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El café de Ocata
Carta de Ignacio Iglesias a Victor Alba del 26 de diciembre de 1974:
"En la reunión donde se estableció definitivamente la unificación del BOC y de la IC... estuvimos presentes once personas: cinco por el BOC y tres por la IC, más Felipe Alútiz, de Pamplona, que estaba de paso, y Carlota Durany y Francisco de Cabo, que habitaban la torre donde nos reunimos, situada en el núm. 24 de la calle Montserrat de Casanovas (Horta)".
Que tome nota la historia.
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El café de Ocata
Hay en la indignidad, como en casi todo, diferentes grados. Desde niños sabemos que uno de los comportamientos más abyectos dentro de la amplísima gama de la indignidad, es el de chivato. Pero incluso dentro de los chivatos hay grados de abyección. Está mal chivarse al maestro que Pepito ha sido quien ha hecho una trastada, pero está mucho peor contribuir con tu firma a dar credibilidad internacional a una acusación falsa contra alguien que no puede defenderse porque está en la cárcel acusado de crímenes que no ha cometido. Esta mal, especialmente, si tu firma puede contribuir a dar argumentos al fiscal que pide para ese alguien la pena de muerte.

Nuestra guerra civil está llena de heroísmos y miserias, como todas. Y en todas hemos visto también a intelectuales contribuir con su firma a la defensa de la barbarie. Se pueden escribir sonetos por la mañana y por la tarde venerar a un déspota. ¡Ahí está Neruda! En nuestro caso, a mi me duele especialmente ver al poeta Miguel Hernández cantándole las gracias al bestia del Campesino y a José Bergamín escribiendo el prólogo de una obra infame,
Espionaje en España. Su autor era, supuestamente, un brigadista internacional que había sido testigo de la traición del POUM a la República. En realidad este autor, Max Rieger, nunca existió. El libro fue compuesto al dictado de agentes soviéticos (y parece -¡ay!- que contó con la colaboración de un filósofo comunista español) inventando pruebas y recogiendo titulares y noticias de periódicos filo-comunistas. Su traductor al francés, Jean Cassou, declaró mucho después -cuando se hizo antiestalinista- que "los comunistas pusieron su nombre, pero que él no había leído siquiera el libro" (Carta de Joseph Salto a Diego Sevilla Andrés, 1 de septiembre de 963).

El libro es pura bazofia propagandística, pero con el prólogo de un escritor cristiano, la cosa cambiaba. Si José Bergamín está seguro de que hay pruebas concluyentes para condenar a la dirección del POUM de ser agentes de Franco...

Pero es que el cristiano Bergamín no sólo parece estar seguro de eso, sino que no tiene reparo alguno en declarar que cualquiera que defienda a los acusados (que en modo alguno eran trotskistas, por cierto), se ha pasado al enemigo.

Me limitaré a presentar sólo una prueba de la manipulación de la verdad continuamente presente en el libro. "Esta carta, escrita en un lenguaje deliberadamente oscuro", como puede leerse al pie de la foto, tenía que ser deliberadamente oscura porque en ella se le presentaba a la dirección del POUM un plan para secuestrar a la mujer de Franco e intercambiarla por Maurín. Pero, ya ven ustedes, fue utilizada por el fiscal como acusación y considerada por Bergamín "por sí sola evidente"

El libro recoge también esta imagen. Las dos primeras líneas, "¿Gobierno-Negrín? / ¿Dónde está NIN?" fueron escritas por las juventudes del POUM. La de abajo, por las JSUC, las juventudes del PSUC. Nin estaba muerto. Lo habían matado agentes comunistas. Sus restos siguen sin aparecer.
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El café de Ocata
Maurín fue a preguntarle a Azaña a ver cómo estaba la cosa, porque tenía previsto viajar a Galicia el 17 de julio del 36 y no quería sorpresas. Azaña le contestó que viajara tranquilo porque le podía asegurar que esa semana no asaría nada. Ya sabemos lo que pasó. A consecuencia de ello, Maurín fue detenido y encarcelado. Algunos lo dieron por muerto. De ahí la carta de Trotsky del apunte anterior. No fue juzgado hasta 1944. El consejo de guerra le impuso 30 años de prisión, pero al no tener "delitos de sangre" y sí tener un tío obispo, fue indultado en diciembre de 1946. Cuando salió de la cárcel era un hombre distinto. Tan distinto que era el único miembro del POUM convencido que lo del franquismo iba para largo. Lo que comenzó a escribir no gustaba mucho. El 2 de abril de 1962 le escribe a Ignacio Iglesias: "Eres el único de los antiguos amigos políticos que me ha escrito comentando favorablemente, como tú lo haces tan generosamente, mi libro. Los más han guardado un silencio muy prudente; y algunos, muy pocos, no han podido omitir su desacuerdo con alguna parte del libro: sobre todo el epílogo."
El libro al que se refiere Maurín es Hacia la segunda revolución, escrito en 1935 y reeditado con un epílogo que, efectivamente, no gustó a nadie porque decía cosas como las siguientes:
"La idea de hacer a Azaña presidente de la República salió del magín atolondrado de Indalecio Prieto, que razonaba así: Azaña, presidente de la República, y Prieto, presidente del Consejo de Ministros. Prieto era un hombre políticamente miope. Su perspectiva era sistemáticamente corta, y casi siempre se equivocaba".
"La República careció de política internacional. O, lo que es más grave aún: siguió la política internacional que inauguró Primo de Rivera, basada en la independencia de Inglaterra y en la petrolización rusa".
"La España republicana tenía la capital de la nación, los principales centros industriales, el oro del Banco de España y la mayoría de la población. Además, tenía razón y contaba con la simpatía mundial. Con ese capital pudo haber ganado la guerra civil. Pero cometió en los comienzos un error capital que determinó su fracaso final: el haber aceptado la intromisión comunista".
