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Hay en todas las cosas un aire de tormenta,
algo que se presiente...
Si yo hubiera sido Vicente Huidobro -cosa que está muy lejos de mis posibilidades- hubiera hecho de mí un poeta fragmentario:... parece
que en mi cerebro hay alguien que de muy lejos viene
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Dear Mr. Luri,
I have read your piece about Carmen Brufau with great interest. In Moscow you probably talked to General Vitaly Pavlov and he, of course, could not tell you anything of any value about his former agent.
She was recruited in Barcelona by Naum Eitingon (codenamed TOM) with the help of Caridad Mercader. He was heading the NKVD substation in Catalonia. Please have a look at my book Stalin's Agent (Oxford, 2015).
I wonder what documents related to Carmen's activities you managed to dig up in Switzerland.
Esto es lo que cuenta Volodarsky en su Stalin's Agent sobre Carmen Brufau:Please advise.Kind regards,Dr Boris Volodarsky, LSE
El teléfono sonó: “Ven rápidamente, Yesenin se ha suicidado.” Salí corriendo, perplejo. Subí a su habitación en el Hotel Internacional. Apenas podía reconocerlo. No parecía el mismo. La tarde anterior habíamos estado bebiendo juntos y se mostraba normal. Cuando se despidió dijo: “Quiero estar solo…”. Se despertó con tristeza y sintió la necesidad de escribir algo, pero no tenía ni lápiz ni pluma. Tampoco había tinta en el hotel, pero encontró una cuchilla de afeitar con la que se hizo un corte en la muñeca y con una pluma oxidada mojada en su propia sangre, Yesenin escribió sus últimos versos:
“Adiós, amigo mío, adiós…
… No hay nada nuevo por lo que morir en esta vida,
pero no parece haber tampoco nada nuevo por lo que vivir”.
Lo encontraron colgado, con una correa de maleta alrededor del cuello, su frente se había magullado al caer, una vez muerto, contra una tubería.
“Podría pensarse en él como en un joven soldado que muere solitario”, me dije, “tras haber sido amargamente derrotado”. Treinta años, en la cumbre de su fama, casado ocho veces… Era nuestro gran poeta lírico, el poeta de los campos rusos, de los cafés de Moscú, el cantante bohemio durante la revolución.
Vladimir Mayakovsky, segundo en popularidad tras Yesenin dijo en su despedida:
"Este mundo no está muy bien equipado para la felicidad
Debemos buscar la felicidad en algún tiempo futuro"
Mayakovsky no tardó en matarse a sí mismo con una bala en la cabeza; pero esta es otra historia. A través de la noche nevada, llevamos el cuerpo de Serguéy Yesenin. No es este un tiempo adecuado para sueños o poemas. Adiós, Yesenin.
“Díaz de León, en casa de los Pivert cuenta la historia de “mi tío Gorgono” –su tío verdadero-, personaje famoso en Aguascalientes. A los 17 años engañó a una tía. Se puso a frecuentar un cabaret famoso en el que los jóvenes del pueblo medían su valor apagando las luces a tiro limpio para pelear en las tinieblas a navajazos. Una vez en un exceso de valentía uno se abrió el vientre y se puso a masticar sus propios intestinos… Gorgono mató pronto a una mujer golpeándole la cabeza con una piedra y tiró su cuerpo a un arroyo. Condenado a muerte, el abogado no vio otro medio de evitar la ejecución que el de aconsejarle que matara a alguien en la prisión a fin de pasar por segunda vez ante los tribunales y ganar tiempo. En la prisión de Aguascalientes, Gorgono era zapatero y se ganó el respeto general. Mató de un fuerte golpe a un detenido que le había faltado el respeto. Condenado de nuevo, permaneció mucho tiempo en la cárcel. La revolución lo liberó. Volvió a su casa con una barba con forma de río y constató que ya no le quedaba vivo ningún familiar. Se acordó que había matado a todos hacía tiempo. Se puso en la boca un cartucho de dinamita y encendió la mecha. Los hijos de Gorgono aún viven en Aguascalientes rodeados de admiración. Díaz de Leon escribió con esta historia una pieza de guiñol que el público consideraba inmoral.
La prisión de Aguascalientes, por otra parte, no tenía ni grillos ni guardias. El criminal era conducido a ella por la policía. El jefe de la prisión salía a recibirlo y, con un cuchillo, trazaba vivamente en el suelo la línea en la que estaba la entrada y el prisionero daba su palabra de no traspasarla.
Díaz de León cuenta también una leyenda de México. En la calle Juan Manuel, que hoy es una prolongación de la Venustiano Carranza, vivía un hombre rico que salía por las noches, pedía la hora a un transeúnte y cuando se la daba, exclamaba: “Dichoso tú, que conoces la hora de tu muerte”. Y lo mataba.”
Una mujer me dice: "Considero que este tipo de arte no vale nada, etc." Tengo ganas de responderle: "Está muy bien que piense, señora, pero sería mejor que pensara bien. Pues su pensamiento -admitiendo que eso sea pensamiento- no vale a causa de usted, sino usted la que debería valer a causa de su pensamiento".
Leo el texto un par de veces. La primera pienso que Serge está jugando un juego peligroso, a borde del narcisismo intelectual. La segunda, concluyo que es honesto, y eso me inquieta más, porque todo lo que aparenta honestidad tiende a ganar verosimilitud. ¿Es acaso realizable el programa intelectual y moral que propugna Serge? ¿Y, si no es realizable, por qué encontramos a tantos intelectuales bien intencionados y honestos que siente necesidad de defenderlo?En todas las cosas hay una verdad que no es de ninguna manera personal, que expresa necesidades independientes de nosotros y, por eso mismo, hay que esforzarse en comprender antes de hablar. El pensamiento superficial, que sólo es apariencia, simulacro, juego de conversación o una manera de colmar el vacío de uno mismo admirándose en un espejo intelectual de pacotilla, se complace oponiéndose a los conformismos con pequeños esquemas de pensamiento ya hechos. No inventa su propio pequeño conformismo y sólo alcanza a desarrollar un juego social poco interesante. La verdadera victoria sobre esta inercia (el conformismo) es el fruto del rigor desinteresado, impersonal, en el conocimiento de la realidad, la búsqueda de la verdad. Así se afirma una personalidad real.