sin contras ni argumentos.
Solo entre todos nuestro lindo burro
con orgullo insufrible, e inmodesto
se burlaba de todos bravamente
su ignorancia bestial escarneciendo.
Por último cansado ya de oírlos,
con suma gravedad y magisterio
lanzó un rebuzno fuerte y sostenido,
medio oportuno de intimar silencio.
“Ignorantes, les dijo, ¿por qué causa
osáis hablar a donde yo me encuentro?
¿No teméis mi censura formidable?
¿Ignoráis de mi estudio los progresos?
Los dientes me han nacido entre los libros,
cuanto se ha escrito trastornado tengo,
y tan fácil entiendo a los latinos,
como a griegos, egipcios y caldeos”.
“Según eso, replican, ¿tú has leído
todos esos autores?” “Ni por pienso,
pero su ciencia a modo de contagio
desde los lomos me pasó al celebro”.
Esta satisfacción desatinada
fue muy cumplida para aquel congreso,
y en honor de su autor hicieron todos
salva burral de zumbas y cencerros.
Muchos zoquetes, revolviendo libros,
que nunca entienden, celebrados veo,
mas ¿por quién? Por parientes de los otros
que hicieron salva al burro del librero.
Autor anónimo.
Me encontré este certero poema en el Correo Literario de Murcia,
del 13 de octubre de 1792.
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14:27
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El café de Ocata
Ocata es, obviamente, un lugar. Pero no es sólo eso. Para mí es, sobre todo, el encuentro milagroso del cielo, la luz y el agua, en un flujo de vivencias del nacimiento o el ocaso del día.
El paisaje, decía el gran Amiel, es un estado del alma.Y tenía razón.
Pero hoy, que conmemoramos a San Juan de la Cruz, el alma experimenta la alborada luminiscente del alma...
En el inicio es la luz rasgando la oscuridad y ofreciendo el límite de la forma a las cosas (este era el quehacer de la diosa Maat, la egipcia)y, por lo tanto, la posibilidad de la narración, que es el logossiempre igual y siempre distintoporque cada día la promesa del alba recrea una esperanza indefinidapero real: el alma es alma porque esperaporque tiene fe.La fe es la autoafirmación del alma.
En los auriculares,
Cherubinde Massenet.
Me cruzo con caminantes y corredores.Todos van mirando al suelo o a sus cronómetros.Es lo que hay que hacer si todo a lo que se aspiras es a no tropezarse.
Pero hay que tropezarse con la alboradaporque aquí esta todo como esbozoque pide un logos,como promesa aún no enunciada -como promesa de la promesa- como voz que aún no artículo una palabra-como voz de la voz- como luz cuajando en el relato del día.
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El café de Ocata
"I believe it then to be quite simply true that books have their own very personal feeling about their place on the shelves. They like to be close to suitable companions, and I remember once on coming into my library that I was persistently disturbed by my ‘Jane Eyre’. Going up to it, wondering what was the matter with it, restless because of it, I only after a morning’s uneasiness discovered that it had been placed next to my Jane Austens, and anyone who remembers how sharply Charlotte criticised Jane will understand why this would never do."
— Hugh Walpole,
These Diversions: Reading, 1926
De AQUÍ
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El café de Ocata
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El café de Ocata
Hay por esos mundos de Dios multitud de pedagogos convencidos de que saben, exactamente, cuáles son las competencias imprescindibles que un niño que hoy entra en la escuela, necesitará dominar para desenvolverse con éxito ante problemas del futuro que hay somos incapaces de imaginar.
Me llama poderosamente la atención la confianza de estos pedagogos en sus dotes prospectivas. Si esta confianza está bien fundada, están en deuda con la escuela del pasado que los ha formado de manera tan competente. Si no está bien fundada, su comportamiento es de una frivolidad inquietante, dado que hablan con un tremendo desparpajo de la "obsolescencia del capital humano". La obsolescencia, para entendernos, sería la depreciación de los conocimientos, habilidades, actitudes, ideas, visiones y puntos de vista adquiridos. O, dicho de otra forma, sería el grado en que los profesionales pierden los conocimientos y habilidades necesarios para desenvolverse de manera efectiva en su situación laboral actual o futura.