"La entrada de dos ministros comunistas en el gobierno presidido por Largo Caballero, septiembre de 1936, cerró totalmente la puerta a la posibilidad de un entendimiento con Inglaterra y Estados Unidos".
"Todo lo demás, desde hace veintisiete años, para España y los españoles ha sido sangre, sudor, lágrimas. Y remordimiento".
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El café de Ocata
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11:43
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El café de Ocata
Me encuentro con este artículo de Enrique Dans,
La exaltación de la función memorística del cerebro debe morir, justo cuando acabo de leer las respuestas de George Steiner en una entrevista que le hace Carles Capdevila en
Entendre el món. "Disfruto aprendiendo de memoria", comienza diciendo. Y añade: "Lo que aprendes de memoria no te lo puede quitar nadie. Es seguro. Recuerde que la gran poesía bajo los regímenes de Hitler y Stalin perduró porque se aprendía de memoria. Mandelstam perduró porque los rusos se lo aprendían de memoria. Para mi un sistema educativo que abandona la memoria es pecado, es diabólico."
Estoy de acuerdo con él: una escuela que abandona la memoria es diabólica. ¡Ojalá supiera yo más cosas de memoria!
Vivimos una situación pedagógica extraña, caracterizada porque todo aquel que lanza una crítica a lo que él entiende que es la escuela viejuna (y que generalmente es sólo una visión muy sesgada de la realidad), pasa por un genio de la pedagogía. ¿Es que no hay nadie que conozca cuatro cosas de la historia de la educación?
Hay cosas que pueden ser viejas y, sin embargo, útiles. Respirar, por ejemplo. O saberse las tablas de multiplicar. O disponer de una escala cronológica mental que te permita ordenar los datos históricos. O saber poesías o los huesos de la cabeza. En este sentido, la vieja taxonomía de Bloom sigue siendo perfectamente válida para entender lo que significa aprender. Para Bloom, el aprendizaje comienza con el conocimiento de datos, pero culmina cuando operamos sobre esos datos: comprendiéndolos, aplicándolos, analizándolos, sintetizándolos y evaluándolos.
Sin datos, no hay posibilidad de operar sobre datos, pero con datos únicamente, no hay un aprendizaje que merezca este nombre.
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7:02
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El café de Ocata
Me pongo en contacto con Jean-Guy Rens, especialista en la obra de Vlady, el hijo de Victor Serge. Rens, a su vez, me ofrece las direcciones de Régis Debray ("une mine de connaissances", me dice) y Claudio Albertani.
Albertani descubrió los Carnets de Victor Serge en el archivo de Laurette Séjourné (la última compañera de Serge) y es, sin duda, el mayor especialista en el Grupo Socialismo y Libertad (Gorgin, Serge, Pivert, Regler...).
Albertani, por su parte, me dice que si quiero, puede ponerme en contacto con el nieto de Trotsky, Esteban Volkow.
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22:16
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El café de Ocata
Alain Touraine, profeta socialdemócrata: "Tenemos un sistema educativo que es monárquico y religioso. Está pensado para sacar a los niños de su mundo limitado, la familia, los amigos, y transformarlos en sujetos del rey y de Dios. Es el modelo jesuita. Totalmente español."
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12:22
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El café de Ocata

En "¿Qué leer", septiembre 2015
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12:47
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El café de Ocata
Hoy firmo este artículo en el Culturas de La Vanguardia:
El cine y la pedagogía son dos pasiones modernas destinadas a encontrarse. La razón es sencilla: El cine nace y se desarrolla a la vez que el gran mito del siglo XX, el de la infancia, como lo demuestra Pol Vandromme en Le cinéma et l'enfance (1955). Nos ha salido un mito melancólico, pero es que la fe en el progreso no daba más de sí.
Todo grupo humano empeñado en un propósito colectivo serio, necesita crear sus propias ilusiones sobre la nobleza de sus esfuerzos. El gran propósito colectivo de la Ilustración fue el del progreso, y la ilusión que le asoció fue la escuela. Mejor dicho: la fuerza transformadora de una escuela que democratiza el acceso a la luz de la razón y, por lo tanto, a la liberación de las tinieblas de la ignorancia y la superstición. Cada escuela que se abre es una cárcel que se cierra, decía Victor Hugo.
Si bien, como nos enseña La lengua de las mariposas, la escuela ha resultado ser un reducto frágil de la Ilustración, no por eso parecemos dispuestos a descreer de la fe que hemos depositado en ella. Si la escuela real nos decepciona, soñamos con la escuela ideal. Entre el Robin Williams de El Club de los Poetas Muertos (1989), el Ryan Gosling de Half Nelson (2006) y el François Begaudeau de La clase (2008), la idealidad parece haber ido dejando paso al escepticismo. Sin embargo, las estadísticas nos dicen que la primera película que nos viene a la cabeza cuando nos piden un título sobre cine y pedagogía es El Club de los Poetas Muertos. Alguna cosa debe querer decir esto sobre la singular racionalidad pedagógica.
Si las encuestas dicen la verdad, el maestro que nos gusta no es el diligente que llega puntual a clase y cumple meticulosamente con el programa, sino el artista que se salta horarios, convenciones y programas. El problema es que no sabemos ni cómo crear artistas en serie, ni si las escuelas podrían soportarlos.
