Este libro está dirigido a padres que quieran elegir la clase de juguetes y actividades para sus hijos, docentes en busca de nuevas formas de ayudar a sus alumnos a aprender, directores de escuela que deseen poner en práctica propuestas educativas novedosas, diseñadores que crean nuevos productos o actividades dirigidas a un público infantil o, simplemente, a aquellos que sienten interés por los niños, el aprendizaje y la creatividad. En él se pone de manifiesto que, con el diseño y el estímulo adecuados, las nuevas tecnologías pueden permitir que todos los niños, sin importar su procedencia, dispongan de un mayor número de oportunidades para
experimentar, explorar y expresarse, a la vez que, durante el proceso, logran desarrollarse como pensadores creativos. El pensamiento creativo ha sido siempre, y seguirá siéndolo en el futuro, un elemento fundamental que otorga sentido a nuestras vidas. Ser un pensador creativo no solo produce beneficios económicos, sino también alegría, plenitud, propósito y significado. Los niños no se merecen menos.
Sobre al autor
Michel Resnick es Físico, máster en Ciencias de la Computación y profesor de Investigación sobre Aprendizaje en el MIT Media Lab. Desarrolla nuevas tecnologías y actividades para implicar a la gente (especialmente a los niños) en experiencias de aprendizaje creativas. Su grupo de investigación Lifelong Kindergarten ha desarrollado el software de programación de Scratch y una comunidad en línea de programación para chicos. Este grupo también colabora con la compañía LEGO en el desarrollo de nuevas ideas educativas y productos, incluidos los kits robóticos de LEGO Mindstorms. Es cofundador del proyecto Computer Clubhouse, una red internacional de 100 centros de aprendizaje extraescolares en la que los jóvenes de entornos con bajos ingresos aprenden a expresarse de forma creativa a través de las nuevas tecnologías.
La entrada Pensadores creativos se publicó primero en Aprender a pensar.
"He recibido su nuevo libro contra el género humano. Se lo agradezco (...) Pinta usted con colores verídicos los horrores de la sociedad humana que, por ignorancia y debilidad, se pliega a las dulzuras de la vida. Nunca realmente se había utilizado tal cantidad de talento para la causa de intentar bestializarnos (nous rendre Bêtes). Al leer su obra surgen ganas d marchar a cuatro patas. Sin embargo como hace más de sesenta años que perdido ese hábito desgraciadamente creo que me será difícil retomarlo (...)"
"Soy yo quien ha de estarle reconocido. Al ofrecerle el esbozo de mis tristes ensoñaciones, no he creído en ningún momento hacer un presente que fuera digno de usted, sino cumplir con el deber de rendir homenaje a quien todos consideramos como jefe (...) El gusto de las ciencias y las artes nace en un pueblo de un vicio interior que ese gusto a su vez incrementa; y si es verdad que todos los progresos humanos son perniciosos para la especie, los del espíritu y el conocimiento, que aumentan nuestro orgullo y multiplican nuestras desviaciones, aceleran pronto nuestras desgracias (...)En lo que a mí concierne, si hubiera seguido mi primera vocación y que no hubiera aprendido ni a leer ni a escribir hubiera sin duda sido más feliz".
El humor siempre ha sido tema de controversia. Pero, ¿por qué? ¿Qué es lo que hace que un comentario sea gracioso para unas personas y ofensivo para otras al mismo tiempo? ¿Es de mal gusto hacer humor negro?
Sea cual sea la respuesta está claro que es algo subjetivo, y por lo tanto no debería ser cuantificable. No hay una franja establecida que separe lo ofensivo de lo gracioso porque no se puede establecer una medida universal, una escala que calcule el grado de humor y hasta que nivel eso sea de mal gusto o no.
Aún así, las personas somos capaces de advertir cuando hemos pasado ese límite. Es decir, todos hemos visto a alguien reírse de un chiste sobre la muerte. Pero si ese sujeto tiene un mínimo de empatía, suponemos que no lo contará en medio de un funeral. Por lo tanto, llegamos a la conclusión de que no se trata de límites del humor. Se trata de adecuación del humor.
Las personas adecuamos lo que decimos en función del contexto. Del mismo modo que nos dirigimos al jefe de la empresa en un registro diferente al que utilizamos cuando hablamos con los amigos, el humor debe utilizarse en función de la situación en la que te encuentres.
No es ofensivo hacer humor sobre el suicidio, no es ofensivo hacer humor sobre la guerra, tampoco es ofensivo hacer humor sobre los veganos. A no ser que la situación deje de ser la adecuada.
Esto nos abre otra cuestión: ¿Cómo adecuamos el humor?