De nuevo nos enfrentamos a un dilema: 1. ¿Si la obsolescencia es cierta, afecta a todos los conocimientos por igual? ¿No hay nada en la herencia del pasado capaz de mantener vigente su valor?
2. ¿Cómo sabemos que las competencias que los pedagogos consideran necesarias para el futuro no serán corroídas por esa misma obsolescencia?
He intentado leer con la mayor paciencia y objetividad diferentes propuestas sobre las competencias que se consideran necesarias para el futuro y finalmente he llegado a las siguientes conclusiones:
1) Las listas de competencias no están elaboradas por viajeros del tiempo que nos visitan desde el futuro para tenernos al día de cómo van por allí las cosas, sino por supuestos especialistas del presente que, para más INRI, no acaban de ponerse de acuerdo.
2) Cuando un grupo de especialistas dice qué competencias serán importantes, elabora una lista tan grande que resulta impracticable, así que se ven forzados a ordenarlas en categorías o grupos, pero esos grupos dudo que puedan considerarse competencies, porque su apariencia es más bien la de objetivos generales.
3) Si se ordenan las competencias de acuerdo con su importancia y su dificultad de implementación, observamos inmediatamente que cuanto más importante se considere una de ellas, más compleja y problemática resulta su adquisición. Pongamos tres ejemplos: (a) todo sería mucho más fácil si consiguiéramos dominar la transferencia de conocimientos de un campo a otro, el problema es que no sabemos cómo conseguirlo y la transferencia continua siendo uno de los puntos negros de la pedagogía; (b) la metacognición es universalmente alabada por psicólogos y pedagogos... pero uno ha aprendido a sospechar de lo que es universalmente alabado, porque acostumbra a serlo debido a su rareza; (c) si se quiere proporcionar a alguien competencias reales habrá que enfrentarlo a situaciones reales en las que esas competencias se muestren indispensables, pero la escuela se encuentra fatalmente separada de la vida adulta de sus alumnos y de las experiencias reales asociadas a esa vida.
4) En las propuestas elaboradas en los Estados Unidos encuentro, de forma reiterada, la convicción de que es imprescindible proporcionar a los jóvenes una sólida base de conocimientos y habilidades que faciliten su aprendizaje en el futuro, lo cual significaría que hay un fundamento sólido en los conocimientos heredados que no está sometido a la obsolescencia (pongamos por caso: el teorema de Pitágoras). ¿Cómo podrá ser posible el aprendizaje permanente sin una base de conocimientos sólida?
5) Casi todas las competencias que se consideran claves para el siglo XXI -dejemos de lado las llamadas competencias digitales- fueron claves también en Mesopotamia (creatividad, resolución de problemas, trabajo en equipo, comunicación, etc.).
6) Algunas competencias me parece que no son exactamente competencias, sino rasgos de la personalidad (creatividad, liderazgo, agilidad, adaptabilidad, etc.) que siempre fueron importantes y nunca hemos sabido enseñar.
7) Sin ser competencias completamente nuevas, sí son sumamente relevantes las que tienen que ver con la capacidad para adquirir y utilizar información relevante en un mundo hipersaturado de información irrelevante (cuando no directamente falsa o tendenciosa). Nunca ha sido más importante que ahora evaluar con rigor la calidad y confiabilidad de las fuentes.
8) Entre las competencias imprescindibles no suele aparecer la que, a mi parecer, es la más imprescindible de todas: la capacidad atencional.
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El café de Ocata
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El café de Ocata
Acabo de recibir, ahoritita mismo, un libro que es para mí muy especial. En primer lugar, por el autor, mi amigo Xavier Guzmán Urbiola, mexicano de ascendencia navarra, un eficiente, generoso, imaginativo y serio gestor cultural (eximio representante de lo que yo llamo "el México helvético", que existe); en segundo lugar, por el tema, pues Teresa Proenza fue amiga íntima de Carmen Brufau, así como su hermana Caridad Proenza lo fue de Caridad Mercader; en tercer lugar, porque alguna cosa tengo que ver yo con la valiosísima información que recoge este libro.