El extremo opuesto de Robin Williams sería el Thomas Gradgring de Hard Times, la novela de Charles Dickens adaptada al cine mudo en 1915 por el director Thomas Bentley, que abre de esta manera la vía de la denuncia de una escuela sin alma, anticipando Cero en conducta (1933), Los 400 golpes (1959), If … (1968), The Wall (1982), Las pequeñas flores rojas (2006) y tantas otras. Nuestra escuela está hoy muy lejos de la agresividad cuartelaria que muestran estas películas, pero continúa sin satisfacernos. Seguimos añorando al maestro que la haga realidad como reducto de la Ilustración en la posmodernidad, que sería el maestro que no hemos tenido y, por lo tanto, que dejó en precario el mito personal de nuestra propia infancia. Sospechamos que Robin Williams es el maestro que nos hubiéramos merecido. De haberlo tenido en clase, nuestras emociones serían hoy más inteligentes, nuestra espontaneidad creativa más viva y, por supuesto, no seríamos analfabetos ni en matemáticas ni en inglés. Si no hemos tenido un Robin Williams, alguien nos ha negado la oportunidad de ser mejores de lo que somos. Pero si a nosotros se nos negó tal derecho, podemos intentar que nuestros hijos disfruten de un gran maestro que los eduque de manera no represiva, en la creatividad, el pensamiento crítico, las inteligencias múltiples, la inteligencia emocional y la innovación. Este maestro debería poseer las siguientes características:
(1) No dejarse atrapar por la inercia cautiva y vivir la docencia con la pasión del Jack Black de Escuela de Rock o el idealismo heroico del Sidney Poitier de Semilla de maldad.
(2) Ser un clérigo de la pedagogía, hasta el extremo de subordinar a su trabajo cualquier faceta de su vida. “Un gran maestro”, dice Rahul Khanna en The Emperor’s Club, “tiene pocas cosas externas que recordar. Su vida está volcada en otras vidas”. “¡Yo soy una maestra! ¡Yo soy una maestra, en primer lugar, en último lugar, siempre!”, defiende Maggie Smith en La plenitud de la señorita Brodie.
(3) Plantearse objetivos ambiciosos para todos sus alumnos, sin creer en determinismos sociológicos o intelectuales (en la “curva de Bell”). Estar convencido de que incluso entre los intelectualmente más desfavorecido hay alguna semilla latente de algo hermoso que necesita desarrollo. Si a veces parece excesivamente exigente, como Debbie Allen en Fame, Edward James Olmos (haciendo del gran Jaime Escalante) en Stand and Deliver o el enorme J.K. Simmons en Whiplas, es porque intuye la presencia de esta semilla con más fuerza que el propio alumno. No tiene nada que ver con el Alex McAvoy de The Wall. No se limita a proporcionar experiencias más o menos entretenidas de aprendizaje. Quiere producir cambios notables en las trayectorias vitales de sus alumnos. Es un artista inspiracional y, por eso mismo, no tiene método. Él es el método.
Desde 1939, con Goodbye Mr. Chips, sabemos que el maestro de nuestros sueños no puede ser un maestro ortodoxo. Ha de ser un atleta de la innovación. ¿Cómo se crea un maestro así? Como los reformadores educativos no tienen ni idea, hemos de concluir que hay cine pedagógico para rato.
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22:27
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El café de Ocata
La manera de ser buenos que hemos descubierto los europeos consiste, por una parte, en renunciar a la grosería de la fuerza militar y, por otra, en dolernos permanentemente de nuestros pecados (con lo cual, nunca llegamos a cumplir la penitencia). Pase lo que pase en el mundo, los europeos sacamos inmediatamente a lucir nuestras vergüenzas: algo tenemos que ver nosotros. El narcisismo culpable es la forma ética de Europa. "Europa se ha acabado" he leído estos días, junto a esa hipócrita coletilla de "me avergüenzo de ser europeo". Somos, por lo que parece, lo peor de lo peor. Somos tan malos que debiera resultarnos incomprensible que haya tantos exiliados deseando instalarse en este continente moralmente miserable.
En los años 30, Husserl defendió en unas conferencias famosas el heroísmo de la razón, asociándolo a la idea que, según él, lleva Europa en su esencia, la de la humanidad. Todo lo que vino después nos puso de manifiesto lo difícil que es eso del heroísmo de la razón (es más llevadero el emotivismo de la culpa) y lo aún más difícil que es pensar la humanidad. En cuanto los herederos de Husserl comenzaron a hablar de humanidad, se los criticó por eurocentristas.
El drama de los exiliados está ahí y sería cínico cerrar los ojos, pero su dramatismo no es moralmente mayor del que estaba siendo habitual en las costas mediterráneas ante la pasividad de los países del norte de Europa, que no querían saber nada de recibir cuotas de emigrantes. ¿O acaso nuestra moralidad depende de que una víctima tenga un fotógrafo cerca?
Ciertamente Europa, a diferencia de lo que están haciendo algunos estados musulmanes muy ricos, no puede cerrar los ojos ante el sufrimiento de los que llaman a sus puertas. Pero la respuesta no puede ser abrir las puertas de par en par a los exiliados políticos y cerrárselas a los exiliados económicos. ¿Qué alternativa queda, entonces? ¿Ejercer de gendarme y tomar partido en los conflictos próximos? "Por favor, paren esa guerra", decían algunos por las redes sociales. El problema es que los malos no se dan por enterados si los bombardeamos con buenos consejos. Ademas, la desastrosa experiencia de Irak y Libia nos permite constatar que somos muy buenos destruyendo gobiernos, pero muy malos ayudando a crear gobiernos nuevos. Por otra parte, tampoco podemos olvidar que en los dos lados de un frente hay niños susceptibles de morir destripados por las bombas.
Nos encontramos aquí con un dilema que si no lo solucionamos pronto, puede acabar con Europa. Pero cuando los dilemas políticos no encuentran solución lo que suele fallar no es la claridad política, sino la claridad moral.
Para que Europa pueda ayudar la condición elemental es que siga habiendo Europa.
