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El café de Ocata
No parece que le faltara razón al Conde de Romanones cuando manifiesta en sus memorias que “también se torea en política”. Política y toros son actividades agonales en las que el “supremo hacedor lo es el pueblo soberano”.
Añade Romanones esta observación: “El toreo, como la política, requiere vista para entrar a tiempo en la suerte; corazón para rematarla; técnica para despegarse del enemigo; agilidad de brazos para vaciarlo, evitando el embroque; oportunidad para entretenerlo dándole una larga, y tantas tras cosas muy parejas. En la plaza y en el Parlamento existe igual emulación entre los primeros espadas y los oradores cumbres; igual sed de aplausos y las mismas envidias y soberbias; y hasta no falta la pugna de los jóvenes queriendo desplazar a los viejos, y hasta el choque entre la escuela antigua y moderna”.
- Conde de Romanones, Notas de una vida (1868-1901)
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El café de Ocata
ICuando don Cándido Nocedal asumió, allá por 1856, con Narváez, el cargo de ministro de gobernación, fue informado de que en un teatro de Madrid el público pedía todas las noches, al preludiar la orquesta, que se tocase el Himno de Riego. Si bien el asunto aún no traspasaba los límites del aforo, don Cándido, que era hombre expeditivo, ordenó al jefe de policía poner fin a aquel “refocilamiento consuetudinario”. Este servidor público era un hombre tan astuto que no sólo no soliviantó a los espectadores, cosa que de por sí ya sería admirable, sino que cumplió su misión contando con la colaboración de todos ellos.
Cuando se presentó en el teatro, permitió que la orquesta interpretara el Himno de Riego en su presencia, e incluso animó al público a recibirlo con el entusiasmo habitual. Para jolgorio de todos, cuando sonó la última nota y ya se iban a encender las candilejas, ordenó al director de la orquesta repetir da capo al fine. Esta vez también fue recibido el Himno con aplausos, aunque algo más mitigados. Cuando impuso que sonara por tercera y cuarta vez, comenzaron a insinuarse las protestas. A la quinta, el mal humor del respetable se hizo manifiesto. A la sexta, los silbidos y pataleos eran estruendosos. El empresario, enfurecido, ordenó comenzar de una vez la función, para impedir un séptimo da capo. Los músicos le obedecieron aliviados y el público aplaudió su decisión. De esta manera se tocó por última vez el Himno de Riego en aquel teatro madrileño.
IIDiscutía en una noche de tertulia de manera acalorada don Cándido Nocedal con don Marcelino Menéndez Pelayo.- Es usted el hombre de más soberano entendimiento y el de más desdichado carácter que he conocido -le dijo el primero al segundo.Don Marcelino, por supuesto, protestó airadamente.- Esa incomodidad -le replicó don Cándido- prueba la verdad de lo dicho. Si lo hubiera llamado tonto, se hubiese usted sonreído, porque sabe que no lo es.
IIIDon Patricio de la Escosura se encuentra con Nocedal en los pasillos del Congreso.- ¿Has visto cosa más rara que llamarte tú Cándido?- Sí -le contestó en el acto Nocedal-, he visto una cosa más rara; llamarte tú Patricio.
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El café de Ocata
Y no me pregunten por qué.
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El café de Ocata
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El café de Ocata
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El café de Ocata
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El café de Ocata
"Dejad que los niños se acerquen a mí y desgarren en mi tronco y en mis ramas sus pantalones. ¡Sí, señoras mías, los pantalones; eso dice el árbol, y con decir eso lo dice todo.
Cierto que ganará el sastre; pero más que el sastre ganará el niño y ganaréis vosotras; todo lo que gastéis en pantalones lo ahorraréis en medicinas... Y creedme: cuando el niño no ha convivido largo tiempo con la Naturaleza, en el árbol, en la floresta, en la corriente, en el zarzal, en la roca; cuando no ha recorrido, en competencia con los pájaros, todos los árboles de los contornos, será toda su vida un incompleto: conservará ileso su pantalón, pero dentro de ese pantalón no habrá nunca un hombre; habrá dentro, si acaso, otro pantalón de carne."
Joaquín Costa, discurso a las madres de la Cámara Agrícola de Barbastro.
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El café de Ocata
"Yo (el ser que soy, el ser racional y finito) tengo con ustedes relaciones interiores y relaciones exteriores. Bajo el aspecto de las interiores relaciones, nos unimos bajo la superior unidad de la ciencia; yo soy maestro y ustedes son discípulos. Si pasamos a las relaciones exteriores, la sociedad exige de ustedes una prueba; yo he de ser examinador, ustedes examinados"
Así encabezaba don Nicolás Salmerón la nota que dirigió a sus alumnos a finales del curso de 1873 a 1874 para comunicarles que estaban todos suspendidos. "Como amigo debo advertirles a ustedes que es inútil que se presenten a examen, porque estoy determinado a no aprobar a nadie".
