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Vida contemplativa | Vida activa |
Pressuposa una particular pedagogia del mirar. Aprendre a mirar és educar l’ull per a una profunda i contemplativa atenció, per a una mirada llarga i reposada (Nietzsche, L’ocàs dels déus). Aprendre a mirar és l’ensenyament preliminar per a l’espiritualitat. La vilesa i la infàmia consisteixen en la “incapacitat d’oposar resistència a un impuls”, d’oposar-li un NO. Contemplar no és un Obrir-se passiu, que digui SI a tot el que passa i tot el que ve. Més aviat, és una resistència als impulsos molestos que s’imposen. La vida contemplativa és l’acció que diu NO. En aquest sentit és més activa que la vida activa. La contemplació és una acció que és sobirana. La contemplació és la negativitat de la interrupció. El propi de la negativitat és l’aturar-se, la interrupció. La vacil·lació no és una acció positiva, però vacil·lar és indispensable per a que l’acció no decaigui al nivell del treball. | L’absolutització de la vida activa és responsable de la pèrdua de la capacitat contemplativa. Reaccionar immediatament i a cada impuls és en si mateix una malaltia, un declivi, un símptoma d’esgotament. La pura activitat només perllonga el que ja existeix. La hiperactivitat és, paradoxalment, una forma en extrem passiva d’activitat que no permet cap acció lliure. La hiperactivitat de la societat de rendiment es transforma en hiperpassivitat, un estat en el qual un es deixa arrossegar sense posar resistència. És una il·lusió pensar que quant més actiu és un, més lliure és. Avui en dia vivim en un món molt pobre en interrupcions. L’acceleració suprimeix qualsevol entretemps. La màquina no és capaç d’aturar-se. Malgrat la seva enorme capacitat de càlcul, l’ordinador és estúpid en tant que li manca la capacitat de vacil·lació. |
Inauguramos hoy nueva categoría. Empujado en cierta forma por lo que uno ve en la red: ya cansan las citas carentes de referencias, las ideas apuntadas incorrectamente y las maledicencias. No sólo porque twtter y facebook han enterrado más de una vez a quienes estaban vivitos y coleando, sino también porque abundan las cartas de celebridades a sus hijos que despiertan sarpullidos a quien conozca mínimamente al autor de que se trate. Así que ya está uno harto de esta ceremonia de la confusión que es la red: si no puedes con tu enemigo, únete a él. Aparecerán de vez en cuando citas u otros textos con una intención totalmente caricaturesca. Bufonadas filosóficas y falsedades a raudales. Y todavía habrá algún espíritu incauto que incluirá estas tonterías en su muro de Facebook o en su cuenta de twitter, creyendo en la autenticidad de las mismas. El colmo sería que algún incauto copie los textos para algún trabajo académico de secundaria o bachillerato. Como dicen por ahí: que cada palo aguante su vela, y sobre todo que quien copia por Internet aprenda a hacerlo correctamente. Así que nada: falsedades filosóficas. Allá va la primera:
Todo lo real es virtual. Todo lo virtual es real (G.W.F. Hegel, Fenomenología del aspito)
Raffaele Simone |
Hoy echa a andar la rueda educativa. Ese círculo enorme de tiempo, apenas nueve meses, en los que hay que alumbrar nuevos seres. Puestos a hablar de alumbramientos: no deja de ser el curso escolar algo relativamente parejo al embarazo. Especialmente en lo que toca al resultado: al final hay un nuevo ser en el mundo. Nadie se da cuenta de que está naciendo permanentemente en esas aburridas e interminables horas del aula. Abrirse a un mundo que no es, obviamente, el biológico, sino el cultural. Ir tocando diversas teclas para terminar encontrándose con uno mismo. Saber hablar y leer, razonar con números, hipótesis y formas. Acercarse a ese mundo que nos rodea, tan impregnado de preguntas como de faltas respuestas. Encontrar que hay tiempo también para la creatividad, para expresar las propias capacidades: dejar bien claro lo que cada cual lleva dentro, sea a través de la pintura, la música o la poesía. Todo esto, y mucho más es lo que nos va ocurriendo a través de toda nuestra educación. La educación es un parto por goteo: de un modo absolutamente imperceptible todos los involucrados en el proceso nacemos al mundo de la cultura.