The New York Times
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8:12
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El café de Ocata
Para Robespierre, aquel hombre ebrio de virtud republicana, el ateísmo era un vicio exclusivo de la aristocracia y de sus filósofos falderos. "El ateísmo es aristocrático", llega a escribir en noviembre de 1793, pensando en los filósofos de salón. Por el contrario, la idea de un Ser Supremo (en Robespierre siempre resuena la voz de Rousseau) que vela por la inocencia del oprimido y castiga el crimen triunfante, es completamente popular (esto es lo que escandalizará a Marx). Poco antes de su ejecución escribió contra los filósofos que confundían la causa del culto con la de los déspotas y la de los católicos con la de los conspiradores y reducían a ir a misa el crimen de conspirar contra el Estado.
Son enemigos del pueblo, concluye Robespierre, quienes pretenden forzarlo a ver en la Revolución no el triunfo de la virtud, sino el del ateísmo, cuando el ateísmo es un crimen político. "El ateísmo es la antítesis de la virtud, y por lo tanto es antirrepublicano". Esta es la razón por la que mandó
a la guillotina a Anacarsis Clot.
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El café de Ocata
"Si el catalizador que debería ser el profesor no actúa y deja de ejercer su papel, en lugar de facilitar y favorecer el encuentro entre un texto y un grupo de lectores, lo obstaculiza. Y de esta forma el mensaje en la botella, que puede ser Guerra y paz o El proceso, queda recluido en la botella, que continúa su desolado errar por lo desconocido."
Alfonso Berardinelli
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15:45
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El café de Ocata
y a rumiar lo leído. El párrafo que acabamos de leer se nos hace bola y si no lo disolvemos y digerimos es imposible pasar página.
Por ejemplo:
"Hay en la izquierda más intelectuales dispuestos a aceptar el filofascismo de Ezra Pound y el filonazismo de Martin Heidegger, o la retórica comunista de Brecht y de Neruda, que a reconocer la importancia tanto política como literaria de Georges Orwell y de Simone Weil"
Alfonso Berardinelli, El intelectual es un misántropo.
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El café de Ocata

Hoy he comido en
La cuina dels capitans, en el puerto del Masnou, con Eduard Puigventós. Hemos hablado, por supuesto, de su libro,
Ramón Mercader, el hombre del piolet, pero también de la investigación histórica, de archivos, de personas que hemos conocido, de nuestras lagunas, de chascarrillos... y nos hemos intercambiado documentación varia. Me he venido a casa con el libro del Krivitsky (
Yo, jefe del servicio secreto militar soviético), un número de
La Révolution Prolétaire de noviembre de 1948 que recoge, además de un artículo sobre la reforma de la enseñanza (ese
perpetuum mobile), el relato de A. Rosmer sobre el asesinato de León Trotsky, y, por último un libro que es para mi una pequeña joya,
Heroes I Have Known, de Max Eastman. Nada más llegar a casa he devorado el capítulo dedicado a Dewey. La vida feliz debe parecerse bastante a una vida de investigación, lecturas y tertulias (sin, por supuesto, la necesidad de escribir nada). Pero para llegar a ser feliz, feliz de verdad, al llegar a casa uno debería encontrarse, como yo hoy, con los nietos poniendo todo patas arriba.
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El café de Ocata


He pasado muy buenos ratos -aunque tristes, porque la historia, como el diálogo, siempre acaba mal: con el silencio de sus protagonistas- repasando
La Batalla, el órgano del POUM y leyendo la biografía de Gustav Regler,
La lechuza de Minerva, héroe de las Brigadas Internacionales en Madrid y traidor en el exilio mexicano. "No te hicimos héroe en Madrid para que ahora te construyas tu propia filosofía", le advirtió un ex-camarada en un café mexicano. Creo que
La lechuza de Minerva, que como decía Hegel inevitablemente llega tarde, porque levanta su vuelo al atardecer, nunca se publicó en España. Nietzsche dice en la consideración intempestiva que le dedica a la historia, que no podemos sumergirnos en ésta sin acabar contaminados de escepticismo. Les confieso que estos días tengo un fuerte acceso de este mal existencial.
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15:59
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El café de Ocata
En agosto de 1937, en un mitin en Valencia, Pasionaria soltó una de las barbaridades más grandes que se oyeron en toda la guerra de España: "Más vale matar a cien inocentes que dejar libre a un culpable". Como estas palabras iban dirigidas al POUM, en La Batalla, el portavoz de este partido, le respondieron con un exabrupto que no pasará a la historia como una de las mejores páginas del feminismo de la izquierda. Se titulaba La Pasionaria un sexo loco vuelto lengua:
"La Pasionaria, este sexo loco vuelto lengua, se lanzó en el mitin de Valencia a las estridencias propias de su condición mental y de su lengua. Muchas anormales sexuales han terminado prostitutas; otras han sido elevadas a la categoría de santas; a la Pasionaria la locura del sexo se le ha subido a la lengua y ha sido proclamada 'vedette' oficial del PCE".
Pasionaria tenía muy buena memoria y muy mala leche.
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15:30
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El café de Ocata
En su delicioso “¿Matar a Sócrates?” recuerda Gregorio Luri la leyenda socrática según la cual un orador demócrata, Lisias, ofreció a Sócrates un eficaz discurso de defensa, pero él lo rechazó porque, según Cicerón, no lo encontró “fortem et virilem”, pues se trataba de una súplica lacrimosa al jurado que Sócrates, por dignidad, no podía aceptar.
