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by Jaya Suberg |
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El ser humano no es la base eterna de la historia y la cultura humanas sino un artefacto histórico y cultural. Este es el mensaje de una cantidad de disciplinas que, de modos diferentes, señalaron la especificidad de nuestra concepción moderna occidental de la persona. En estas sociedades, se sugiere, la persona es construida a la manera de un yo, una entidad naturalmente única y discreta, en la que los límites del cuerpo, como por definición, encierran la vida interior de la psiquis donde se inscriben las experiencias de la biografía individual. Pero las sociedades occidentales presentan la originalidad de construir la persona como un locus natural de creencias y deseos, con capacidades inherentes, como el origen incontrastable de acciones y decisiones, como un fenómeno estable que muestra consistencia en distintos contextos y momentos. Estas sociedades tienen también la originalidad de fundamentar y justificar en dicha concepción de la persona, los aparatos utilizados para la regulación de la conducta. Por ejemplo, es en base a esta idea del yo que opera gran parte del sistema legal penal con sus nociones de responsabilidad e intencionalidad. Nuestros sistemas morales son análogamente originales, desde una perspectiva histórica, en su valoración de la autenticidad y la emotividad. Históricamente, no es menos original que la política en nuestras sociedades le otorgue tanta preponderancia a los derechos individuales, elecciones individuales y libertades individuales. Es en estas sociedades que la psicología nació como disciplina científica, como conocimiento positivo del individuo y como una manera particular de decir la verdad acerca del hombre y actuar sobre él. Más aún, o al menos así parecería, en estas sociedades, los seres humanos han llegado a comprenderse y relacionarse como seres “psicológicos”, a interrogarse y narrarse en términos de una “vida interior” psicológica que alberga los secretos de su identidad, que deben ser descubiertos y realizados, siendo ésta la vara con la que se ha de juzgar lo que es vivir una vida “auténtica”.¿Cómo se debería escribir la historia de este “régimen del yo” contemporáneo? Quisiera proponer un abordaje particular a esta temática, un abordaje que llamo una “genealogía de la subjetivación”.(1) Esta denominación puede no ser la más feliz pero la creo importante. Su importancia radica, en parte, en indicar lo que esta empresa no es. Por un lado, no es un intento de escribir una historia de los cambios en la concepción de persona, la forma en que se la ha pensado desde la filosofía, la cultura y demás. Los historiadores y los filósofos por largo tiempo se han dedicado a escribir ese tipo de narrativa que es indudablemente significativa e instructiva (ejemplo de ello es Taylor 1989, véase el enfoque diferente de Tully, 1993). Lo que me interesa no son las “nociones de persona” sino las prácticas con las que se entiende y se actúa sobre las personas, en relación con la criminalidad, la salud y enfermedad, las relaciones familiares, la productividad, el rol militar, etc. No es acertado suponer que a partir de un recorrido por las nociones de hombre en cosmología, filosofía, estética o literatura, se puedan derivar pruebas acerca de los presupuestos que moldean la conducta de los seres humanos en esos terrenos y prácticas mundanos (véase Dean, 1994). Si bien una genealogía de la subjetivación se interesa por cómo se concibe al hombre, no es, sin embargo, una historia de las ideas: su campo de investigación es el de las prácticas y las técnicas, y el del pensamiento en tanto busca hacerse técnico.Asimismo, se debe diferenciar mi abordaje de los intentos de escribir una historia de la persona como una entidad psicológica y de estudiar cómo los distintos momentos históricos producen hombres con distintas características psicológicas y emociones, con creencias y patologías diferentes. Semejante proyecto de una historia de la persona es ciertamente imaginable y algo parecido a esta aspiración moldea una cantidad de recientes estudios psicológicos, algunos de los cuales comentaré aquí. También ha inspirado a varias investigaciones sociológicas