Muy posiblemente actúo así para no suspender únicamente a su mejor alumno, Marcelino Menéndez Pelayo, lo cual hubiera sido aún más escandaloso. Sentía hacia éste una animadversión insuperable... que, en todo caso, no era menor que la que el alumno sentía por todo asomo de krausismo: "El krausismo es una especie de masonería en la que los unos se protegen a los otros y el que una vez entra, tarde o nunca sale. No creas que esto son tonterías o extravagancias; esto es cosa sabida por todo el mundo.", le escribe Marcelino a su padre. "En la forma -llegará a decir don Marcelino- los libros de los krausistas son un páramo habitado por salvajes".
Los estudios universitarios de Menéndez Pelayo bien merecen una tesis doctoral. Estando en la Universidad de Barcelona, los revolucionarios que se encontraron de sopetón con la primera república, decidieron reducir la escala de notas universitarias y dejarla solamente en un suspenso y un aprobado, que es una manera muy conocida de fomentar la equidad, como bien sabemos hoy en día. Entre los que tuvieron un aprobado mondo y lirondo se encontraba también, aunque en Madrid, don José Canalejas.
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El café de Ocata
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El café de Ocata
Se lamentaba don Santiago Ramón y Cajal en sus Charlas de café:
En la triste senectud, sólo distraen el ánimo estas tres cosas: los libros, el sol y las flores.
¿Y la esposa? Padece reúma y no puede acompañarnos.
Nota: Don Santiago tenía una mujer y una biblioteca de 10.000 volúmenes. Con respecto a las flores, cada año se le reducía la esperanza de asistir a la próxima primavera.
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El café de Ocata
Cuenta Domingo Cirici Ventalló en sus
Sátiras políticas (1916) que el gobernador de una provincia con playa y casino fue a Madrid a negociar un asunto con el ministro de Hacienda.
- Buen verano pasará usted; en cambio, yo tengo que permanecer aquí atado por mis obligaciones de gobierno... -dijo el ministro.- Si algo se le ofrece a usted -cometió la imprudencia de preguntar el gobernador.
El ministro tras meditarlo un poco, sacó de su cartera un billete de mil pesetas -¡de mil pesetas de las de principios del siglo XX!-, las puso en manos del gobernador, y añadió con la mayor tranquilidad:- Hombre, voy a ocasionarle una pequeña molestia. Yo tengo una debilidad por la ruleta, y, además, me hacen mucha falta 7.000 duros. Cuando tenga un momento, envie al Casino una persona de su confianza con el encargo de que juegue este billete de pleno al número 15. Es una obsesión, pero yo estoy seguro de que saldrá el número 15. Inmediatamente me hace usted girar el dinero, y no dude de mi reconocimiento...- Tendré verdadero gusto en cumplir su encargo -contestó el gobernador, algo perplejo.- ¡Oh! Ya sé que es usted muy amable, y tengo la seguridad de que saldrá el número 15 -replicó el ministro mientras acompañaba al gobernador hasta la puerta de su despacho oficial.
Tres días después, el ministro de Hacienda recibió una carta del gobernador con un cheque de 7.000 duros.- Ha sido usted muy afortunado; salió el número 15.
Tres cosas más del libro de Cirici:
1. El automóvil del Conde de Romanones atropelló y mató a un peatón en el Paseo de Recoletos. Cuentan que Romanones mandó detener a su chófer diciendo: "Que se haga justicia como si yo no fuese yo"
2. "No acepto vuestros aplausos. Aplazadlos hasta que me haga digno de ellos, ofreciendo el sacrificio de lo único que poseo, mi pobre vida, en el ara santa de la barricada" (Lerroux, 1900)
3. Respecto al atropello: Se creó una comisión de investigación que decidió indemnizar al conde por los desperfectos que el atropellado ocasionó en su coche.
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El café de Ocata
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El café de Ocata
Esta mañana, en el Café Gijón
Dos días estupendos en un Madrid primaveral, hablando de mitos educativos y de lo que tiene la democracia de religión... en dos sitios distintos y con personas distintas, pero viviendo lo segundo como si fuera la continuación de lo primero. Magnífica comida con gente admirable y buena cosecha de libros viejos:
- Conde de Romanones,
Sagasta o El Político, 1898- Luis Antón del Olmet y Arturo García Carraffa,
Canalejas, 1913.- Domingo Cirici Ventalló,
Sátiras políticas, 1916.- S. Ramón y Cajal,
Charlas de Café, 1921.- Alejandro Lerroux,
Pequeñas tragedias de mi vida, 1930- P. Laín Entralgo,
La generación del noventa y ocho, 1947.
Pero quizás no hubiera escrito nada de esto si al hojear el libro de Lerroux no hubiera caído al suelo una cuartilla amarillenta con un poema escrito a máquina. Se trata de un soneto de Joaquín Dicenta que éste tituló "Del Triunfo", pero que en la cuartilla lleva el encabezamiento de "¡Canalla, no!":
¡Cuánto sufrí, y qué sólo! Ni un amigo,ni una mano leal que se tendierapara estrechar la mía; ni siquierael placer de crearme un enemigo.