–Prefirió morir siendo Sócrates a continuar viviendo como Lisias.En ABC
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El café de Ocata
La infinita caverna
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El café de Ocata
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El café de Ocata
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El café de Ocata
Escribe Gregorio Morán en Miseria y grandeza del Partido Comunista de España 1939-1985, que un día de julio de 1959 una delegación del buró político del PCE visitó a Pasionaria en su dacha de Uspenskoie, un lugar conocido también como Soroc vtoroi, "Cuarenta y dos", porque estos son los kilómetros que separan esta zona de dachas, propiedad del comité central del PCUS, de Moscú. Se presentaron ante Pasionaria Carrillo, Semprún, Líster, Santiago Álvarez ("Santiago el Menor", según López Bulla) y Tomás García entre otros. Venían a hablarle de la situación de España, pero ella los sorprendió a todos presentándoles su dimisión, algo insólito en un secretario general de un partido comunista. Añade Morán que fuera de la dacha los esperaban Azcárate, Sandoval, Sainz, Balaguer y Ramón Mercader, "vecino de la dacha", puntualiza.
Las cosas no me cuadran. Si el encuentro tuvo lugar en 1959, no pudo asistir Mercader, porque aún estaba preso en México. ¿Pudo entonces haber tenido lugar en 1960? No lo sé, y por eso pido ayuda. Si alguien puede aclararme el asunto, me hará un gran favor.
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El café de Ocata
"El proletariado revolucionario de España y del mundo exigirá responsabilidades en un día no muy lejano. Santa Ursula pasará como una página de dolor y de sangre en el cuerpo ascendente de nuestra revolución. Pero Santa Ursula tendrá repercusiones extraordinarias en el movimiento obrero internacional. En las heridas sangrientas, en los golpes, en los gritos de dolor y en las contorsiones de los desgraciados martirizados de Santa Úrsula está la sentencia de muerte del estalinismo."
Chekas, octubre 1937. Fotocopia de un dosier elaborado por la CNT sobre las chekas de Barcelona.
Di con este dosier ayer en la Biblioteca de Catalunya de una manera casual. Es desolador, pero Santa Ursula fue sólo una de las muchas chekas de la ciudad de Barcelona y no de las peores. ¿No ha llegado la hora de sacar todo eso a la luz de una manera históricamente rigurosa y de ofrecerles a las nuevas generaciones toda la memoria histórica? ¿No ha llegado ya el día de exigirnos responsabilidades a nosotros mismos por el sesgo de nuestra memoria histórica?
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El café de Ocata
I love them
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El café de Ocata
Hace unos días me invitó don José Luis López Bulla a Pineda de Marx y yo le dije que estaba enclaustrado, pero que en cuanto pusiera el punto final a mis espías me pondría a sus órdenes. Esta mañana ha puesto ese punto. Bien es verdad que aún no es final del todo. Es provisionalmente final. Me queda por investigar alguna cosa importante, como las declaraciones de alguien que estuvo a las órdenes del comandante Ramón Mercader en Torre del Burgo, leerme un par de libros que tratan de manera circunstancial aspectos relevantes de mis espías, consultar un archivo en París y esperar las notas manuscritas de Albert Ginestà. Pero todo esto vendrá dentro de unos días. Hoy he puesto el punto final provisional y me he subido al tren de la costa con dirección a Pineda de Marx.
Tiene don José Luis el arte de saber sonreír, que es un arte maquiavélico y terrible porque si bien acoge con generosidad al forastero, estoy seguro de que desarma al adversario y, por la luz intensa que aparece de vez en cuando en sus ojos, juraría que sabe combinar su sonrisa con la muleta o con el estoque, según sea la querencia de quien tenga delante. Me huelo que como enemigo este hombre ha de ser temible, pero sospecho que no le gusta ejercer de enemigo. Bien podría ser el jefe de una pandilla de bandoleros de Sierra Morena, pero por no salir de casa con los calores del verano, prefiere sentarse a la fresca con la vecindad a hablar -a hablar claro- de lo que se tercie.
Yo de don José Luis había oído hablar, claro. Decían que era un reformista y que él asentía, pero añadiendo que al estilo de Lenin. Una vez hice el viaje en tren de Barcelona a Ocata a su lado, pero como no nos habían presentado, yo no dije ni pío. Él llevaba un informe, algún estudio sobre cuestiones sociales del que he olvidado el título. Así que conocernos, nos hemos conocido hoy, pero a los cinco minutos de estar juntos ya parecía que nos conocíamos de antiguo.
Es un lujo hablar con este hombre. Una charla de un par de horas con él debería convalidar medio curso de historia contemporánea de Cataluña. Diría más: quienes no hayan pasado un par de horas hablando con él, podrán aprobar académicamente la historia contemporánea de Cataluña, pero no se habrán enterado de una parte esencial de la misma.
Don José Luis es un hombre erudito, memorioso, con sentido del humor, generoso y que sabe elegir el cava y los lugares donde hacen buenos calamares a la romana.
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El café de Ocata
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El café de Ocata
Félix Ros escribió un libro más que interesante titulado Un meridional en Rusia. Su primera edición es de 1936 en Barcelona y la segunda de 1940 en Madrid. Me gusta el inicio de su "Proemio a los amigos" escrito para primera edición: "Al cabo de bastantes años, seguís algunos teniéndome la poca amistad que me teníais".
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El café de Ocata
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El café de Ocata
Mensaje de Ferran S.: "Bésame con la ansiedad con la que aprovecho el wifi en el extranjero".
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El café de Ocata
En una pared hay un retrato de Stalin, un conferenciante da un discurso sobre Stalin, un coro canta una canción sobre Stalin, un poeta declama una poesía sobre Stalin… ¿Qué está pasando? Una reunión consagrada al centenario de la muerte de Pushkin.