recientes. Pero estos análisis presuponen un modo de pensar que es en sí mismo un resultado de la historia y que no surge sino hasta el siglo XIX. Ya que es sólo en ese momento histórico, y en un espacio geográfico específico y limitado, que se entendió a los seres humanos en términos de individuos con un yo, dotados de una interioridad, de una “psicología” estructurada por la interacción entre una experiencia de vida particular y ciertas leyes o procesos generales del animal humano.Una genealogía de la subjetivación toma esta comprensión individualizada, interiorizada, totalizada y psicologizada de lo que es ser humano como el lugar de un problema histórico y no como la base de una narrativa histórica. Esta genealogía emprende un recorrido por los modos en que surge el régimen moderno del yo, no como el resultado de algún proceso gradual de esclarecimiento, en que los seres humanos con la ayuda de los esfuerzos científicos llegan por fin a reconocer su verdadera naturaleza, sino a partir de una cantidad de prácticas y procesos contingentes, en todo caso, menos refinados y dignificados. Escribir esta genealogía busca desmontar los modos en que el yo, que funciona como un ideal regulatorio en tantos aspectos de nuestro estilo de vida contemporáneo (no meramente en nuestras relaciones pasionales con el otro, sino en los proyectos de planificación de vida, la forma en que administramos organizaciones industriales y otros tipos de organizaciones, nuestros sistemas de consumo, muchos de nuestros géneros literarios y de produccción estética), es una suerte de plano de proyección “irreal”,(2) constituido de un modo que algo contingente y desordenado, en el cruce de un espectro de historias distintas: de las formas de pensamiento, de las técnicas de regulación, de los problemas de organización, etc.Dimensiones de la relación consigo mismo Una genealogía de la subjetivación es una genealogía de lo que se podría denominar, siguiendo a Michel Foucault, la ‘relación con nosotros mismos” (Foucault, 1986b).(3) Su campo de investigación abarca la forma en que los seres humanos han prestado interés a sí mismos y a los demás en distintos lugares, ámbitos y momentos. Para exponerlo de un modo más elegante, podríamos decir que es una genealogía de la “relación del ser consigo mismo” y de las formas técnicas que asumió esta relación. Es decir que el ser humano es aquel tipo de criatura cuya ontología es histórica, y la historia de los seres humanos requiere, por lo tanto, una investigación de las técnicas intelectuales y prácticas que involucraron los instrumentos con los que se ha constituido históricamente: se trata de analizar “las problematizaciones a través de las cuales el ser se ofrece a ser necesariamente pensado – y las prácticas en base a las cuales se configuran tales problematizaciones” (Foucault, 1985, p. 11; véase Jambet, 1992). Por lo tanto, esta genealogía no se centra en la “historia de la persona” sino en la genealogía de las relaciones que los seres humanos han establecido con sí mismos, en las que han llegado a relacionarse consigo en tanto yoes. Estas relaciones son construidas e históricas, pero no se las debe comprender ubicándolas en algún dominio amorfo de la cultura. Por el contrario, se las debe abordar desde la perspectiva del “gobierno” (Foucault, 1991; véase Burchell, Gordon y Miller, 1991). Digamos que la relación con nosotros mismos ha adoptado la forma que tiene porque ha sido objeto de toda una variedad de regímenes más o menos racionalizados que han pretendido moldear la forma en que entendemos y conducimos nuestra existencia como seres humanos, en nombre de ciertos objetivos (masculinidad, feminidad, honor, decoro, civilidad, disciplina, distinción, eficiencia, armonía, realización, virtud, placer) cuya lista es tan diversa y heterogénea como interminable.Uno de los motivos para hacer hincapié en este punto es diferenciar mi abordaje de una serie de análisis recientes que, de modo explícito o implícito, conciben las formas cambiantes de subjetividad o identidad como consecuencias de transformaciones sociales y culturales más amplias: modernidad, modernidad tardía, la sociedad del riesgo (Bauman, 1991; Beck, 1992; Giddens, 1991, Lash y Friedman, 1992). Estos trabajos continúan