La verdad es que sigue siendo algo subjetivo, pero no tan difuso como el planteamiento de los límites del humor. Como bien he mencionado antes, la empatía y saber analizar la situación es lo que nos lleva a determinar cuando hemos adecuado bien un comentario, un chiste o un monólogo humorístico. Hay que tener en cuenta el tema que se trata, la situación en la que te encuentras y el receptor.
Trataré de aclararlo con el siguiente ejemplo:
Un doctor se sube al ascensor del hospital donde trabaja. Dentro, se encuentra Carlos, un joven de 23 años con cáncer de pulmones. El doctor recuerda aquel chiste que le contó su compañero en la cena de fin de año: “-¿Es cáncer doctor? -No, soy Capricornio.” A priori es un chiste con poca gracia que contado entre doctores podría ser causante de alguna risa. Pero teniendo en cuenta la situación del receptor y el tema que trata ese chiste, nuestro hipotético doctor decide no contarle el chiste a Carlos.
Es absurdo pensar que hay un límite para lo que es gracioso y lo que es ofensivo. Porque todos los comentarios y todos los chistes son de mal gusto y jactantes al mismo tiempo en contextos diferentes. Así que no hay límites, sino adecuación del humor.
En théorie, et dans ma pratique habituelle, toute agression de l'extérieur, en particulier verbale, recevait en guise de représailles une contre-attaque au moins aussi violente que l'attaque. Mécanisme d'autodéfense qui réclame au minimum un œil pour un œil, une dent pour une dent. Mais cette fois-ci, à ma grande surprise, je restai coi. Très étonné, je ne réagis pas. Un sentiment étrange dominé par la surprise, auquel venait se mêler un état d'esprit d'un genre inattendu : quelque chose comme un soulagement. Comme si l'on m'avait débarrassé d'un fardeau, un fardeau dont je n'espérais pas ou plus être débarrassé. (pàgina 18)
Creo que para decidir si el humor debe tener límites, primero deberíamos conocer el significado estricto de la palabra. Humor deriva de la palabra humorismo, cuyo significado es, según la RAE: “Modo de presentar, enjuiciar o comentarla realidad, resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas.”
Curioso, ¿verdad? Seguro que todos, cuando escuchamos la palabra humor, la asociamos con el hacer reír a la gente o causar gracia en los demás, pero esto no tiene por qué ser así, y eso es lo que creo que tenemos que entender.
El problema nace de un error conceptual, y es que confundimos humor con comedia. Si vemos cualquier programa como el club de la comedia o cualquier serie “cómica” como Aquí no hay quien viva o del estilo, podemos ver que lo que se nos presenta no busca enjuiciar o comentar la realidad como su objetivo principal, lo que buscan más bien es entretener o hacer reír, y usan el humor como herramienta para ello. Esto es perfectamente lógico, porque esa persona quiere ganarse la vida, y el éxito de su carrera depende de ello, pero si ese es su objetivo, ¿es correcto calificarlos como humoristas?
En mi opinión no, de hecho es dar a esas personas un título que no se han ganado, porque en realidad, el trabajo de esas personas tiene un nombre distinto, y que a veces se confunde con el anterior, cómico. Dado que la definición de cómico es “que divierte y hace reír”, ¿No es esta una definición mucho más acertada para ese oficio? Como dije antes, es verdad que los cómicos usan el humor, es decir, a veces comentan de una manera irónica la realidad, o nos la presentan como algo absurdo, que en el fondo lo es; pero esto no es más que una herramienta, como también dije antes. Porque el humor, no entretiene o hace gracia en si mismo, es solamente cuando nuestro humor se ve reflejado con el de otra persona, cuando algo nos hace gracia.
Y esto es a lo que quería llegar desde un principio, y es que la comedia, no es algo que tenga que hacerse público, la comedia es un ejercicio personal. Eres TÚ el que tiene que ver la realidad y criticarla y verle la parte graciosa. Y en ese humor, no hay límites más allá de la capacidad humana, simplemente no puede haberlos, porque nadie puede impedir que algo te haga gracia. Por eso, el humor es libre e indiscriminado, porque es una actividad intelectual privada.
Otro tema muy distinto es la expresión de ese humor, pero considero que eso se debería ver desde un punto de vista social. Y el hecho de que esa expresión se pueda legislar y/o penar me parece un tema ajeno al tema del texto.
Por lo tanto, cuando veas a alguien riéndose por la calle él solo y sin razón aparente, además de saludarme, deberías de dejar de pensar que está loco, y empezar a verlo como el humorista que tal vez sea.
Hay muchos tipos de bromas, pero obviamente, no a todo el mundo le debe de dar gracia alguna broma, y obviamente es por varias razones.