El libro me llega, curiosamente, pocas después de recibir una invitación de una universidad mexicana, que me anima a impartir un seminario.
México se está convirtiendo en mi destino.
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El café de Ocata
A medida que hemos ido cargando sobre las amplísimas espaldas de la escuela más y más objetivos, hemos ido perdiendo de vista el objetivo que la hizo nacer y sin el cual -a mi modo de ver- todos los otros acaban cojeando: el de crear el puente más corto entre A (la falta de conocimiento) y B (el conocimiento duradero). En consecuencia, el primer criterio para evaluar la eficiencia de una escuela era la rapidez del paso de A a B. El tiempo era el principal capital de la escuela.
Como he comenzado diciendo, entre A y B se han inmiscuido todo tipo de objetivos (la felicidad, la inclusividad, la equidad, la ecología, la empatía, la inteligencia emocional, la educación sexual...) que pueden ser legítimos e incluso, si se quiere, importantísimos, pero que, tomados en su conjunto, suponen un lastre para los que han de cruzar el puente: la expansión de las actividades va necesariamente en detrimento (por una estricta cuestión de tiempo) de la profundidad de las mismas.
Si lo que importa es la rapidez (así lo creo yo, pero hay muchos que están en frontal desacuerdo conmigo), la instrucción directa es la vía más segura, especialmente para los niños pobres.
Los críticos de la instrucción directa alegan que fomenta la pasividad. Suponen que cuando el profesor actúa, el alumno es pasivo. Este argumento tiene tres inconvenientes principales: (1) la instrucción directa ha proporcionado un buen número de genios a lo largo de la historia (en la instrucción directa, ni la imaginación ni las facultades críticas del alumno están inactivas); (2) el profesor, en el proceso de la instrucción directa, puede actuar de muchas manera y (3) la lectura es una de las formas de la instrucción directa y a nadie se le ocurre decir que no fomenta el conocimiento, la imaginación y el pensamiento crítico.
La instrucción directa ni tiene por qué ser un monólogo, ni impide interactuar con los alumnos de diversas maneras. Tampoco ha de confundirse con la clase magistral (aunque la clase magistral sea uno de sus muchos recursos) o con la repetición monótona (pero sabe que la repetición importa).
Lo esencial de la instrucción directa es la secuencia lineal del aprendizaje, que va de lo simple a lo complejo. Se inicia con una idea clara de lo que se ha de aprender y se concluye con una idea que sintetiza lo aprendido (a veces formulada como una pregunta). Precisamente porque la secuencia importa, el error del alumno es siempre una ocasión de aprendizaje, porque permite singularizar el equívoco y la media verdad (que son siempre frenos para los nuevos aprendizajes) y hacer explícita su lógica (el alumno suele dar una respuesta correcta a la pregunta que se ha hecho él mismo).
La mayor virtud de la instrucción directa es que proporciona conocimientos consistentes que hacen posible otras formas de instrucción.
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El café de Ocata
“¿Es mi mente de mi propiedad?” (ὁ δὲ νοῦς ἐμόν ἐστιν ἴδιον κτῆμα;)
Filón de Alejandría, Sobre los Querubines, 116.
La mía con frecuencia se hace la remolona a la hora seguir mis indicaciones y cumplir mis deseos. A veces, incluso, se me subleva con descaro y la descubro llevándome de aquí para allá, siguiendo no sé qué caprichos suyos. No es raro que se niegue a servirme diligentemente las respuestas que le pido. Más de una vez me ha ofrecido como verdades lo que no eran sino mentiras bien vestidas. Tenemos, pues, una relación compleja y en en momentos decisivos de mi vida más he parecido yo su servidor que su dueño.