una larga tradición de narrativas que se pueden remontar por lo menos a Jacob Burckhardt, historias del ascenso del individuo como consecuencia de la transformación social general: de la tradición a la modernidad, del feudalismo al capitalismo, de la Gemeinschaft a la Gesellschaft, de la solidaridad mecánica a la orgánica, etc. (Burckhardt, [1860] 1990). Este tipo de análisis concibe los cambios en el modo en que los seres humanos se entienden y actúan sobre sí mismos como el resultado de acontecimientos históricos “más fundamentales”, localizados en otros ámbitos: en los regímenes de producción, en el cambio tecnológico, en las transformaciones demográficas o de las formas de familia, en la “cultura”. No cabe duda de que los acontecimientos en estos ámbitos tienen importancia en relación con el problema de la subjetivación, pero independientemente de cuán significativos puedan ser, lo importante es insistir en que tales cambios no transforman los modos de ser humano en virtud de alguna “experiencia” generada por ellos. Querría argumentar que las cambiantes relaciones de la subjetivación no pueden establecerse mediante derivación o interpretación de otras formas culturales o sociales. Asumir explícita o implícitamente que esto es posible es suponer la continuidad de los seres humanos como sujetos de la historia, esencialmente dotados de la capacidad de dar sentido (Véase Dean 1994). Sin embargo, los modos en que los hombres “dan sentido a su experiencia” tienen su propia historia. Los dispositivos de “producción de sentido” (grillas de visualización, vocabularios, normas y sistemas de juicio) producen experiencia; y no son en sí productos de la experiencia (Véase Joyce, 1994). Estas técnicas intelectuales no vienen listas para usar, sino que deben ser inventadas, refinadas y estabilizadas para que se las disemine e implante de modos distintos en diferentes prácticas (en las escuelas, las familias, en las calles, los ámbitos de trabajo y los tribunales). Si utilizamos el término “subjetivación” para designar todos esos procesos y prácticas heterogéneas por medio de las cuales los seres humanos llegan a relacionarse consigo mismos y con los demás como sujetos con ciertas características, es porque la subjetivación tiene su propia historia. Y la historia de la subjetivación es más práctica, más técnica y menos unificada de lo que los relatos sociológicos permiten entrever. De este modo, una genealogía de la subjetivación se centra directamente en las prácticas que ubican a los seres humanos en determinados “regímenes de la persona”. No escribe una historia continua del yo, sino que recorre más bien la diversidad de las versiones del “ser persona” (carácter, personalidad, identidad, reputación, honor, ser ciudadano, individuo, normal, loco, paciente, cliente, marido, madre, hija) así como las normas, técnicas y relaciones de autoridad dentro de las que éstas han circulado en las prácticas legales, domésticas, industriales y otras para actuar sobre la conducta de las personas. Una investigación de este tipo puede avanzar por varios caminos que se conectan entre sí.*Article suggerit per Luis Roca Jusmet
Nikolas Rose
[estafeta-gabrielpulecio.blogspot.com.es]
Declaraciones formales
1. Alocuciones públicas
2. Cartas de rechazo o de apoyo
3. Declaraciones por parte de organizaciones e instituciones (declaración de los sacerdotes en la Francia de Vichy contra la deportación de judíos)
4. Declaraciones públicas firmadas
5. Declaraciones de acusación y de revelación de intenciones
6. Peticiones en grupo o en masa
Comunicación dirigida a públicos más amplios
7. Eslóganes, caricaturas y símbolos (grupo judío Baum en Berlín, 1941-42)
8. Banderas, carteles y otros medios de comunicación visual
9. Octavillas, folletos y libros
10. Periódicos y revistas
11. Grabaciones, radio y televisión
12. Escritura aérea y terrestre
Representaciones en grupo
13. Delegaciones
14. Premios satíricos
15. Grupos de presión
16. Montar guardias con piquetes
17. Elecciones satíricas
Actos públicos simbólicos
18. Exhibición de banderas y de colores simbólicos (bandera republicana en España)
19. Uso de símbolos en la vestimenta (uso voluntario de estrellas judías amarillas durante la Segunda Guerra Mundial en señal de solidaridad)
