Peter Singer |
“Los afortunados, por supuesto, son los que fueron lo suficientemente precavidos como para comprar una participación en los refugios nucleares construidos por los especuladores inmobiliarios cuando la tensión internacional comenzó a subir. La mayoría de estos refugios fueron diseñados como pueblos subterráneos, cada uno de los cuales podía alojar a 10000 personas y satisfacer sus necesidades durante veinte años. (…) cuentan con sofisticados sistemas de seguridad que les permiten dejar entrar en el refugio a cualquier persona que elijan, dejando fuera al resto.
Singer explica que el refugio cuenta con pistas de tenis, piscinas y un gran gimnasio y señala que, si todos hicieran aerobic en el salón de su casa, podría ofrecerse un lugar donde dormir a aquellos a los que se puede alimentar repartiendo las provisiones. Tras describir esta situación hipotética, Singer expone varias posiciones en liza:Los miembros de uno de estos refugios han recibido con gran alegría la noticia de que no será necesario que permanezcan en los refugios mucho más de ocho años. Sin embargo, la noticia también ha provocado las primeras fricciones serias entre ellos: ya que en la entrada que conduce hasta el pueblo, hay miles de personas que no invirtieron en un refugio. Se puede ver y oír a estas personas, a través de cámaras de televisión instaladas en la entrada. Suplican que les dejen entrar ya que saben que si pueden entrar en un refugio con rapidez, conseguirán escapar a la mayoría de las consecuencias causadas por la exposición a la radiación. (…) Al tener que durar sólo ocho años, las provisiones podrán mantener a más del doble de la población actual del refugio”.
- Los que se autodenominan “corazones sensibles” (tildados de “extremistas”) proponen que el refugio admita a otras diez mil personas, tantas como sea razonablemente posible alimentar y alojar hasta que sea seguro salir, lo cual significaría abandonar todo lujo en cuanto a la comida y las instalaciones. Los partidarios de esta posición indican que el destino de los que se queden fuera será mucho peor.
- Los que se oponen a la entrada argumentan que las personas de fuera son de una clase inferior, ya que, o no fueron lo suficientemente previsores, o no eran lo suficientemente ricos para invertir en un refugio; por esta razón consideran que provocarán problemas en el refugio, siendo una carga para los servicios públicos y causando un aumento de la delincuencia. Hay otro pequeño grupo que apoya a los que se oponen a la entrada de los de fuera con el argumento de que permitir la entrada sería injusto para los que han pagado su participación en el refugio. Los opositores a la entrada son pocos, pero cuentan con mucho apoyo por parte de numerosas personas que sólo señalan que les gusta mucho jugar al tenis y nadar y no quieren dejar de hacerlo.
- Hay un tercer grupo, autodenominado “moderados”, que defiende que, como acto excepcional de caridad y benevolencia, podría dejarse entrar a algunos (unos 500), pero no a tantos como para que la calidad de vida del refugio cambie de forma significativa. Proponen convertir una cuarta parte de las pistas de tenis en dormitorios, y ceder un pequeño espacio público abierto que de todas formas no ha tenido mucho uso. Admitir a ese pequeño grupo demostraría que el pueblo no es insensible a las desgracias de los desafortunados del mundo.