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El café de Ocata
Esta mañana he salido a pasear cuando aún era de noche. Llevaba levantado un buen rato y no me apetecía ni leer ni escribir, así que, por exclusión, he salido a andar. He decidido llevar de compañero de andanzas a Gabriel Fauré. Me gustan mucho sus canciones porque, además de su sencilla belleza, mis pasos se adaptan muy bien a su ritmo, pero esta mañana he elegido una obra mayor, su grandioso
Requiem que, aunque aparentemente es una música crepuscular, ha resultado ser la mejor de las compañías. Mientras lo escuchaba, amanecía, y he comprendido que un requiem es una oración de un náufrago que no quiere desasirse de la esperanza salvadora de la luz eterna. Ha habido momentos en que el amanecer y la música se acompasaban tan bien, que me he sentido, de una manera difícil de describir, pero muy real, como si estuviera creciendo o, perdonen ustedes lo que puede sonar a excentricidad, renaciendo. No renaciendo a algo trascendente, sino a la inminencia de la luz ascendente que se iba adueñando del horizonte. Quizás esta luz auroral sea el referente último de toda trascendencia.
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El café de Ocata
Un profesor de cello que quería poner a prueba las habilidades musicales de una alumna recomendada, le pidió a ésta que interpretase la pieza que le viniera en gusto. La muchacha se decidió por "El Cisne", de Saint-Saens. Cuando terminó su interpretación le preguntó al profesor qué le había parecido. El profesor, con voz triste, contestó con un lamento: "¡Pobre animalito!"
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El café de Ocata
Pierre-André Taguieff en su obra "Julien freund, au coeur du politique" (2008) recoge un diálogo entre Jean Hippolyte y Julien Freund en el transcurso de la defensa de la tesis de este último en 1965:
Hippolyte: Sur la question de la catégorie de l’ami-ennemi, si vous avez vraiment raison, il ne me reste plus qu’à aller cultiver mon jardin.
Freund: Écoutez, Monsieur Hippolyte, vous avez dit […] que vous aviez commis une erreur à propos de Kelsen. Je crois que vous êtes en train de commettre une autre erreur, car vous pensez que c’est vous qui désignez l’ennemi, comme tous les pacifistes. Du moment que nous ne voulons pas d’ennemis, nous n’en aurons pas, raisonnez-vous. Or c’est l’ennemi qui vous désigne. Et s’il veut que vous soyez son ennemi, vous pouvez lui faire les plus belles protestations d’amitiés. Du moment qu’il veut que vous soyez son ennemi, vous l’êtes. Et il vous empêchera même de cultiver votre jardin.
Hippolyte: Dans ce cas, il ne me reste plus qu’à me suicider.
Taguieff se hace eco también de esta respuesta de Raymond Aron a Hippolyte: Votre position est dramatique et typique de nombreux professeurs. Vous préférez vous anéantir plutôt que de reconnaître que la politique réelle obéit à des règles qui ne correspondent pas à vos normes idéales.
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El café de Ocata
The empirical results consistently indicate that this program had a negative impact on student performance in Catalan, Spanish, English and mathematics. Test scores fell by 0.20–0.22 standardised points, which represent 3.8–6.2% of the average test score. This negative effect was stronger among boys than it was among girls (differences ranging from 10% to 42%).
AQUÍ
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17:02
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El café de Ocata
... es una soberana imbecilidad.
En El Comercio de Asturias
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El café de Ocata
Tengo la impresión de que la izquierda se ha envuelto, como una crisálida en su capullo sedoso, en un lenguaje tan cargado de moralinidad, que se ha incapacitado a sí misma para ver la realidad. No es ceguera, es, simplemente, que el lenguaje la empuja tan para adelante, que el pueblo se le ha quedado demasiado rezagado.
Sospecho igualmente que las conversaciones de los bares de nuestros pueblos están más cerca de lo que propone VOX que de la deconstrucción del hombre y de la masculinidad.
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El café de Ocata
Escribo esto desprovisto de todo título de politicólogo. No pretendo hacer un análisis científico de la realidad. De hecho ni tan siquiera sé que podría ser tal cosa. Sólo quiero escribir alguna reflexión meramente subjetiva sobre lo ocurrido en Andalucía, en el bien entendido de que lo subjetivo se opone a lo objetivo, no necesariamente a lo falso. Es decir, mi visión será parcial, pero no necesariamente falsa, de la misma manera que un soldado raso que participa en una batalla tiene una visión parcial y no por ello falsa de lo ocurrido.