20. Oración y ritos
21. Reparto de objetos simbólicos (ratas, basura, etc.)
22. Desnudos de protesta
23. Destrucción de bienes propios (té en la Norteamérica colonial)
24. Luces simbólicas (velas, etc.)
25. Exhibición de retratos
26. Pintadas de protesta
27. Uso de signos y nombres nuevos (uso de la denominación "Polonia" en 1942)
28. Sonidos simbólicos
29. Reclamaciones simbólicas (plantación de semillas para reclamar territorios)
30. Gestos groseros
Presiones sobre los individuos
31. "Perseguir" a las autoridades
32. Burlarse de las autoridades
33. Confraternización (ganarse a las personas con una estrategia amistosa deliberada)
34. Vigilias
Representaciones dramáticas y musicales
35. Bromas y sketches satíricos
36. Representaciones teatrales y musicales
37. Cantar
Procesiones
38. Marchas
39. Desfiles (marchas organizadas en señal de protesta)
40. Procesiones religiosas
41. Peregrinaciones (Gandhi en 1947)
42. Desfiles motorizados
Homenajes a fallecidos
43. Luto político
44. Funerales satíricos (p. ej., de la "Libertad")
45. Manifestaciones en funerales
46. Homenajes en el lugar de enterramiento
Asambleas públicas
47. Asambleas de protesta o de apoyo
48. Reuniones de protesta
49. Reuniones de protesta camufladas ("banquetes" políticos en Rusia, 1904-1905)
50. Seminarios
Retiradas y renuncias
51. Abandonar la reunión
52. Guardar silencio
53. Renuncia a honores
54. Darse la vuelta
MÉTODOS DE DESOBEDIENCIA SOCIAL
Exclusión de personas
55. Boicot social
56. Boicot social selectivo
57. Inactividad al estilo Lisístrata (en "Lisístrata" de Aristófanes, las mujeres juraron no mantener relaciones sexuales con sus maridos hasta que éstos no pusieran fin a la guerra)
58. Excomunión
59. Interdicto religioso (excomunión aplicable a una zona o distrito)
No colaboración en acontecimientos, tradiciones e Instituciones
60. Suspensión de actos sociales y deportivos
61. Boicot de asuntos sociales
62. Huelga de estudiantes
63. Desobediencia social (confraternización con los parias en la India)
64. Retirada de instituciones sociales
Retirada del sistema social
65. Quedarse en casa
66. Desobediencia personal total
67. "Huida" de trabajadores
68. Proporcionar asilo con connotaciones religiosas
69. Desaparición colectiva
70. Emigración de protesta (hijrat)
MÉTODOS DE DESOBEDIENCIA ECONÓMICA: BOICOTS ECONÓMICOS
Acciones por parte de los consumidores
71. Boicot de los consumidores
72. Negarse a consumir productos boicoteados
73. Política de austeridad
74. Impago de rentas
75. Negarse a alquilar
76. Boicot nacional de consumidores
77. Boicot internacional de consumidores
Acciones por parte de trabajadores y de productores
8. Boicot de trabajadores
79. Boicot de productores
Acciones por parte de intermediarios
80. Boicot de proveedores y de distribuidores
Acciones por parte de propietarios y directivos
81. Boicot de intermediarios
82. Negarse a alquilar o a vender propiedades
83. Cierre patronal
84. Rechazo de ayuda sectorial
85. "Huelga general" de comerciantes
Acciones por parte de propietarios de recursos financieros
86. Retirada de depósitos bancarios
87. Negarse a pagar tarifas, efectos y pagos sobre valoraciones
88. Negarse a pagar deudas o intereses
89. Retirada de fondos y de créditos
90. Rechazo de impuestos
91. Rechazo de dinero procedente del gobierno
Acciones por parte de los gobiernos
92. Embargo dentro del país
93. Listas negras de intermediarios
94. Embargo de los vendedores a otros países
95. Embargo de los compradores a otros países
96. Embargo comercial internacional
MÉTODOS DE DESOBEDIENCIA ECONÓMICA: HUELGA
Huelgas simbólicas
97. Huelga de protesta
98. Huelga sin previo aviso (huelga relámpago)
Huelgas agrícolas
99. Huelga de campesinos
100. Huelga de trabajadores agrícolas
Huelgas de grupos especiales
101. Rechazo de trabajos forzosos
102. Huelgas de presos
103. Huelgas de oficios (p. ej., de costureras)
104. Huelgas profesionales (asalariados o autónomos)
Huelgas sectoriales normales
105. Huelga en el centro de trabajo
106. Huelga sectorial
107. Huelgas de solidaridad (prohibidas durante el régimen de M. Thatcher)
Huelgas restringidas
108. Huelga al detalle (dejar de trabajar o marcharse de uno en uno)
109. Huelga "paragolpes" (cada vez en una empresa distinta)
110. Huelga de trabajo lento
111. Huelga de celo
112. Huelga de bajas por enfermedad
113. Huelga por dimisión
114. Huelga limitada (p. ej., negarse a trabajar fuera de las ocho horas diarias)
115. Huelga selectiva
Huelgas multisectoriales
116. Huelga generalizada (sin llegar a participar la mayoría de los sectores económicos)
117. Huelga general
Combinaciones de huelga y de cierre económico
118. Hartal (suspensión de la actividad económica en señal de protesta política, India)