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El café de Ocata
Llevo meses inmerso en la historia del comunismo y si algo me queda claro es que, en sentido estricto, los comunistas no eran dogmáticos, puesto que de un día para otro podían poner patas arriba su estrategia y defender lo contrario de lo que hasta aquel momento habían defendido. Eso sí, eran igual de sectarios los dos días y los dos días los militantes estaban dispuestos a dar la vida por el Partido. En España los comunistas salieron a la calle el 14 de julio del 31 a protestar contra la república burguesa, gritando que querían todo el poder para los soviets en un país en el que no había ni un soviet y, en todo caso, lo que estaba en juego era si la república naciente tendría o no todo el poder. Cuando llega de Moscú la orden de defender los frente populares, los socialistas pasan de socialfascistas a compañeros de cama. Cuando en el 38 se acusa al PCE de estar siguiendo al dedillo instrucciones de Moscú, este partido lanza una campaña nacionalista en la que España aparece invadida por los moros y hay que defenderla con el coraje del Cid y Agustina de Aragón. No sé si hubo un partido más estalinista que el que dirigía Pasionaria, pero el día que amaneció con la obligación de ser antiestalinista, allí estaba Pasionaria criticando el culto a la personalidad. ¿Qué tipo de dogmatismo era el del comunismo? No era un dogmatismo como el católico, articulado en torno a dogmas incuestionables, sino un dogmatismo articulado en torno al Partido, "que siempre tiene razón". "No se puede tener razón fuera del Partido", dijo Trotsky. Y Stalin lo siguió defendiendo que el Partido se fortalece depurándose de quienes dudan de que sólo el Partido tiene razón. Y miles de intelectuales occidentales se arrodillaron fervorosos ante él. ¿Que cuál es la razón? ¡Pues la del momento! Recuerden ustedes el pacto entre Stalin y Hitler. Por cierto, al día siguiente de firmarlo le prohibieron al PCE que calificase el régimen de Franco de fascista. Era sólo franquista. El fascismo no era malo. Lo que era malo era ser inglés o americano. Trotsky, por esta misma razón, paso de ser un espía de Hitler a un agente angloamericano. Y todo, insisto, de un día para otro.
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El café de Ocata
... y a los pasajeros les tocó la lotería.
Y sin embargo he visto por las llamadas redes sociales intentos de linchar a los americanos porque los occidentales también somos terroristas o porque los americanos le pegaron al terrorista más de lo estrictamente necesario. Yo entiendo que a los defensores de la negociación con los asesinos (Gemma Nierga: "Ernest Lluch hubiera negociado incluso con los que lo iban a matar") les cuesta aceptar que si te van a pegar un tiro tu primera obligación es evitarlo de la manera más rápida y contundente posible (dejemos ahora de lado la evidencia de que el diálogo, si no es retórico, suele acabar mal). Pero allá ellos. Yo me quedo con esa magnífica lección de coraje que nos han dado dos americanos y con la confianza de que la virtud del coraje no tiene por qué ser menos contagiosa que el vicio del miedo.
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El café de Ocata
Gregorio Luri, si cuando invitas a alguien a cocido, te aseguras antes de tener en casa garbanzos de calidad, te evitarás tener que ir a última hora del sábado al paquistaní a comprar unos garbanzos sospechosamente baratos que hoy no hay manera de que dejen de rebotar como perdigones en la cazuela.
No por mucho madrugar los garbanzos se cuecen antes si son de mala calidad.
Veremos la cara que ponen los invitados cuando les diga que tienen pizza.
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El café de Ocata

Me imagino que todos ustedes conocen esta foto convertida en icono de las milicianas republicanas. Un día les hablaré de su intrahistoria. Nos muestra a la joven Marina Ginestà en la azotea del Hotel Colón, en la Plaza de Cataluña de Barcelona, la sede de las JSUC.

Quizás no conozcan esta otra: Marina Ginesta y su hermano en el frente de Aragón.
Pues bien, hoy estado comiendo con el hijo de Marina y con la hija de su hermano. ¡Qué personas magníficas!
Yo no sé qué calidad histórica y literaria tendrá el libro que estoy escribiendo, pero sí sé lo bien que me lo he pasado y me lo estoy pasando mientras lo escribo y, en consecuencia, que pase lo que pase con las críticas y las ventas, ya ha sido un fenomenal éxito.
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El café de Ocata
En Jacinta la pelirroja (1929) cantaba José Moreno Villa:
Quisiera morir habiendosido poeta, carpintero,pintor, filósofo, amante y torero.¡Ah! y cantor negrode un jazz que sientoa través de diez capas de suelo.
Que en traducción libre quiere decir:
Quisiera vivir siempresiendo coach, oenegero,grafitero, tertuliano, promiscuo y animalista. ¡Ah! y skatero de una música que sientocada vez que como eskater me revelo.
Cambian las listas de pecados, pero su número me parece a mi que permanece inalterable. Ahora uno de los pecados más grandes en los decálogos de los defensores del Bien es el toreo. Nada nuevo: hay que estigmatizar al pecador porque, en caso contrario, ¿cómo iba a saber la gente quiénes son los buenos?
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El café de Ocata
Ya lo he dicho por aquí, pero lo repito: de todas las cosas de la vida, la que más inesperadamente me ha llegado es la vejez.Os aseguro, jóvenes, que no se la ve llegar.
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El café de Ocata
- Unos nacionalistas que me hacen rechinar los dientes son los de los Quaderns de l'exili, que dirige aquel Joan Sales que fue del Bloc y ahora es católico, separatista y defensor de la necesidad de un ejército catalán. Al cabo de un tiempo se vuelven a Cataluña y hacen de monserratinos (...). Sales ha hecho más por el país con sus ediciones barcelonesas que con esta revista abracadabrante y con su novela de boy-scout teológico.