De mi abandono y mi dolor testigo,de mi angustiosa vida compañerafue una pobre mujer, una cualquiera,que hambre, pena y amor partió conmigo.
Y hoy, que mi triunfo asegurado se halla,tú, amigo por el éxito ganado,me dices que la arroje de mi lado,
que una mujer así, denigra… ¡Calla!con ella he padecido y he gozado:el triunfo no autoriza a ser canalla.
Ahora (22:06) veo que el libro sobre Canalejas perteneció a Jesús Saavedra Moreno, de Majadahonda. El de Ramón y Cajal y Cirici Ventalló, a Jesús Saavedra. En la página 3 de este ultimo libro encuentro escrito a pluma: "Perteneció a la librería de mi padre".
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13:07
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El café de Ocata
Mitin de Costa en el teatro Pignatelli:
“Alguien hace ruido al abrir la puerta de un palco. El público protesta. Costa, tremebundo, grita:- Arrojadlo de cabeza a la calle!Y un hombre cae silenciosamente por una ventana”.
Ciges Aparicio, “Joaquín Costa. El gran fracasado”.
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10:07
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El café de Ocata
... que me juzguen unos jueces con dudas que unos linchadores con evidencias.
En el Café Gijón, leyendo la biografía de Costa de Manuel Ciges, “Joaquín Costa. El gran fracasado”.
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El café de Ocata
He pasado con mi mujer tres buenos días en Bilbao. Buen tiempo, buen alojamiento, buena compañía, buenos paseos, buena comida... y las decepciones inevitables. Por ejemplo, la de encontrarme el portal de la casa en la que nació Unamuno tal como muestra la foto de arriba.
Para el recuerdo quedan muchas cosas, pero me temo que la más difícil de olvidar será la conferencia de un cardenal alemán intentando argumentar contra Judith Butler a partir de una curiosa psicología de la conformación del yo en la que se le olvidó mencionar ni una sala vez al "alma". No sé si por ello o a pesar de ello en una de sus conclusiones extendió sobre todo el género masculino la sospecha de machismo.
Quizás no fue del todo correcto por mi parte presentar mis objeciones al discurso del cardenal cuando ya no estaba presente, pero me pareció necesario decir que yo no soy ni mi yo ni mi cerebro y aún más necesario reivindicarme como portador de un alma. Podemos criticar cuanto queramos el concepto de alma, pero su importancia no tiene que ver tanto con el rigor lógico del término como con el tipo de hombre que su uso nos permite ser. De alma, a diferencia del yo o del cerebro, podemos cuidarnos, "tener cura". Más aún el alma sólo se muestra como tal en su cura. Curar del alma, decía Platón y repetía Patocka, consiste en proporcionarle experiencias de orden, porque el alma se mimetiza con aquello que conoce y, sobre todo, con aquello que ama.
Con respecto a la extensión a todo el género masculino, de una lacra llamada machismo que tiende a confundir la condición de macho con la de depredador, me sorprendió que un cardenal pretendiera -o me pareció a mi que pretendía- cargar sobre todos nosotros un segundo pecado original, ya que, por lo visto, el machismo sería inherente a nuestra naturaleza, obviando la muy relevante cuestión del tipo de relaciones en que "el machismo" se pone de manifiesto. Si el machismo, sea lo que sea, se manifiesta por igual en todos los países y en todo tipo de relaciones, entonces, señor cardenal, tiene usted razón. Pero es eso precisamente lo que se le olvido constatar.
Visité, claro, un par de librerías de viejo. Me he venido con las
Notas de una vida del Conde de Romanones. Lleva el sello del abogado Francisco Javier de Oleaga, que me figuro que será el mismo que fue secretario durante muchos años de la "Zuzenbidearen Euskal Akademiaren", es decir, la Academia Vasca de Derecho.
Y callejeamos, claro... que se aprenden muchas cosas de una ciudad fijándose en sus pintadas:
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El café de Ocata
Don Marcelino Menéndez Pelayo a los seis años,con traje de zuavo pontificio.
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El café de Ocata
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El café de Ocata
La primera, le he abierto en pijama, que no eran horas aquellas para llamar al timbre. Me ha entregado un paquete y he firmado mecánicamente. Al abrirlo me he llevado la primera sorpresa agradable del día, la biografía de "Don Marcelino" escrita por Enrique Sánchez Reyes. En la primera página he descubierto que el libro había pertenecido a la Biblioteca Municipal de Castro Urdiales. Mal están las cosas por aquellas tierras, me he dicho, si consideran que librándose del genial polígrafo, están soltando lastre. Pero, en fin, gracias a que el 7 de marzo del 2006 este libro fue expurgado, está ahora en mi poder.
La segunda vez, estaba ya presentable. También es cierto que era ni más ni menos que Don Aparisi y Guijarro el que llamaba a mi puerta y no me hubiera perdonado abrirle de cualquier manera. Se trata del primer tomo de sus obras completas, que incluye su biografía, escrita por León Galindo y de Vera, así como pensamientos y aforismos. Bienvenido sea uno de los más grandes carlistas que ha dado Valencia.