No me han sorprendido mucho los resultados electorales. Ciertamente no esperaba tan excelentes resultados para VOX, pero era evidente que había un rumor de fondo en Andalucía que ponía de manifiesto un declive del PSOE que tarde o temprano tenía que salir a la superficie. A este rumor se le han añadido cuatro elementos significativos que lo han amplificado: (1) el desconcierto ante los pactos de Sánchez con gente que, como mínimo, no presentan un currículum ni de intachables demócratas ni de intachables patriotas españoles; (2) el antiespañolismo que se veía en Cataluña (son muchos los españoles dentro y fuera de Cataluña que se han sentido agredidos por una retórica antiespañola que ha alimentando en ellos un cierto deseo de revancha); (3) el progresivo acento en las llamadas políticas de identidad que dejaba átono a un sector importante del electorado y (4) la histeria con que la derecha tradicional y, especialmente, la izquierda han reaccionado ante el fenómeno VOX. Los socialistas han creído incluso que convenía atacarlo para dividir el voto de la derecha, lo cual ha contribuido a proporcionarle un altavoz considerable y a mostrarlo como el referente nítido de lo que no es el PSOE.
Por cierto (y dicho sea entre paréntesis), estar en contra del matrimonio gay, puede ser criticable o no, pero no es fascista; creer que la reciente legislación sobre la llamada "violencia machista" deja desamparado al hombre, puede ser criticable o no, pero no es fascista; creer que Europa está diluyendo algo que se considera propio, puede ser criticable o no, pero no es fascista. Lo cual no evita que pueda haber fascistas en VOX, como tampoco que pueda haber estalinistas o chavistas entre los que critican a este partido. Hay una cierta histeria penitencial en la izquierda que tiende a llamar fascismo a todo lo que le planta cara, sin pararse a pensar en aquello de "la paradoja de las consecuencias".
Volvamos al rumor de fondo. En cada uno de mis viajes a Andalucía (en Sevilla, en Huelva, en Granada, en Jaén....) me he encontrado reiteradamente con lo mismo: un hartazgo de la chulería con que, según se me insistía, ejercía el poder el PSOE. No sé si es verdad, pero en política las percepciones sobre la realidad pesan más que la misma realidad. Junto a esto, me encontraba también con la sensación de que Andalucía, mientras el PSOE tuviera las riendas del poder en sus manos, no tenía remedio. La imagen que me transmitían era de una Andalucía cautiva de -más que gobernada por- una red de clientelismo.
Sea como fuere, lo evidente es que la vieja estructura política de Andalucía, la que tenía como expresión al PSOE, al PP y al PCE, ha ido abriendo huecos electorales en su seno que nadie se ha preocupado de ocupar. Los huecos han ido creciendo y finalmente han vuelto a demostrar que en política el vacío dura siempre poco.
Si lo políticamente relevante ahora, como parece creer la izquierda, es la afirmación pública de las identidades autootorgadas, no debería sorprender a nadie que tal lógica se extienda a todos los campos de la política con unos efectos que acaban siendo los contrarios de los que se pretenden (sí, de nuevo la paradoja de las consecuencias). Cada afirmación de una identidad se lleva a cabo señalando una diferencia reticente al reconocimiento de esa nueva identidad. Si estas diferencias tienen algo en común, acabarán optando por ser el otro del otro y sentirse identificadas por la identidad colectiva que se les coloca como sambenito. Ahí está -creo yo- la razón de la marcha de un número importante de católicos hacia VOX. Este, a mi humilde parecer, es un fenómeno nuevo, muy importante y, potencialmente, de largo recorrido.
Un último punto: Cuando se quiere estar a la vanguardia de la historia, o bien se forma parte de un partido leninista, o bien se corre el riesgo de acabar muy en la vanguardia, pero desconectado de los votantes que podrían darte la mayoría. A esto huele el lenguaje políticamente correcto.
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El café de Ocata