119. Paralización económica (todo el mundo)
MÉTODOS DE DESOBEDIENCIA POLÍTICA
Rechazo de la autoridad
120. Interrupción o retirada del apoyo
121. Negarse a mostrar apoyo en público
122. Libros y alocuciones en favor de la resistencia
Desobediencia ciudadana hacia el gobierno
123. Boicot de los órganos legislativos
124. Boicot de elecciones
125. Boicot de empleos y cargos públicos
126. Boicot de departamentos, agencias y otros organismos gubernamentales
127. Retirada de las instituciones educativas gubernamentales
128. Boicot a organizaciones respaldadas por el gobierno
129. Negarse a colaborar con los agentes de la autoridad
130. Retirada de carteles y distintivos propios
131. Rechazo de nombramientos
132. Negarse a disolver las instituciones existentes
Alternativas a la obediencia ciudadana
133. Mostrarse reacio y tardar en cumplir las normas (p. ej., pago de impuestos)
134. Desobediencia cuando no existe supervisión directa
135. Desobediencia popular
136. Desobediencia camuflada
137. Negarse a disolver una asamblea o reunión
138. Sentada
139. No colaborar en reclutamientos y deportaciones
140. Ocultarse, huir y usar identidades falsas
141. Desobediencia civil de las leyes "ilegales" (p. ej., al pago del impuesto sobre la sal en la India colonial)
Acciones por parte de los gobiernos
142. Negarse selectivamente a proporcionar ayudas gubernamentales
143. Bloqueo de líneas de mando e información
144. Obstaculización y obstrucción (científicos involucrados en la investigación atómica en la Alemania nazi)
145. No colaboración administrativa en general
146. No cooperación judicial
147. Ineficacia deliberada y no cooperación selectiva por parte de los agentes de la autoridad
148. Levantamiento militar
Acciones gubernamentales a escala nacional
149. Evasivas y retrasos cuasilegales
150. No colaboración por parte de ciertos departamentos gubernamentales
Acciones gubernamentales a escala internacional
151. Cambio de representaciones diplomáticas y de otros tipos
152. Retraso y cancelación de encuentros diplomáticos
153. Retirada del reconocimiento diplomático
154. Ruptura de relaciones diplomáticas
155. Retirada de organismos internacionales
156. Negarse a pertenecer a organismos internacionales
157. Expulsión de organizaciones internacionales (la Liga de Naciones expulsó a la URSS tras atacar Finlandia en 1939)
MÉTODOS DE INTERVENCIÓN NO VIOLENTA
Intervención psicológica
158. Autoexposición a los elementos
159. Ayuno:
160. Juicio inverso (los defensores piden cuentas a fiscales y autoridades)a) Ayuno de presión moral (San Patricio para un trato mejor a los esclavos)
b) Huelga de hambre (incluso llegando a la muerte)
c) Ayuno satyagrah (Gandhi, llegar a la autoconsciencia a través del sacrificio)
161. Acoso no violento
Intervención física
162. Ocupación con sentada
163. Ocupación de pie
164. Entrar en medios de transporte público
165. Adentrarse en el agua (por ejemplo, en una playa)
166. Dar vueltas en grupo
167. Ocupación rezando
168. Incursión no violenta
169. Incursiones aéreas no violentas (p. ej., lanzando octavillas)
170. Invasión no violenta
171. Interposición no violenta (con el cuerpo)
172. Obstrucción no violenta (usando el cuerpo como barrera física)
173. Ocupación no violenta
Intervención social
174. Establecimiento de nuevas pautas sociales (mezcla social saltándose las barreras)
175. Sobrecarga de instalaciones
176. Enlentecimiento de negocios legales
177. Entrar en un lugar hablando
178. Representación teatral tipo guerrilla
179. Instituciones sociales alternativas
180. Sistema de comunicación alternativo (p. ej., periódicos alternativos)
Intervención económica
181. Huelga inversa (acudir a trabajar)
182. Encierro en el lugar de trabajo
183. Apropiación no violenta de terrenos
184. Quebrantamiento de bloqueos (Berlín durante la guerra fría)
185. Falsificación con fines políticos
186. Comprar recursos para impedir que otros accedan a ellos
187. Aprehensión de bienes
188. Dumping (venta deliberada por debajo del precio de coste)
189. Compra selectiva
190. Mercados alternativos
191. Medios de transporte alternativos
192. Instituciones económicas alternativas
Intervención política
193. Sobrecarga de los sistemas administrativos (exceso de cumplimiento de la legalidad por parte de los ciudadanos en protesta por la intervención de EE.UU. en Vietnam)
194. Divulgación de la identidad de agentes secretos
195. Búsqueda activa de encarcelamiento
196. Desobediencia civil a leyes "neutras"
197. Trabajo sin colaboración
198. Doble soberanía y gobierno paralelo (Irlanda, 1919)