La tercera vez me traían un regalo, uno y trino, de Paula Fernández de Bobadilla que confirmaba que mi gusto por lo añejo no va desorientado, pero de esto, amigos, les enseño la foto y me despido, con prisa, de ustedes.
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El café de Ocata
Gabriel Alomar publica este libro sorprendente para defender una aristocracia "democrática", a la que llama "aristarquia", como motor de la política, como alma de la materia política que es la plebe. Esa aristocracia dará origen, en manos de Mussolini, al fascismo y, en manos de Lenin, a la teoría de la vanguardia obrera. Alomar es socialista y acabará afiliado al PSUC, pero en estos momentos -1923- el lector tiene la sensación de que su camino tanto podría llevar a Roma como a Moscú. Magnífica prosa, por cierto. Voy por la mitad y creo que no hay un párrafo en lo que llevo leído en el que no haya subrayado algo, no siempre para mostrar mi aquiescencia, por cierto. Un ejemplo entre mil: "Desgraciados los eunucos, que ni siquiera se ruborizan de exhibir su mutilación, antes bien se envanecen de ella como un certificado de perfecta oveja en un concurso parroquial o en un comicio agrícola. (...) En nuestra sociedad convivimos dos razas: la de los capaces y la de los ineptos (...). Una lenta castración ha actuado sobre el espíritu nacional. Nuestro catolicismo étnico es el principal culpable de ella. Ha cegado los manantiales invisibles de la voluntad."
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El café de Ocata
Siendo Ganivet un estudiante granadino de bachillerato, su profesor de retórica escribió en la pizarra una columna de diez palabras que debían ser las terminaciones de los versos de una décima y encargó a los alumnos que resolvieran el reto. Todos presentaron sus ejercicios... excepto Ganivet, que se justificó diciendo que para decir tonterías en verso era mejor decirlas en prosa y aún mejor no decirlas, que es lo que él hizo.
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El café de Ocata
Lo cuenta Eugenio d'Ors en la entrada del 27 de febrero de 1925 de La Vida Breve y yo de don Eugenio, me lo creo todo.
El conde Peretti della Roca, poco antes de venir a España como embajador de Francia, trabajaba en el Ministerio de Relaciones Exteriores francés. Una mañana irrumpió en su despacho Poincaré, con aires de estar muy excitado, llevando en la mano un número de la Nouvelle Revue Française.
- Amigo mío -le dijo a quemarropa a Peretti- le pido que se lea usted para mañana el artículo de Giraudoux que le he señalado. Volveré a visitarlo.
Efectivamente, al día siguiente, Poincaré cumplió su palabra.
- ¿Qué le ha parecido?- le preguntó a Peretti.- La verdad, señor presidente; esas páginas se me antojan lamentablemente faltas de sintaxis...-¡Ah! ¡Lo mismo, exactamente lo mismo, he pensado yo!... Y ahora, ¿le parece a usted que un empleado que escribe tan fantásticamente puede continuar con decoro en el ministerio? Voy a poner inmediatamente una nota para que manden a ese libertino de la lengua francesa a alguna legación lejana.
"Así salió de Francia Jean Giraudoux, por unas páginas algo dadá publicadas en la N.R.F.", dice d'Ors, pero, a continuación añade: "Sin embargo, hay otra versión. Ésta afirma que Giraudoux esmaltaba ex profeso sus expedientes de faltas de gramática; travesura cuyo objeto era darse el gusto de exasperar el clasicismo de Peretti della Rocca y de Poincaré".
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El café de Ocata
Para los que crean que la crítica del barbarismo lingüístico del krausismo fue una manía exclusiva de Menéndez Pelayo, ahí van algunas perlas de la Polémica sobre el panenteísmo, de Campoamor:
- El krausismo es una "escuela filosófica que acabará por convertir la ciencia en una chifladura y las Universidades en unos tonticomios (...).
- El krausismo es un "rompecabezas metafísico"
- "No hay buzo literario que pueda sacar una perla del mar muerto de la filosofía krausista"
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El café de Ocata
“Hay un problema ético para cada profesor, que consiste en no coadyuvar a la dramática falacia de que es víctima el escolar cuando se le da un título de capacidad sin tenerla. Este problema ético no depende de una disposición ministerial; depende del grado de madurez y sensibilidad de los centros universitarios, y a ellos he apelado ya reiteradas veces y de nuevo lo hago desde aquí”
Discurso de Fernando en los Ríos en 1931 en las Cortes Constituyentes de la República.
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10:56
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El café de Ocata
Ayer, en el Congreso Internacional
Be Education, en Madrid, con el amigo Ferran Riera. Hay sitios a los que iría aunque fuera caminando. Intuyo que algo está cambiando en la educación y que este cambio es serio porque viene acompañado de una mezcla de entusiasmo y voluntad de rigor, de un hambre de contrastar ideas, de aprender del que lo hace mejor y, sobre todo, de una decisión de contemplar al hombre desde lo alto y no desde lo bajo. Es decir, está decidido a construir una pedagogía que cuente con el soporte de una antropología. He vuelto a casa con nuevos amigos y nuevas invitaciones. Esta es la prueba de que el viaje ha merecido la pena.