Una broma nunca será graciosa para todo el mundo, eso es imposible, ya que cada uno tiene una personalidad única, y cada persona actúa de diferentes maneras. Alguna persona le dará gracia una broma u otra, según su forma de ser, sus valores o sus experiencias. Por ejemplo, no es lo mismo compartir una broma con algo relacionado con ‘’la muerte’’ con alguna persona que nunca ha perdido a nadie en su vida, que con alguna persona que sí, ya que esta última está afectada por aquella pérdida, y puede ser que no le haga tanta gracia ya que tiene un sentimiento y experiencia distinto a la otra. Con este ejemplo creo que ha quedado claro que el humor tiene límites.
Que te de gracia una broma debería ser, en mi opinión, independientemente de lo que pienses o creas conveniente, todo el mundo es libre de reírse de cualquier cosa, pero sin embargo, hay que considerar que reírse de todo, no debería ser permitido si afecta a otra persona. Porque por ejemplo, otro ejemplo al extremo como: si ves a una persona que va imitando a una persona discapacitada, y sus acompañantes se ríen de esa imitación, un ejemplo como este, pues claro, mucha gracia no hace ya que no es una broma sana, sino una burla hacia la persona discapacitada, se convierte en una falta de respeto e un acto inhumano. Entonces podemos decir que hay bromas sanas y malas.
Estos dos ejemplos que he dado son casos algo especiales, pero de ahí, una broma tiene el fin de dar gracia, independientemente de lo que piensas o de los valores de cada uno, por aquello no debemos fijarnos tanto en lo personal y reírnos, debemos ser alegres, y lo digo más yo que soy una persona que siempre lleva una sonrisa en la cara y tiene la risa fácil.
En conclusión, una broma nos debería dar gracia independientemente de lo que pensemos, siempre y cuando no sea un caso parecido a los ejemplos que he dado, ya que desde mi punto de vista, sería inhumano.
La pregunta es la siguiente: ¿Podemos reírnos de todo? Y mi respuesta es Sí.
De poder, podemos reírnos de todo aquello que nos apetezca, pero la acción de reírnos puede comportar unas ciertas consecuencias dependiendo el momento, las personas que nos rodean y sobre todo (desde mi punto de vista) la causa.
Personalmente, considero “la causa” el punto primordial para analizar si nuestra acción puede ser moralmente erronea o no (repito: desde mi punto de vista, ya que es un tema totalmente subjetivo y cada uno tendrá opiniones diferentes). Me centraré en el humor.
Empezaré a definir el termino humor: Se define como humor al tipo de expresión o postura que exalta el lado cómico o risueño de diversas situaciones.
Esta tiene diferentes niveles, adaptándose en si a la personalidad de cada uno. El tipo que resultó tener más controversia es el humor negro (es un tipo de humor que se ejerce a propósito de cosas que suscitarían, contempladas desde otra perspectiva, piedad, terror, lástima o emociones parecidas). Es un humor que desde mi enfoque no agrada a todo el mundo y resulta algo ofensivo para aquellos que posiblemente se identifiquen o simplemente dañen sus principios.
Entonces ¿Cuándo seria correcto reírse y cuando no? Reírse es totalmente subjetivo, uno lo puede hacer libremente (la libertar acaba cuando faltas el respeto al prójimo y por lo tanto se convierte en libertinaje).
En primer lugar, lo que personalmente entiendo sobre el concepto de humor. Desde mi punto de vista, su objetivo principal es hacernos reír sobre diversos temas de la sociedad: políticos, económicos, sociales o cotidianos, es decir sobre la realidad en general.
Pero por otro lado está el humor negro, más cruel, sobre temas de disgustos, enfermedades, dolor, muerte etc.
Este último, puede conllevar muchas consecuencias si la persona que lo recibe es ofendida, pasa de ser un humor a un sarcasmo y falta de respeto.
Un ejemplo claro de este seria una persona que sufre una enfermedad, y se encuentra en una situación muy complicada, no sería recomendable hacerle una broma sobre sus duras circunstancias, puesto que probablemente empeore su estado psicológicamente.
Por lo tanto, el humor si tiene límites, aunque a día de hoy exista la libertad de expresión eso no justifica el derecho a la discriminación a nadie, ni reírnos de todo metiéndose con el físico, valores étnicos, religiosos o morales de un ser. Si provoca dolor en lugar de alegría, deja de ser favorecedor respectivamente.
Finalmente, el humor es relativo, hay que saber cómo utilizarlo y con quien, depende de la persona que lo utilices puede ser ingenioso o no. De la misma manera que lo utilices también puede decir mucho de la persona.
Como un claro ejemplo de la frase “Si te ríes de un niño diferente él se reirá contigo, porque su inocencia sobrepasa tu ignorancia”.