Le Sabot quiere ser un medio para vincular a los diversos componentes de lo que se presenta como un “cuerpo social”: asalariados, campesinos, estudiantes, parados.... ¿Qué semejanzas y diferencias pueden advertirse ahora respecto a la situación de finales de los 60? La idea de vincular a los estudiantes, a los obreros y a veces a los campesinos desempeñó un papel fundamental en 1968, especialmente en experiencias como las de la “comuna de Nantes”, aunque la perspectiva de los grupos militantes constituidos era generalmente más utilitaria. En el caso de la Gauche Prolétarienne [Izquierda Proletaria], el establecimiento de militantes en las fábricas o el trabajo militante en lugares de vida social, como los cafés, servía principalmente para conseguir cierta presencia en el medio obrero, es decir, para obtener a la vez cierta legitimidad, un conocimiento del medio mismo y la capacidad de extraer el potencial de lucha, en términos de situaciones y activistas. Pero la creación de un vínculo o la construcción de lugares de vida social como medio para constituir una fuerza no era una preocupación prioritaria. Se presuponía que la fuerza ya estaba ahí. Se partía de la existencia de una tradición de lucha obrera, intentando apoyarse en los elementos más radicales de la clase obrera: sindicalistas duros o ex sindicalistas que habían roto con la CGT, obreros inmigrantes radicalizados. Se trataba de participar en sociabilidades existentes antes bien que crear otras nuevas. Existía un rechazo a la representación de la clase obrera bajo la forma tradicional de partido y, al mismo tiempo, una adhesión a la idea de la clase obrera como elemento dirigente. La idea de vincular presupone, actualmente, la explosión de esta configuración social y política.-el problema de la articulación y la transmisión entre experiencias. 15-M, marea verde, marea blanca... ¿Qué es lo que puede transformar la energía de las luchas que se suceden en una capacidad colectiva? Es en parte la pregunta por la organización. Las respuestas clásicas piensan en términos de “frente”, “bloque”, “convergencia” o de la necesidad del partido como instancia unificadora. Rancière propone imágenes distintas: lugares de encuentro, relevos, extensión de capacidades, nombres capaces de nombrar lo que es común como dinámica de acción y esperanza de porvenir... La pregunta por la organización como “suma de las luchas” se reformula así más bien en: ¿cómo prolongar las resonancias de una experiencia o de una lucha? La organización pensada, no como coordinación, sino como "multiplicador" de las capacidades de cualquiera. Rancière desarrolla la misma idea en esta otra entrevista.
-el problema de la ruptura, la violencia y el enemigo. Rancière hace una crítica de las políticas estratégicas que parten del enemigo y de la pregunta por cómo dañarle. “O bien se parte de una potencia contra la cual se lucha, o bien se lucha en nombre de una potencia común, de una capacidad común. Si la política consiste en atacar al enemigo, entonces se trata de una concepción militarista del enemigo. Hacer algo 'contra' no construye un comunismo positivo”. Rancière parece proponernos pensar la ruptura en el interior y subordinada a situaciones donde se afirme esa potencia común, esa capacidad común. La radicalidad de una interrupción sólo se entiende así en su relación con una situación viva de lucha, no de forma aislada o en general. Hay aquí una discusión crítica con las consideraciones del Comité Invisible y su “insurrección que viene”. -el problema del sujeto político. Rancière recuerda su militancia en los años 70 en el grupo maoísta Izquierda Proletaria. Todas las actividades del grupo tenían un presupuesto: la fuerza estaba ya ahí, en la clase obrera. Había que vincularse a sus elementos más radicales, participar en sus sociabilidades, identificar los focos de lucha e intensificar sus potenciales. Pero se trataba siempre de acciones ligadas a núcleos activos y sociabilidades ya existentes. Esa configuración social y política ha estallado. ¿Cómo hacer hoy un pueblo a partir de fragmentos dispersos? Es el problema del vínculo, de cómo tejer vínculos, no ya entre realidades previas y existentes, sino vínculos que creen realidad al mismo tiempo que la tejen.(Amador Fernández-Savater)
Jacques Rancière |
Inútil agregar que no encaró nunca una transcripción mecánica del original: no se proponía copiarlo. Su admirable ambición era producir unas páginas que coincidieran –palabra por palabra y línea por línea—con las de Miguel de Cervantes (1999).
“El término final de una demostración teológica o metafísica –el mundo externo, Dios, la causalidad, las formas universales—no es menos anterior y común que mi divulgada novela. La sola diferencia es que los filósofos publican en agradables volúmenes las etapas intermediarias de su labor y que yo he resuelto perderlas”. (1999).