La pregunta "¿Qué es una auténtica experiencia educativa?" es de Dewey. Se la dirigió seriamente a sí mismo en 1938. Y no la supo responder. Era consciente de que ni "experiencia" ni "actividad" son conceptos autoexplicativos. Hay muchos tipos de experiencia y de actividad y no todos son educativos; los hay claramente deseducativos. Descubrió que era incapaz de sustentar conceptualmente su pedagogía del "learning by doing" si no disponía de una filosofía de la experiencia. A dar forma a esta filosofía se dedicó en los últimos años de su vida. El resultado es su
Logic, una respuesta fracasada.
Hoy volvemos a hablar de experiencia y actividad de forma compulsiva, especialmente bajo el amparo del discurso competencial, pero cuando visito un centro y pregunto si me pueden aclarar qué es una experiencia educativa, me miran con cara de perplejidad, como si nunca hubiesen considerado necesario responder a esta pregunta.
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El café de Ocata
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El café de Ocata
Llega el famoso pensador inglés Chesterton a España. Le invito a una excursión a Toledo. En el camino de Madrid a Toledo diviso un grupo de labriegos que están comiendo. Y como sé cómo comen los labriegos, paro el coche e invito a Chesterton a que venga conmigo a verlos comer y que no hablemos. Llegamos; me reconocen algunos de los campesinos y, con frase señera, me dicen: "Don Fernando y la 'compaña', ¿quieren compartir nuestra merienda?" Agradezco; nos sentamos. Ellos están en el surco, en la besana, reposando. Y Chesterton advierte enseguida en qué consistía el espectáculo único: era en la maravilla de las maneras, de los gestos, de la pulcritud con que aquellos labriegos comían. Aquel pedazo de queso y de tocino, con un trozo de pan y un tomate, eran comidos con señorío, con distinción, con elegancia; con tal pulcritud, que cuando terminó la merienda y nos fuimos, Chesterton rompió el silencio para decirme: "¡Qué cultos son estos analfabetos!"
- Fernando de los Ríos, Sentido y significación de España
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El café de Ocata
"Comparaba muy bien Platón la vida del hombre al dado, que siempre tiene destar deseando buena suerte, y con todo eso, se ha de contentar con la que cayere".
La cita anterior se encuentra en la última página del
Viaje de Turquía, atribuido por unos a Cristóbal de Villalón y por otros (entre los que me encuentro) a Andrés Laguna. Esta obra, escrita en 1557, es un diálogo entre tres personajes: Mátalas Callando, Juan de Voto a Dios y Pedro de Urdemalas. Creo que no exagero si digo que es uno de los grandes textos del humanismo español.
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El café de Ocata
Acabo de leer
El sentido humanista del socialismo, de Fernando de los Ríos (1926), una de esos libros que tenía que haber leído.
Tenía yo a don Fernando por ahí, por algún lugar desubicado de la trastienda de mis piadosas intenciones lectoras, hasta que hace unos años me condujo hasta él doña Caridad Mercader.
Don Fernando era en 1937 el embajador de la República Española en los Estados Unidos y doña Caridad fue a incordiarlo, con más ímpetu revolucionario que sentido común. Conocí así a un hombre que no acababa de entender cómo el mundo se le ponía tan cuesta arriba a la razón y para el cual el frente diplomático era para España tan importante como el militar. En los dos iba perdiendo y esto tampoco llegaba a comprenderlo.
A partir de entonces este libro se empeño en acuciarme. Sin haberlo leído, intuía que en él estaba todo lo que anunciaba Victor Serge en los años 40 con un tono profético. Tras haberlo leído creo poder concluir que don Fernando de los Ríos es más clarividente y riguroso que Serge y, sin duda, elabora con mucha mayor precisión conceptual qué quiere decir eso de "socialismo humanista".
Me han interesado muchas cosas del libro. Hay páginas que he dejado bien subrayadas y con abundantes notas al margen porque me parecen proféticas. Su crítica a Marx es contundente y su defensa de lo que después se ha llamado meritocracia la incorporo, punto por punto, a mi propia defensa de este principio republicano.
"El comunismo no es un humanismo", decía Althusser y fuimos a leer al francés olvidándonos del rondeño. Mi generación no tiene perdón de Dios.
Tras la derrota republicana, Fernando de los Ríos fue contratado como profesor por la New School for Social Research de Nueva York, donde coincidió, entre otros, con Leo Strauss.
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El café de Ocata
Observa Platón en
Las Leyes -aunque no exactamente con estas palabras- que la ciudadanía experimenta la soberanía más en los espectáculos públicos, en concreto en el teatro, que en las asambleas políticas. Al régimen político que tiene una concepción teatral de la soberanía, Platón le da el nombre de la teatrocracia.
Y yo me he puesto a leer a Francisco Montes, Paquiro, a ver lo que decía.
Y, curiosamente, aunque no hable en los términos de Platón, Paquiro nombra explícitamente la soberanía de la que se considera investido el espectador de los toros. Y lo hace con preocupación, porque lo que él pretende es dar "una constitución" a las corridas.