Este ímpetu de novedad, la desafiante e imparable tendencia al desarrollo personal convive con el ciclo incesante. Educar es un eterno retorno de lo mismo: recibir el horario con desconfianza que troca en alivio o indignación según barrios. Conocer a los profesores que nos tocan en suerte. Abrir cuadernos e ir cumpliendo con los ejercicios. Exámenes y más exámenes. Las miradas que se cruzan en el patio, buscando no se sabe muy bien el qué: el mirar con el ojo semicerrado al enemigo acérrimo que arrastramos de la primaria o el vivir pendiente de que sus ojos, los de él o los de ella reparen en los propios en algún momento que ilumine las seis horas diarias de clase. Mitos y ritos de la educación: desde el primer amor adolescente, a las firmas en carpetas, las jugarretas entre compañeros y las entregas de notas. Sesiones de tutorías, clases magistrales en sentido literal y clases magistrales en sentido metafórico. Todo siempre cambiando para que todo siga siendo igual, para que se siga enseñando hoy como se hizo ayer y como se hará mañana. Algo inevitable, por cierto, pues las nuevas tecnologías no dejan de ser otra manera de vestir a la mona, que sigue siendo mona por mucho que vista seda.
Nacer y repetir. Busquemos un tercer enfoque. en algún cajón polvoriento duerme el sueño de los justos la idea hegeliana de dialéctica. Y quizás no haya nada más dialéctico que la enseñanza. Profesores y alumnos, padres e hijos. Esfuerzo frente a vagancia. El ímpetu por el perfeccionamiento personal frente al abandono. La enseñanza está plagada de oposiciones, de contradicciones que se van poniendo en juego cada día, en cada clase. Tesis y antítesis que se estiran a lo largo del tiempo, y que van reflejándose en pequeñas síntesis que vuelven a desatar el proceso. No son esas síntesis solo las notas finales, que no dejen de ser un mero papel, sino ese ser nuevo que vamos siendo, que ya no podrá volver a ser quien fue, pero que tampoco permanecerá mucho tiempo en el estado actual. Así es el “ir pasando” de la enseñanza. Profesores jóvenes, impetuosos y capaces de motivar a los profesores. Ánimos que se asientan y que en algunos casos evolucionan al desengaño, la quemazón por un trabajo que no realiza o la mirada serena de quien no gusta de juzgar con generalidades. Transformaciones que se experimentan de una forma igualmente palpable en los alumnos: los bulliciosos primeros dejan paso a cuartos asentados y bachilleratos en los que, las más de las veces, se sabe a qué se está. Sea a estudiar e irse buscando un hueco en la sociedad, o a vivir la experiencia del bachillerato, con los viajes de estudios y demás actividades que lo acompañan. Así que, en definitiva, hoy va girando este 2014-2015, en el que será buena cosa “ponerse a parir” y esperar a ver cómo van llegando esos resultados, esas formas de ser nuevas y mejores, dentro de unos meses. En resumen: al lío.
Animal laborans (Hanna Arendt) | Subjecte de rendiment (Han) |
En La condició humana, Hanna Arendt tracta de rehabilitar la vida activa contra la primacia tradicional de la vida contemplativa. La societat moderna aniquila tota possibilitat d’acció, degradant l’ésser humà a animal laborans, a simples animals treballadors. Totes les formes de la vita activa, tant la fabricació com l’acció, es redueixen a l’àmbit del treball. La modernitat que va començar amb una inaudita i heroica activació de totes les capacitats humanes, acaba en una passivitat mortal. Si totes les activitats humanes es contemplessin des d’un punt prou distant de l’univers, ja no apareixerien com a activitats sinó com a processos biològics. | La societat del treball s’ha individualitzat i convertit en la societat de rendiment i activitat. El subjecte de la societat de rendiment no renuncia de cap manera a la seva individualitat ni al seu ego per consumar-se treballant en el procés vital anònim de l’espècie. El subjecte de rendiment està dotat de tant ego que està er explotar, i és qualsevol cosa menys passiu. És en aquest sentit estricte, tot menys animalitzat. És hiperactiu i hiperneuròtic. |
El Roto |
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