- Dos frases de Franco en su discurso de final de año: Llevo treinta años ocupando la nave del Estado y esta otra, maravillosa: Echaron sobre mis hombros las responsabilidades superiores a mi edad y a mi empleo. Eso del empleo podría hacer creer que él mismo se escribe sus discursos. Una cosa así no se inventa.
- Los drogas... veo en clase a muchos que prometían y ahora flotan. La prensa se hace eco de las tonterías de un cabrón de Harvard, el Dr. leary, que predica el consumo de LSD y organiza seminarios "para la emancipación del espíritu" (...). Y los obreros, que ven como sus hijos comienzan a drogarse, si pudieran apalizarían a los "señoritos de universidad".
- En una peña de estudiantes: "Mierda, la Bandera Roja se va al PSUC. Se ha acabado follar gratis." El púdico PSUC no permitirá que para atraer adherentes se organicen "orgías de proselitismo revolucionario".
- Solchenitzin dice que la dictadura soviética es peor que la española. Los intelectuales se escandalizan y un tal Juan Benet, que se cree un genio sólo por mirarse en el espejo, sentencia que habría que meter al ruso en un campo. La verdad es que Pinochet, Amin Dada, Castro, Brejnev, Ceausescu, Mao o Duvalier son peores que Franco. Ya que no sabemos sacarnos a Franco de encima, queremos que nuestra palma de martirio sea la más grande. Y nos ofendemos cuando nos enseñan otras más sangrantes.
- Me duele una frase de Maurín en el apéndice, excelente, que ha puesto a la reedición en Ruedo Ibérico de su último libro, el de 1935. Es esta: En el momento en que la disyuntiva quedó planteada, a partir de junio de 1937, entre Partido Comunista al servicio de Moscú, o los militares reaccionarios, pero españoles, el desenlace de la guerra civil estaba predestinado.
- Largas conversaciones con Pallach. Coincidimos en que octubre del 34 fue una tontería por parte de los republicanos.
- Vuelvo a leer a Ehrenburg (...). Me pasa lo mismo que con Aragon, Céline, Pound, Alberti, Pla, Dalí, Bergamín: veo un buitre volando y no me puedo fijar en la belleza de su vuelo recordando cómo se alimenta.
- Pancartas en las manifestaciones del Este (...). Esta maravillosa en Moscú: "Proletarios de todo el mundo, perdonadnos".
Victor Alba,
Sísifo y su tiempo.
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El café de Ocata
- Luis de Foxá, poeta falangista, exclamó al ver el nuevo edificio de los jesuitas: Si esto hicieron con el voto de pobreza, qué no harán con el de castidad.
- Cuando un grupo de generales fue a pedirle a Franco que restableciera la monarquía, el Caudillo los recibió uno por uno; a Saliquet, por ejemplo, le preguntó de entrada: ¿Estás preocupado? ¿Es que no marcha bien tu fábrica de jabones? Ya no hubo más gestiones.
- Julián se mató en la celda colgándose. Castigado porque no había querido decir quién le había pasado un libro prohibido. En la pared había escrito: Vivir sólo para odiar haría odiosa la vida. No merece la pena. ¿Retórica? Sí, si no se hubiera suicidado.
- Dicen que [en México] se distinguía a un refugiado porque tenía el índice de la mano derecha más corto que los otros, de tanto golpear con él en la mesa del café mientras decía: Este año cae Franco.
- Automáticamente, cuando me presentan a un exiliado, trato de recordar si fue de los que protestaron por la persecución del POUM o de los que callaron. De los que callaron es el filósofo José Gaos. Confuso escribiendo y claro hablando. Un alumno suyo de la Universidad le dijo un día: Leyéndolo a usted, maestro, me explico la independencia [de México]. De su versión de Heidegger alguien comentó: Sólo leyendo el original alemán se entiende la traducción castellana.
Victor Alba,
Sísifo y su tiempoContinuará...
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El café de Ocata
"Uno de los presos era Séneca Pérez, un ácrata vegetariano, grabador de imprenta. Con los talones de goma de las botas hacía sellos de la Falange de diversos pueblos que servían para marcar avales falsos; hasta que lo descubrieron y lo fusilaron ante todos los presos formados; alguien le lanzó a los pies un manojo de cebollas. Contado parece grotesco, pero pensando en el hambre que se pasaba y que Séneca era vegetariano, S. lo ve como un gesto de fraternidad casi aterrador.(...)Sócrates Gómez, un chico bien plantado, estaba en la misma galería que S., hasta que lo pusieron en una celda de castigo porque un periódico clandestino, manuscrito, de los comunistas, lo atacaba por tratar de reorganizar las juventudes socialistas y lo acusaba de hacer el juego a Franco en el mismo momento en que Franco mandaba fusilar a su padre."
Víctor Alba, Sísifo y su tiempo.
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El café de Ocata
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El café de Ocata

El filósofo cristiano Orígenes, huyendo de la tentación femenina, hizo lo que la imagen muestra y que yo por pudor no me atrevo a ampliar, dejando así constancia para la posteridad de que se puede ser filósofo sin ser especialmente sensato.
Roman de la Rose, Francie 15th century
Bodleian Library, MS. Douce 195, fol. 122v
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El café de Ocata
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El café de Ocata
Poco después de las 8 de la mañana del 25 de marzo de 1935, cuatro miembros del Cuerpo de Guardias de Seguridad de la cárcel de Madrid salían a la calle tras hacer el relevo y se dirigían a sus casas. Al llegar al cruce de la calle Altamirano con Marqués de Urquijo les salieron al paso tres pistoleros que abrieron fuego contra ellos. Dejaron dos muertos y un herido grave. El cuarto guardia salió indemne porque al oír los tiros se dejó caer al suelo y se hizo el muerto. Los asesinos huyeron en un coche que los estaba esperando en las proximidades. He descubierto a uno de los asesinos.