Me pregunto si la soberanía, esto es, la posibilidad de instaurar un estado de excepción, no se aprenderá inevitablemente en los espectáculos en los que una comunidad política participa con más pasión. En Atenas era el teatro, en la España del siglo XIX los toros... ¿y hoy? ¿Los campos de fútbol, quizás?
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El café de Ocata
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II“En cierta botica de Metz, residiendo yo en aquella ciudad, fue ordenada una medicina que llevaba cantáridas, para cierto novio impotente. Juntamente otra de cañafístula [un purgante] para refrescar el hígado, y los riñones del Guardián de la orden de San Francisco febricitante: y aconteció que trastocándose los brebajes por yerro, el novio (el cual bebió la del fraile) pusiese aquella noche del lodo, y aún peor, la cama, y la novia: y el fraile por otra parte, que tomó la del novio, anduviese por todo el convento (como podéis bien pensar) hecho un endemoniado, que no bastaban pozos, ni aljibes, ni estanques, para resfriarle.”
Andrés Laguna:
Comentarios al Dioscórides
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El café de Ocata
En gran Andrés Laguna embarcó a principios de 1536 en Rouen con rumbo a España. En una anotación a su traducción del Dioscórides, hecha a propósito de los efectos de los higos, nos cuenta lo siguiente de su travesía:
"Opilan el hígado y el bazo. Dado que no se opiló aquel pupilo que, sobre apuestas, se comió seis libras de higos, los más sucios y enharinados que se pudieron hallar, en el desafiadero de Salamanca; el cual, según tenía los alientos, llevaba un aire de comerse otras tantas si se las pusieran delante. Más, no nos debemos maravillar, porque estudiantes, principalmente pupilos, digerirán el hierro como los avestruces, pues, sin duda, tienen lobos en los estómagos. Tampoco reventó un portugués marinero llamado Jorge Pirez de Alamda (es digno semejante hombre que por su singular garguero sea puesto en crónica), el cual, pasando yo de Ruan a España en un navío portugués y habiéndonos sucedido una muy cruel tormenta, al tiempo que, ya rotos los mástiles y voladas las velas, todo el mundo alzaba las manos a Dios pidiendo misericordia y preparándose para lo extremo, hízome muy de priesa levantar de encima de un cofre suyo sobre el cual yo estaba tendido filosofando conmigo mismo de la inmortalidad del alma; y abierto el tal cofre, cuando pensé que sacaba algunas horas o cuentas para su devoción, sacó una talega de higos muy excelentes del Algarbe, que, a mi parecer tenía más de dieciséis libras, y, sentado con un gran descuido y reposo a par della no cesó de engullir hasta que la despachó toda diciendo: Morra Marta e morra farta. Y que juraba él a Dios que, pues le había costado muy buen dinero, no habían los peces gozar dellos, sino que se los tenía todos de llevar consigo en el buche. El cual hombre honrado, después que se vio sin higos y el peligro pasado, estuvo para echarse en la mar de puro enojo y despecho viendo que en balde se había de una vez tragado toda su hacienda."
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El café de Ocata
Besos de película
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El café de Ocata
Agotados por el combate, un tanto desconcertados por sus vaivenes y bastante asustados por lo que tiene todo esto de desabrido, los contendientes buscan un terreno neutral en el que poder firmar o la paz o, al menos, un alto el fuego.
En Cataluña parece estar definiéndose este terreno y los procesos judiciales parecen estar, paradójicamente, contribuyendo a ello.
Es, en primer lugar, un terreno de causas compartidas. Hay que elaborar un relato sobre el proceso y quienes lo estarían comenzando a cocinar parecen dispuestos a alcanzar un acuerdo narrativo que sostendría la tesis de que la culpa de todo lo que nos ha pasado la tuvo Aznar y que todos -menos él y los suyos- hemos sido víctimas.
De aquí deducen algunos que, puesto que Rajoy es el sucesor de Aznar, la posibilidad de un acuerdo pasa por un gobierno de la nación en el que no esté el PP. Me lo decía ayer el director de un importante medio.
Si esto es así -y me temo que hay más de un índice que apunta hacia aquí- lo que se busca no es un terreno neutral, sino construir un terreno ideológicamente neutralizado por la corrección política que permita a los contendientes no darse ni por derrotados ni por vencedores. Que permita, en definitiva, jugar la misma partida con otras cartas.
Para ello hay que excluir al PP del bando de los contendientes y colocarlo en el de los enemigos existenciales. La actual debilidad del PP parece incapaz de impedir su propia neutralización, condición indispensable para la neutralización del posible espacio de encuentro.
Puedo estar totalmente equivocado y que todo lo anterior sólo sea el resultado de una mala interpretación de diferentes testimonios escuchados en los últimos días, debida a la pesada digestión del cordero al chilindrón.
O no.
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El café de Ocata
“Llenarse ha el mundo de verdades y después buscarán quien le habite: digoos que se vendrá a despoblar. (…). No habrá quien viva, ni el caballero, ni el oficial, ni el mercader, ni el amo, ni el criado: en diciendo verdad, nadie podrá vivir (…). Bien pueden cerrar los palacios y alquilar los alcázares; no quedarán cortes ni cortijos. Con tantica verdad hay hombre que se ahíta, y no es posible digerirla: ¿qué hará con un hartazgo de verdades?”
Baltasar Gracián, El Criticón
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El café de Ocata
Bouguereau, Pandora, 1890.
Bouguereau es un grandísimo pintor, con un envidiable dominio de la técnica y un enorme poder para la sugerencia. Aquí nos muestra a Pandora tras abrir la caja famosa. Era tan pequeña que parecía imposible que guardase en su interior nada demasiado grande. Y total... lo que Pandora quería hacer era entreabrir la tapa un poquito con la uña el dedo meñique para ver qué podía husmear del interior. Pero fue suficiente con una rendija para que se escaparan todos los males que había allí guardados. Pandora quiso cerrar la caja inmediatamente. Sólo pudo conservar en el interior la Esperanza.
Somos hijos de Pandora. Se nos nota en la cara cada vez que contemplamos, perplejos, las consecuencias imprevistas de nuestros actos.
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El café de Ocata
“No existe un solo español, si lo es verdadero, que tenga derecho a llamarse liberal: aquí el liberalismo es una ficción, una hipocresía, un distintivo de tribu para luchar contra otras; nada más. Aquí todos queremos hacer nuestra santa voluntad.. y que los demás se sometan a ella. Así es que nuestra libertad sólo se ejercita en la opresión o en la rebeldía.”
Joan Maragall, Artículos, Obras completas, V: “La espaciosa y triste España” (17-8-1911)
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El café de Ocata
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El café de Ocata
Este artículo va dedicado a mi amiga B., con quien no siempre coincido, pero con la que siempre es estimulante incluso no coincidir.
En
El Subjetivo
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El café de Ocata
"Estábamos en una fosa, pero a nuestra espalda se extendían ciento cincuenta metros de un terreno llano, tan pelado que a un conejo le habría costado esconderse (...). Un hombre saltó de la trinchera [enemiga] y corrió a lo largo del parapeto, completamente al descubierto. Estaba a medio vestir y mientras corría se sujetaba el pantalón con las dos manos. Me contuve de disparar sobre él, en parte por ese detalle del pantalón. Vine aquí para disparar a los 'fascistas', pero un hombre a punto de perder su pantalón no es un fascista, es, manifiestamente, una criatura como tú y como yo, perteneciente a la misma especie -y uno no siente la más mínima gana de matarlo."
George Orwell, "Looking Back on the Spanish War", en Simon Leys, George Orwell y el horror a la política. En el original francés, Orwell ou l'horreur de la politique. Hay algo que no le perdono al traductor: que no sepa o no quiera traducir del francés el nombre del patrón de Navarra, San Francisco Javier.
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El café de Ocata
Le había leído la idea a Finkielkraut, pero ahora veo que es original de George Orwell, lo cual, a mi parecer, le da un poco más de valor o, al menos, subraya su relevancia: "En un escritor de hoy puede ser mala señal no estar bajo sospecha por tendencias reaccionarias, así como hace veinte años era mala señal no estar bajo sospecha por simpatías comunistas".
Pudiera ser, incluso, que nadie pueda considerarse un pensador libre si en estos tiempos no ha sido tratado alguna vez de conservador, reaccionario o cosas peores.
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El café de Ocata
Iba a escribir un post sobre las mujeres, tan sensuales, de James Gunn y me he encontrado con este cuadro suyo:
Título:
Conversation pieceAutor: James Gunn (1893-1964)Fecha: 1932De izquierda a derecha: G.K. Chesterton, Maurice Baring e Hilaire Belloc. El encuentro entre los tres tuvo lugar en la celebración del 60 aniversario de Belloc.
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El café de Ocata
La primera: Acabamos de superar los tres millones de visitas. No está nada mal. En realidad debe haber unas cuantas más porque no puse el contador hasta bastante después de abrir el blog, pero da igual. ¡Celebrémoslo! Les invito a lo que quieran. Barra libre.
La segunda: Los rusos me tienen preocupado. ¿Dónde esta aquel interés que mostraban por El café de Ocata? ¿Por qué me han abandonado con lo intrigante que era su compañía? Menos mal que Ucrania, sorprendentemente, parece estar dispuesta a tomar el relevo del mundo eslavo. Los franceses se han puesto en cabeza -estoy convencido que una buena parte de culpa la tiene mi amiga B.- y los norteamericanos y los brasileños andan reñidos por el tercer puesto
Y esto es todo.
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El café de Ocata
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El café de Ocata
... y se hizo la luz y las cosas recuperaron sus perfiles.
Edward Seago - A Suffolk Farm, Summer
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El café de Ocata
Dios es aquello de lo que no nos podemos reír. Es aquello de lo que ni tan siquiera se nos pasa por la cabeza la posibilidad de reírnos.
Todos, en este sentido, obedecemos a algún Dios.