¿Y qué hago ahora yo con este descubrimiento?
¿Tengo derecho a presentarme ante sus hijos -los conozco- y sus nietos y decirles, sabéis qué? ¡Vuestro padre y vuestro abuelo era un pistolero!
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El café de Ocata
“A tomahawk is what if you go to sleep and suddenly wake up without your hair, there is an Indian with.”— University of Texas
El Burro, 1969, from
A Century of College Humor
En Futility Closet
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El café de Ocata
"Un día le conté a un ruso uno de los cuentos leídos en el conmovedor libro de Amicis, Corazón, el titulado "De los Apeninos a los Andes", y el ruso, después de escuchar el relato, me preguntó:
- ¿Y para qué hizo tan largo viaje ese niño? ¡Para ver a su madre! ¿Tan sólo? -me objetó- No puede ser. Esa era la excusa. Seguramente era espía.
Vicente Reguengo, Quince años en Rusia.
Para B. M., que me sigue desde París.
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El café de Ocata
"In uno lugare manchego, pro cujus nomine non volo calentare cascos..."
Así comienza la traducción del
Quijote al latín macarrónico realizada por el indomable cura don Ignacio Calvo. Tal proeza no fue fruto del placer, sino de la imposición disciplinaria de su rector mientras era seminarista en el seminario conciliar central de Toledo. Hubo, pues, tiempos en que a un joven se lo podía castigar a traducir el
Quijote al latín. Claro que si este joven es el seminarista Ignacio Calvo, el resultado es la
Historia Domini Quijoti Manchegui, una obra de arte de la ironía.
Para enterarnos de a cuento de qué vino este castigo, voy a cederle la palabra a Juan Luis Francos, que nos lo explica en su libro
Personajes de la Alcarria. Ignacio Calvo y Sánchez:
"Estaba nuestro alumno en su mejor época de travesuras y procacidades, cuando hizo una de tal tamaño a la que le correspondió la tremenda penitencia de perder la beca...... estaba mandado que todos los seminaristas tuvieran a la cabecera de la cama un crucifijo, y el joven de Orche, siempre apretadillo de dineros, llevaba a Cristo en el corazón, pero no tenía dineros para comprar la efigie. Amonestado reiteradamente, acabó por construir con unos pedazos de hojalata un lamentable Cristo. Al pie del cual escribió:
El que tenga devoción verá en esto un crucifijo, pero el rector, ¡quiá!, de fijo, cree que es el mal ladrón".Y lo vio el rector.
De:
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El café de Ocata

Wittgenstein,
Culture and value
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El café de Ocata

Cy Twombly,
Ferragosto IV, 1961
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El café de Ocata
Ignacio Ruiz QuintanoAbc
Lo escribió, a propósito de la dictadura socialdemócrata que asola Europa, el único pensador español presente en la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos: “La pasión de parecer iguales (por miedo a la clase obrera) hizo perder el gusto por la distinción, es decir, por la libertad”.
Gregorio Luri es un profesor que tiene el buen gusto de la sabiduría… y la libertad. Igual hay más, pero yo no los veo entre esa clerigalla reaccionaria, heredera de la peor iglesia antiliberal del XIX, que es nuestra Universidad. (Y la europea. Y la americana, con mayor delito, por ser la única tierra donde la libertad política cuajó).
Pemán, que achaca a la Contrarreforma nuestro alejamiento del “mejor tono europeo”, sitúa el origen del “buen gusto” como expresión (“le bon goût”) en la corte granadina de Isabel la Católica, un ballet de educación y buenos modales casi pre-dieciochesco para significar todo lo moderado, elegante y exacto.
–Luego quedó como característica muy francesa, pero nació del espíritu culinario y de “ama de casa” de Isabel, que celebraba la perfección de un gesto con esa expresión tomada del “punto” exacto de un guiso o un almíbar.
Luri ha escrito un libro milagroso (en estos tiempos) para leer frente al mar: “¿Matar a Sócrates? El filósofo que desafía a la ciudad”). Abre con una hermosa cita de Plutarco sobre la lectura lenta de Platón: la broma de Antífanes sobre una ciudad donde las palabras se helaban por el frío nada más ser dichas, y luego, desheladas, la gente oía en verano las cosas de las que habían hablado en invierno.
El nazismo, dice Luri, fue el intento programado de borrar a Jerusalén de las raíces de Europa. Se apropió de Platón (“tenía sangre nórdica”), pero con Sócrates no supo qué hacer; al rechazarlo, lo declaró de “raza oriental”, alógeno a la raza griega, que sería (¡haga juego, Varoufakis!) una raza aria. Y Rosemberg le lanzó la peor injuria imaginable: “socialdemócrata internacionalista”.
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El café de Ocata
"Una vez le dijeron que en Lefórtovo, en el calabozo de los condenados a muerte -en los años del terror, siempre había en ellos más de una persona-, se podían ver, esgrafiados en la pared, los versos: ¿Pero existo de verdad / y de verdad vendrá la muerte? Cuando lo supo, Ósip [Ósip Mandelstam, el autor de esos dos versos y uno de los principales poetas rusos del siglo XX] se puso muy contento y durante unos días estuvo tranquilo y calmado." Nadejda Mandelstam, Contra toda esperanza.
Pero esa calma presagiaba -y Mandelstam bien que lo sabía- la tormenta de su inminente detención, que lo llevaría a morir de agotamiento en un campo de concentración.
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El café de Ocata
"La cultura es elitista por definición y la aplicación de los principios democráticos en la esfera del conocimiento lleva a hacer equiparables la sabiduría y la imbecilidad": Joseph Brodsky.