Una ventaja del creyente sobre el ateo es que aquél sabe de qué no puede reírse porque conoce a su Dios. Pero el cristiano en esto es distinto, no es un creyente más, sino un tipo muy especial de creyente: conoce a su Dios casi todos los días del año, excepto Vienes Santo y Sábado Santo.
El ateo cree que es más libre que el creyente porque se considera capaz de reírse de todo. Especialmente de todo lo que los demás consideran digno de respeto. Pero esta creencia -¡cuánta fe, por cierto, en esta creencia!- le oculta el principio serio que le autoriza a reírse -aparentemente- de todo. Le oculta a su Dios.
Viernes Santo es el día en el que todos se ríen del cristiano y el cristiano contempla boquiabierto aquello de lo que nadie en su sano juicio debiera reírse: la posibilidad aterradora de que no exista nada digno de respeto. Si así fuera, hasta la risa carecería de sentido y los ateos se quedarían sin su Dios desconocido.
El Viernes Santo es San Nihilismo, el día en que Dios se siente abandonado y nosotros nos vamos de vacaciones.
El Viernes Santo es el día en el que el cristiano siente en su alma un profundo vacío. Un vacío enorme porque en sus veinte siglos de existencia el cristianismo no ha dejado de profundizar en el alma del europeo. Este es su gran legado. Pero esa profundidad hoy no tiene fondo.
Hoy no es el día del Dios muerto sino el del temor a que la Muerte sea Dios.
La única manera de vivir con dignidad el Viernes Santo es olvidarse del Domingo de Resurrección. Los que estaban al pie del Crucificado, ¿pensaban acaso en el domingo mientras sentían el goteo de su sangre?
Hoy es el día en el que toda la teología hace aguas y se hunde ante la desolación del Verbo hecho sangre.
Hoy es el día en el que las madres paren lo que la muerte ha tocado.
Hoy es el día en el que la pregunta por aquello de lo que no podemos reírnos provoca lágrimas. O debiera provocarlas.
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El café de Ocata
"La guerra es algo tan antiguo como el hombre mismo. La paz, en cambio, es un invento moderno".
-Henry Maine, 1875.
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El café de Ocata
Victor Hugo: "cada escuela que se abre es una cárcel que se cierra".
Felipe Trigo, Socialismo individualista (1912): "La instrucción, aumentada en toda Europa, ha conseguido nada más cambiar la proporción de criminales instruidos, sin alterar la cifra de delincuentes. Bien sé yo esto. De ahí que igual me abstenga de gritar con los ilusos que cierra una prisión cada escuela que se abre."
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El café de Ocata
En 1613 el Cabildo Real de Buenos Aires prohibió la entrada en la ciudad a tres abogados -los tres españoles- "en atención -dice la cédula- a los grandes enredos que estas gentes arman en los pueblos".
Moreno Espinosa, Historia de España.
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El café de Ocata
ILas primeras palabras de Ortega que oí fueron "...en Heidegger la filosofía visita a domicilio". Creo que fue la primera vez que oí o leí el nombre de Heidegger. Sólo mucho después caí en la cuenta de que Ortega había venido a decir de Heidegger con aquella frase algo emparejable al dicho famoso de Cicerón sobre Sócrates: que éste hizo a la filosofía bajar del cielo a la tierra, hasta hacerla entrar por las casas de los hombres.
Confesiones profesionales.
IISabido es que el pecado de Satán es el pecado de la soberbia. Por ello, y no por otra cosa, pienso hace ya su número de años que la esencia de la Filosofía es la soberbia. En alguna ocasión he intentado mostrar cómo la esencia de la Filosofía y la esencia de la soberbia coinciden fenomenológicamente rasgo por rasgo.
Confesiones profesionales.
IIIMe ha acaecido hartas veces que se me acerca un joven estudiante en demanda de consejo en materia de lecturas.- Maestro, ¿qué libros le parecería a usted que debía leer? Si pudiera usted indicarme una pequeña bibliografía...Cuando era más joven, y aún tenía entusiasmo pedagógico, solía responder:- ¿Tiene usted alguna virtud eminente, o algún vicio francamente tal? ¿Ha llevado usted a cabo algún hecho heroico, o siquiera cometido algún crimen perfecto?Al ver la expresión de desconcierto, rebajaba yo mis exigencias:- ¿No cultiva usted ningún deporte, ni siquiera se pasa la tarde o la noche bailando? ¿No ha hecho llorar todavía a ninguna compañera, ni siquiera, ni siquiera ha sustraído usted disimuladamente un libro de la biblioteca o la librería, ni un mezquino volumen de la Colección Austral?- No maestro.- ¿Para qué quiere usted leer ningún libro?, si no va a entender nada, absolutamente nada, de ninguno, absolutamente de ninguno. Empiece usted por una hazaña o un crimen, hombre: siquiera por echarse a la alberca de la Universidad, a ver si sale a flote y empieza a nadar, o por hacer porque le de den unas buenas calabazas y después hablaremos de bibliografía.
Filosofía e infelicidad.